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Una ofensa imperdonable

El presidente Fernández se ha convertido en una caricatura peligrosa.

Ya era una especie de triste marioneta tanguera deambulando por la Argentina entre conmemoraciones del asado, funciones de cine y fiestas de la flor, en un raid tan humillante como inofensivo.

Pero ayer cruzó una raya.

Ayer viajó al Sur para reunirse con los terroristas seudo mapuches que desde hacen años vienen tomando tierras, quemando propiedades y gente viva, talando los árboles del bosque austral y transformando uno de los paraísos terrenales más bellos del mundo en un verdadero infierno.

Con epicentro en Villa Mascardi el terror se ha esparcido por Bariloche, El Bolsón y todo el Parque Nacional Nahuel Huapi.

Asesorados por viejos Montoneros y recibiendo ayuda, dinero y apoyo logístico del gobierno de un Estado que desconocen, asuelan a una población pacífica que en muchos casos debió abandonar sus propiedades y sus sueños porque el Estado que debería defenderlos a ellos a optado por los invasores.

En ese sentido lo que hizo el presidente ayer cobra una gravedad inusitada.

Sin la bandera argentina -al contrario, con la bandera mapuche sobre la mesa de conversaciones- Fernández y parte de su gobierno (entre quienes se encontraba la impresentable Gabriela Cerruti, la inútil vocera presidencial) fue a protagonizar un acto de rendición, una simbólica retirada de la Constitución de parte del territorio soberano argentino.

Estos subversivos vivían hasta no hace mucho tiempo en la provincia de Buenos Aires. Su líder, Jones Huala, era flogger en los espacios “under” de la Capital hasta que decidió disfrazarse de indio para inventar un curro que le cumpliera su ambición de vivir del robo.

La mayoría de los demás fueron cargados en vehículos del INAI (el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) por Luis Pilquimen -el tío de uno de los terroristas de la RAM- y llevados allí para aumentar el número de insurrectos y reclamadores. No tienen un solo antecedente mapuche.

Quieren hacer artificialmente de la Argentina algo que no es: un país plurinacional como si fuéramos Bolivia. La Argentina es una Nación única, republicana, representativa y federal. Con un territorio soberano, una bandera, una Constitución, un himno y un orden jurídico emanado de las autoridades elegidas de acuerdo a esa  Constitución. Cualquier otra alquimia atenta contra la Historia y contra las tradiciones que formaron este país.

Fernández ofendió la soberanía argentina y a los ciudadanos que pagan los impuestos con los que se mantienen los subsidios que el Estado le entrega al enemigo.

En lugar de ir a confortar y consolar a los vecinos que debieron huir de un lugar al que llegaron legalmente, prefirió reunirse con quienes los atacan, vandalizando sus propiedades y reduciendo a cenizas todo lo que encuentran a su paso.

También ofendió a una fuerza regular federal como es la Gendarmería, cuyo puesto fue incendiado y atacado a balazos hace 10 días poniendo en fuga a los gendarmes que tenían la expresa orden de no responder ningún ataque.

Lo que está ocurriendo en el Sur puede tomarse como un ejemplo en pequeño de lo que está sucediendo en general en el país: un proceso de descomposición orquestado, pensado y diagramado para demoler la moral nacional por la vía de no solo imponer sino alardear lo ilegal, lo inmoral y lo perverso.

El plan está ideado para que las personas de bien bajen los brazos viendo como el mal, no solo no es combatido sino que es estimulado, apoyado y promovido.

La implementación de una estrategia de esa naturaleza produce tal estupefacción en la sociedad honesta que una de las posibilidades (precisamente aquella a la que se está apostando) es que ésta se dé por vencida allanando de ese modo el camino para la toma completa del poder, no solo político, sino económico y territorial del país.

Si el presidente decidió jugar este rol completamente vergonzante porque no tiene dignidad y porque le importa más cumplir con el pacto secreto que firmó antes que representar a la Nación Argentina debería ser algo que lo humille a él.

Pero poner en la línea de fuego al país entero por desempeñar un papel menor en un plan maquiavélico de dominación es el colmo de lo que puede tolerarse.

El presidente está poniéndose en el lugar de un traidor a la patria yendo a sentarse con el enemigo, bajo su propia bandera y casi en actitud de pedir disculpas. 

Todo el país debería sentirse agraviado por esta nueva ofensa de quien encabeza el que por lejos es el peor gobierno de la historia.

Por Carlos Mira
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3 thoughts on “Una ofensa imperdonable

  1. Ricardo Vines

    Merece juicio político por traición a la patria.Ademas por incapacidad manifiesta para ejercer el cargo que ostenta.

