Durante el fin de semana se han producido señales muy negativas para el futuro de la Argentina, sin bien, todas, a mi entender, se encuentran en línea con el plan trazado por el kirchnerismo desde hace ya mucho tiempo.
En primer lugar Fernández decidió suspender las relaciones con el Mercosur porque los restantes miembros del grupo por unanimidad decidieron avanzar con un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur.
La decisión no puede ser más sintomática tanto por lo que indica como perspectiva económica sino como señal. Desde el punto de vista económico, por supuesto, constituye una burrada muy difícil de empardar. El Mercosur es el único ámbito, prácticamente, donde la Argentina mantiene un comercio semi-libre. En especial con Brasil, nuestro principal comprador.
Escindirse del bloque por la torpeza de no ver los beneficios de la libertad en el comercio con una potencia asiática como Corea, no puede deberse solo a una supina ignorancia económica.
Las ventajas de unir el bloque a una economía completamente complementaria con la de la región, no pueden escapársele a cualquiera que tenga dos dedos de frente. Una asociación del Mercosur con Corea del Sur traería enormes beneficios en términos de multiplicación de la riqueza no solo para el bloque, sino particularmente para la Argentina. Entonces, siendo tan claros los beneficios de la movida (no debe olvidarse que conseguir a alguien que quiera hacer un negocio con un bloque tan cerrado como el Mercosur debe ser considerado en sí mismo una especie de milagro) las razones de la decisión de Fernández deben hallarse en otro lado.
Y efectivamente se hallan en otro lado. ¿En qué otro lado? Pues en el embrión mismo del plan, en la génesis intrínseca de lo que se proponen.
El kirchnerismo pretende llevar al país a la miseria; a una pobreza generalizada en donde un conjunto de esclavos reducidos a la nada porque les han robado todo, no tenga más remedio que depender de las órdenes de la nomenklatura instalada en el poder. Ese es el corazón del plan. Su núcleo; su centro básico.
Obviamente un motor multiplicador de oportunidades como es un acuerdo de libre comercio nada menos que con Corea del Sur es una anatema para esa estrategia. Miles de argentinos encontrarían en las nuevas posibilidades comerciales una forma de independizarse del clientelismo estatal y eso contraviene de modo directo las bases de la lógica fascista.
Ese esquema debe conducir de modo progresivo a un encierro asfixiante donde todas las actividades mueran y pasen a depender del Estado.
En ese mismo sentido se conoció un decreto que les prohíbe a las líneas aéreas vender pasajes al exterior. Esta es otra medida en línea con la jaula en la que el kirchnerismo está convirtiendo a la Argentina. Hoy, más allá de la pandemia, el derecho constitucional de salir del país ha sido prohibido por decreto.
El CV19 ha venido como anillo al dedo a este plan. Como decía Maquiavelo “quien controla el miedo del pueblo se convierte en el amo de sus almas”. El kirchnerismo ha sembrado el terror para mantener a la gente encerrada y hoy en día la cuarentena se manifiesta, antes que como una herramienta para luchar contra el coronavirus, como un elemento acelerador del plan de encierro, silencio y avasallamiento.
Obviamente la Argentina ha sufrido en el pasado avanzadas muy preocupantes del totalitarismo. Incluso intentos de revolución armada para instaurar una dictadura fachocomunista. Pero desde aquella época hasta hoy, nunca antes se han manifestado en público de modo tan claro los agentes orgánicos de esta avanzada totalitaria.
Juan Grabois, también durante el fin de semana, publico un tweet -nuevamente, como con sus famosas zapatillas Nike, valiéndose de un instrumento que inventó la filosofía que quiere destruir- en el que adjuntaba un cuadro de lo que llamó “línea de riqueza” para avisar que lo que en ese gráfico le pertenecía a sus dueños actuales había que “agarrarlo” (muy similar terminología a la de “arrancarle la propiedad a la burguesía”, utilizada por Marx en el manifiesto comunista) y llevarlo hacia lo que en el mismo gráfico él definía como “línea de pobreza”. Y advertía “ojalá sea con razones… Pero hacerlo lo vamos a hacer” (en un parafraseo de lo que había dicho otra fachocomunista como él, Graciana Peñafort, la abogada de Cristina Kirchner y Directora de Asuntos Jurídicos del Senado, cuando, en un tweet frente al fallo adverso del Procurador Casal a la petición de certeza que la vicepresidente había hecho a la Corte, dijo “está en manos de la Corte decidir si haremos esto con la razón o con la sangre, porque lo vamos a hacer igual”)
Si esto no es una amenaza directa en el sentido de que el país tiene dos opciones: o se allana a ser robado pacíficamente o el robo se perfeccionará de todos modos pero matando gente, se le parece bastante.
Reitero: desde la agresión armada comunista de los setenta, nunca antes se había escuchado una confesión pública tan clara en el sentido de que se han instalado en el poder para robarnos y, de ser necesario, matarnos.
Yo no sé cuántos argentinos están viendo esto. Probablemente solo una pequeña minoría. Asustados por la pandemia, bombardeados 7×24 con mensajes de reclusión y munidos, ellos mismos, de una tradición paternalista que necesita ver en el Estado la fuente de salvación a sus problemas, la gran mayoría está prestándose como carne de cañón a un plan maquiavélico de dominación y esclavitud.
Dios quiera que la razón nos ilumine y enfrentemos la barbarie con posibilidades de victoria.