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“Sé cool: enterate que el comunismo ya no existe”

Probablemente, al calificar a algo como “viejo” (ni hablar si ese apelativo se aplica a una persona) quien lo haga crea que le aplica un golpe poco menos que mortal al argumento, a la idea o a la acción que critica.

En ese sentido, una de las victorias gramscianas más importantes de los últimos 33 años (desde que cayó el Muro de Berlín para acá) del comunismo ha sido convencer al mundo libre de que el comunismo terminó, que el comunismo es una cuestión del pasado y que cualquiera que plantee discusiones partiendo de la base de que el comunismo continúa siendo una amenaza, es una especie de lunático que no alcanza a entender la ignorancia de sus planteos.

Se trata, sin dudas de una estrategia maliciosa (no puede tener otra naturaleza si proviene de comunistas) porque, efectivamente, si alguien logra ser convencido de que un problema no existe más, dejará de prepararse para solucionarlo o incluso de defenderse contra sus consecuencias.

En ese sentido, que las usinas mediáticas del comunismo hayan logrado convencer a una buena cantidad de incautos que plantear discusiones sobre el comunismo es algo “viejo” no solo ha sido efectivo, sino que ha sido brillante: probablemente no haya ofensa más directa que decirle a alguien que es un “viejo” o que sus planteos son “viejos”.

Acusar a alguien de hacer planteos viejos es lo mismo que decirle parcialmente ignorante, algo así como que la persona en cuestión no tiene las suficientes luces para leer la nueva realidad y que es lo suficientemente obtuso como para creer que los ejes de discusiones viejas siguen siendo aplicables a los temas de hoy.

No puedo tener con esas posturas más que una sensación de lástima. Lástima por ver cómo sus mentes han sido colonizadas por lo que el comunismo quiere: hacerte creer que ya no existe para que dejes de defender lo que lo perjudica y que, al mismo tiempo, dejes de estar con la guardia bien alta contra sus ladinos zarpazos. Lástima también por verificar lo fácil que resulta embaucar a la gente.

En el fondo, el que acusa subliminalmente de ignorantes a los demás (porque supuestamente no se han aggiornado a los tiempos) son los que padecen la ciega ignorancia de no ver ni la estrategia comunista ni lo que ella persigue.

Son muchos los que han salido a criticar el discurso del Presidente Milei en el Foro Económico de Davos apoyados en esta idea de que el mandatario argentino advierte, sin razón alguna, sobre los riesgos de un fantasma que ya no existe y sobre un enemigo contra el que ya no vale levantar la guardia porque hace rato se dio por vencido. “Viejo”. “Hablas con el discurso de hace 50 años…”.

Probablmente no haya mayor simplificación que dar por terminada una discusión alegando que una idea o un determinado personaje ocurrió hace “50 años”. Seguramente esas personas crean que, en la Argentina por ejemplo, el peronismo ya no existe porque Perón murió hace 50 años. O que plantear un análisis a partir de Perón es “viejo”. No voy a agregar más nada en este sentido porque la evidencia que demuestra que ese anális es completamente errado, es súper abundante.

En efecto, parece muy cool ser moderno y hacerse el refinado que superó los clichés del pasado. Sin embargo, es sobre esas poses tilingas donde el comunismo sigue apoyando las vigas que lo mantienen vivo.

El totalitarismo nunca bajará los brazos frente a la libertad. No importa el rótulo que se le ponga. El objetivo siempre será el mismo: encumbrar a una élite minoritaria que se adueña de los medios de producción y reduce a los demás a la servidumbre.

Si la discusión se hubiera terminado con la caída del Muro, el mundo no seguiría viendo espectáculos tristes como las reuniones del buró del partido comunista chino, el enclave medieval de La Habana, los cientos de regímenes de sumisión que existen en África, las muy vigentes veleidades de Putin que aspira a restaurar la Unión Soviética, los asesinatos de opositores, envenenamientos de personas que reclaman libertad o la desaparición de otros tantos que tienen los mismos sueños. Tampoco asistiría a espectáculos como el de Caracas o a que un asesino confeso que persiguió la instauración de una dictadura marxista a través del éxito militar de las FARC haya llegado a la presidencia colombiana infiltrándose y haciendo uso de las liberalidades de la democracia.

Creer que todo eso terminó y que son solo ilusiones ópticas de un conjunto de “viejos” que “no la ven” porque no han sido bendecidos por las frescas oleadas de la “modernidad”, denota que los que “no la ven” son ellos y que su decisión de desempeñar un rol, de cumplir un papel para “hacerse el moderno” lleva consigo el peligro de convertirse en poleas de trasmisión de lo que el comunismo quiere: hacerle creer a todo el mundo que ya no existe y de que, hablar del peligro comunista hoy, es ser un “viejo” que quedó anclado en los estándares del pasado.

Nadie se defiende de lo que no existe. Nadie se preocupa por seguir profundizando un modelo que se oponga a una amenaza que ya terminó. Eso es lo que el comunismo quiere: que creamos que es algo del pasado y que el peligro de su existencia se esfumó entre los escombros de la capital de Alemania el 9 de Noviembre de 1989.

Francis Fukuyama el filósofo norteamericano de origen japonés confesó, muchos años después de escribir “El Fin de la Historia y el último Hombre”, cómo lo había engañado el triunfo aparentemente definitivo de la democracia liberal sobre las autocracias y el comunismo en el mundo.

Para todos los que creen que quienes aún advertimos sobre la amenaza comunista somos como aquellos viejos japoneses que, divididos en patrullas aisladas, seguían creyendo que la guerra contra los aliados continuaba, les recomendaría que leyeran a Fukuyama. Y si no pueden, me conformaría con que leyeran los diarios.

Por Carlos Mira
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One thought on ““Sé cool: enterate que el comunismo ya no existe”

  1. Maricel

    Excelente nota, como siempre! Vendrá muy bien para varios que dicen que el comunismo ya no existe. Gracias, por tu claridad!

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