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La próxima luna llena, el Pesaj y las Pascuas unidas por el tránsito a la libertad y a la vida eterna

Por Donata Chesi

Hoy 12 de abril, cuando brillará la luna llena, en las casas de todos los judíos del mundo, las familias se reunirán alrededor de sus mesas para una milenaria celebración:
El Seder de Pesaj, Pascua o como le dicen en inglés, Pass Over.
¿Y qué tiene que ver la luna llena? Esta festividad se relaciona con el calendario lunar, en coincidencia con la primera luna llena después del equinoccio de primavera para el hemisferio norte.


Al salir la primera estrella, las familias se sentarán alrededor de la mesa para dar inicio al “Seder,” suerte de milenario ritual, donde el más pequeño de cada hogar se dirigirá a la persona más anciana para preguntar: “¿Qué celebramos esta noche?”


Un blanco, inmaculado mantel, la vajilla más festiva, la copa de fiesta especial llena de dulce vino, un jugo de uvas, estará esperando para ser elevada y pasada de mano en mano para beber de ella tantas veces como las preguntas que se harán. El plato central contiene los símbolos más representativos de la festividad: agua salada, que recuerdan las lágrimas vertidas, las hierbas amargas, que representan las hierbas salvajes del desierto, los huevos duros, que simboliza la fuerza y el coraje del pueblo judío.


El “jaroset,” mezcla de manzanas cocidas en vino con especias y frutos secos. El color rojizo rememora la argamasa con que se fabricaban los ladrillos en el antiguo Egipto, cuando eran esclavos.
Las velas serán encendidas por las mujeres en cada familia. Y así, una vez más, como hace siglos se desgranarán las respuestas a las preguntas de rigor. Se celebra el paso a la Libertad. Tal vez una de las festividades más sagradas del judaísmo. El Pésaj o Pascuas Judías.


El pan ácimo será otro gran protagonista en esta mesa festiva. Se trata de un pan seco, crocante e insípido porque no tuvo proceso de levado. Sirve para recordar las penurias que sufrió el pueblo de Israel al cruzar el desierto. La mezcla de la harina y agua se cocía sobre las piedras ardientes del desierto. Ese pan simbolizará la ruptura con la esclavitud y la nueva vida que les espera en la Tierra Prometida. Este pan estará presente durante los ocho días que durará la festividad.


Jesús fue apresado en Jerusalén mientras estaba acompañado por sus apóstoles, celebrando el ritual de Pésaj, hecho conocido como la Última Cena, maravillosamente inmortalizado en el mural que pintó Leonardo da Vinci en el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie, en Milán.
Jesús había entrado triunfante en esa ciudad, coronado por ramos de olivo, venerado por muchos, a pesar que sobre él pesaba la orden de ser apresado por los soldados romanos.
Los trágicos presagios se cumplirían pocos días después al celebrarse la cena de Pesaj.
La tradición cristiana celebra de esta manera, el domingo de Ramos, siete días antes del Domingo Pascual.
Este hecho trascendental para la fe católica se enlaza dramáticamente con las festividades judías. Pesaj, el fin de la esclavitud a manos del pueblo egipcio y la Pascua Cristiana, la crucifixión y muerte de Jesús, su resurrección y la confirmación de la vida eterna.

El domingo de Gloria cierra las luctuosas procesiones del jueves y viernes santo como muestra de regocijo, el paso de la tristeza, del luto, al maravilloso ascenso a los Cielos.
Garantía de la promesa a la vida eterna. Piedra angular de la fe cristiana. En ambas religiones la festividad de Pascuas y Pesaj, tienen en común la misma raíz etimológica. Pesaj se refiere al paso hacia la libertad y Pascua significa salto o tránsito, matices, en definitiva, de un mismo hecho.
Pero también hay otros símbolos que muestran una curiosa superposición y variantes durante estas celebraciones.


Los huevos de pascua, representaron desde hace mucho tiempo el inicio de la vida y de la fertilidad. El inicio de la primavera que trae luz, sol, nuevos brotes y tiempos de cultivos
en los campos. Se cree que la costumbre de regalarse huevos decorados viene desde tiempos ancestrales. En muchos hogares los huevos de chocolate se ocultan para que los niños los busquen como un juego cuyo premio es comerlo el Domingo de Gloria.
En las casas judías, algo similar ocurre. Se esconde un trozo del pan ácimo o matza, se lo denomina “Afikoman,” quien lo encuentre se lleva de premio un postre.


Tradiciones y festividades que se superponen como prueba de un mismo tronco y origen.
El pueblo judío es, como alguna vez dijo el Papa Francisco, el hermano mayor del cristianismo. En la próxima luna llena, judíos y cristianos honrarán sus creencias con respeto y dignidad, se mezclarán alguna costumbres y mandatos solemnes y otras más paganas.
Familias reunidas que reconfirman sus identidades, vínculos que se estrechan. Procesiones que servirán para invocar el nombre de Cristo muerto en la cruz, para la redención de todos los hombre y mujeres. Distintas maneras de invocar la ayuda y protección en un mundo que se ve asolado por terribles desgracias, guerras, catástrofes climáticas y desigualdad.


Lo cierto es que desde hace centurias, el ser humano busca, al menos por unos días, invocar la Paz y la Libertad, elementos indispensables para que nuestras vidas sean premiadas por la gracia divina, y por qué no, tal vez de la vida eterna.


Los sagrados días de la Pascua (en la forma que deseemos nombrarla) nos recordarán de dónde venimos y espero vivamente que nos ayuden a encontrar el camino para orientarnos hacia donde debemos ir.

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