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Un choque cultural irresuelto

Ayer Malena Galmarini (para quien no hay “aumento de tarifas” ni mucho menos “tarifazo” sino una “redistribución de subsidios”, en lo que fue una confirmación más de que el fascismo populista es, antes que nada, una monumental manipulación del lenguaje) mostró unas fotografías de propiedades privadas y reveló lo que los propietarios de esos lugares pagan por el servicio de agua.

Quizás sin querer, como quien actúa por un reflejo condicionado de una cultura que penetró su cerebro hasta el mismísimo tuétano, la esposa del ministro de economía ponía frente a las cámaras de televisión una imagen que resumía la perfecta contracara de lo que le dio origen a la Argentina, de lo que se suponía venía a revolucionar lo que hasta el momento de la Constitución había sido ese país de bárbaros.

En efecto, la Argentina moderna vio la luz de la mano del principio del anonimato, plasmado con brillante prosa en el texto del artículo 19 de la Constitución: “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan la moral y las buenas costumbres, están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”.

Hasta aquel momento, el imperio de la mazorca -hija de la envidia y del resentimiento- llevaba a que no hubiera “anonimato”, a que las fuerzas de choque del fascismo rosista (y en general caudillista) escracharan todo lo que consideraban que atentaba contra el régimen para exponerlo públicamente y encender, de ese modo, la furia desesperada de las masas.

Es interesante en este punto detenerse en la etimología de la palabra “envidia”. “Envidia” viene de “en vídeo”, es decir, de “en ver”: la envidia consiste en “ver” lo que tiene el otro. Sin “vídeo” no hay envidia.

La contracultura que avanzó sobre los principios puritanos de la Constitución -que se basaban en que lo que cada uno haga con su vida (y, por lo tanto, con sus posesiones) está completamente restringido al círculo íntimo del individuo- logró cambiar de cuajo ese sentido común por otro según el cual “los magistrados” están autorizados a mostrar (es decir, hacer posible que los demás “vean”) lo que conforma la vida privada (incluso íntima) de los demás.

Se trata de un atropello inconcebible que atenta inclusive contra la seguridad de los ciudadanos toda vez que, una vez abierta la llave de la envidia (permitir ver), el funcionario no sabe qué derivaciones pueden tener sus revelaciones en las mentes enfervorizadas de las masas… Como en la mazorca.

Por lo demás, los ciudadanos que viven en las propiedades que mostró la señora Galmarini de Massa no eligieron pagar los precios que pagan por la energía o el agua: es el Estado (en cuyos sillones se sienta Galmarini) el que estableció antojadizamente esos valores.

Si Néstor Kirchner no hubiera roto todos los contratos de servicios públicos cuando asumió la presidencia y si el kirchnerismo sucedáneo no hubiera mantenido la anomalía en los precios de esos servicios (especialmente los relativos a la energía) jamás se habría llegado a esto. De modo que exponer fotografías de propiedades pertenecientes a ciudadanos privados, incitando al odio de clases, alimentando la sensación de injusticia con lo que les pasa a otros (cuando queda claro que el que armó todo el desbarajuste fue el Estado, es decir, ellos) es de una bajeza, de una indignidad y de una irresponsabilidad que no tienen límites.

La privacidad de las personas -de sus posesiones, de sus movimientos y de su vida- es una de las razones por las cuales la Argentina decidió independizarse de España: el país quería brindar a sus ciudadanos la seguridad de que aquí podrían asegurar el fruto de su trabajo de las intromisiones del Estado. Naturalmente la cultura heredada de tres siglos hizo muy difícil la concreción de esos ideales en un cuerpo legal constitutivo de la nueva nación.

Quizás en las inseguridades de aquellos inicios puedan encontrarse las explicaciones a las vacilaciones de hoy. La Argentina demoró seis años entre que amagó con un movimiento disruptivo de España y su efectiva independencia. Y luego postergó por otros 37 años la consagración de los principios de la libertad en un cuerpo legal organizado y completo. En todo el periodo de esos 43 años de anomía vivió en medio de guerras intestinas, divisiones atroces y dictaduras caudillistas de barbarie.

Ortega decía que España no podía darle a sus colonias algo que ella misma no tenía. Correlativamente, nosotros podríamos agregar que España le trasladó a sus colonias todo lo que ella misma era. Si bien su moderna pertenencia europea suavizó mucho ese rasgo, no hay dudas de que la envidia forma parte de los más íntimos pliegues de la personalidad hispana. Hay decenas de trabajos que indagan sobre el particular y hoy esos estudios están al alcance de cualquiera que quiera profundizar en el tema: se está a solo un click de Google de distancia.

Pero vaya una muestra solo como adelanto: el escritor español Julio Camba dice que “la envidia del español no consiste en conseguir el auto de su vecino, sino en lograr que su vecino no tenga auto”, en una brillante, ácida y a la vez certera forma de definir los rasgos más sutiles de la envidia. Naturalmente para desear que el vecino no tenga auto, el envidioso debe “ver” que tiene auto: no hay envidia sin “ver”.

Galmarini ayer -quizás de modo espontáneo, natural y creyendo que lo que hacía era perfectamente normal- mostró la hilacha de esa cultura que está en directa contradicción con la tradición constitucional del anonimato, del “no-ver”, de la no-envidia.

Su aparición no fue otra cosa más que un capítulo demostrativo más del fuerte choque cultural que padece la Argentina entre lo que parece desprenderse de su Constitución escrita (formal) y lo que es su Constitución cultural (material). Mientras ese choque no se resuelva y, con la misma naturalidad que Galmarini mostró esas fotografías ayer, se piense masivamente que eso es un disparate, el país no conocerá la verdadera libertad y, por lo tanto, no tendrá ni desarrollo ni futuro. Solo tendrá pasado y miseria.

Por Carlos Mira
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3 thoughts on “Un choque cultural irresuelto

  1. Anónimo

    FORTH EORLINGAS 👀
    Quien conducira???

  2. Javi Gales

    La Ceo de Aysa… si no fuera extremadamente trágico, es para cagarse de risa hasta morir ahogado.

  3. Gran Torino

    Fulbito para la gilada…

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