  2. Ferruccio Cretacotta

    Carta a Cristina Fernández.
    “Que el retirar no es huir ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja la esperanza”. Frase de Sancho dirigida a Don Quijote tras una nefasta experiencia vivida por éste. Viene a decirle que a veces es preferible retirarse a tiempo y que esto no significa una derrota, sino un gesto de cordura porque el peligro a veces es mayor que la esperanza de conseguir una victoria. Estas sabias palabras parecen dirigidas a usted, Señora, en este especial momento de su vida. Piense, por favor, si no es mejor que renuncie a su cargo y se vaya a su lugar en el mundo (como usted lo llamó) en el Calafate a esperar, sosegada y resignadamente, el desarrollo de acontecimientos que no serán gratos para usted y que la tienen como principal gestora y protagonista. Este retiro, finalmente, no será más que una anticipo de la situación que le espera cuando se dicte sentencia en algunos de los casos judiciales que la tienen como acusada. Piense que debido a su edad usted no necesita los fueros para no ser encarcelada, por lo que su retiro ahora no significaría otra cosa que un anticipo voluntario del cumplimiento de futuras imposiciones judiciales.
    Su permanencia en los primeros planos de la política le está causando, tanto a usted como al país entero. un daño tan inútil como irreversible. Despójese por un momento del velo que le impide ver la colosal crisis que, en todos los órdenes de la vida, le han causado al país sus políticas populistas. Admita con humildad que su familia llegó al poder por defecto y no por mérito y que fracasaron rotundamente tanto sus planes dinásticos como el desastroso encumbramiento de la marioneta que detenta actualmente la primera magistratura.
    Pregúntese si los argentinos, empobrecidos al extremo durante sus gobiernos, son tan estúpidos para no haberse dado cuenta que, al revés que ellos, usted y su familia incrementaron inexplicablemente su riqueza. Mire las encuestas, por favor. La totalidad de ellas muestra que la mayoría de la población la considera culpable de los cargos de corrupción, además de anticipar su derrota en las elecciones de 2023. Su condena social ya está dictada, por lo que debería preguntarse qué sentido tiene librar batallas que ya están perdidas. No gaste más dinero en abogados que lucran por defender lo indefendible. La impúdica riqueza que exhiben usted y su familia es tan condenatoria que hubiera bastado con los servicios de cualquier modesto defensor de oficio.
    En el terreno de lo moral su inmediato retiro significará un generoso aporte a la pacificación del país, habida cuenta el exacerbamiento emocional que su encendida y gesticulante verba provoca en grupos minoritarios fanatizados y violentos. Déjelos solos, Señora, pero antes de irse y como un último servicio a su país, llámelos a la cordura. Pídales que cambien militancia por trabajo útil y convivencia fraterna, y que combatir al capital no es otra cosa que una imbecilidad que los dejará sin trabajo.
    Déjelos con el ejemplo de su patriótico renunciamiento para su reinserción en la vida cívica del país.
    Váyase ahora. Renuncie a todo. Piense en su familia. Disfrute de sus nietos, de sus lecturas, de su jardín, de la serenidad del retiro, de sus recuerdos, y mientras descansa en soledad en ese sitio que tanto quiere, haga de la contrición un culto y pida perdón por su falta de humildad, por su codicia y por haber ignorado que la corrupción y el apropiarse de los dineros de la gente en beneficio propio es el más refinado de los métodos del genocidio.
    Renuncie ahora y váyase al sur, Señora. Conviértase en la tierna abuelita que por su edad debería ser. Ya pasó el tiempo de sus gesticulantes actuaciones. No le atienda el teléfono ni se contacte con nadie que no sea de su familia. Desaparezca del escenario. Lo suyo ya fue. Su ausencia total y absoluta será su mejor servicio al pueblo argentino, sobre todo en este crucial momento que está viviendo el mundo por la agresión de la dictadura rusa a Ucrania, que le está dando a la Argentina una segunda oportunidad (la primera fue nuestra marginación en la reconstrucción de Europa tras la 2da. Guerra Mundial por el filonazismo de Perón) para intentar recuperar el sitio de gran proveedor de los recursos energéticos y alimenticios que hacen a Europa dependiente de Rusia. Para esto y para la generación de trabajo y la modernización del país se necesitan inmediatas inversiones, tanto locales como externas, que no se producirán en tanto usted y su influencia no hayan desaparecido del escenario nacional.
    Cierre su vida pública con un generoso y patriótico renunciamiento. Inspírese en la grandeza moral en San Martín, que prefirió el ostracismo a arriesgar las vidas de sus hermanos en luchas inútiles.
    Váyase ya, Señora, porque todavía está a tiempo de cubrir su fracaso político y personal con el piadoso velo de la ausencia.
    Buenos Aires, Octubre de 2022.

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