Aruba

No le importa nada

Cristina Fernández es un ser despreciable. No tiene otro interés en su mente que no sea el suyo propio. El epítome del egoísmo; el epítome opuesto a la solidaridad que predica.

Lo único que le importa y que le importó siempre es el poder y su enriquecimiento. Para buscar riqueza más habida debe conservar un poder que la proteja.

Ese poder depende de las elecciones. Las elecciones son, en la mente bélica del kirchnerismo una batalla (es lo que dijo el intendente de Ensenada en el acto de inauguración de las casas sin techo cuando le dijo a la oposición la misma frase que Galtieri les dijo a los británicos: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla).

Ellos creen dirimir allí un “todo y nada” (si te gano te aplasto, si pierdo vuelvo a la “guerra de guerrillas” [disturbios, cortes, paros, huelgas, manifestaciones]) y a partir de una victoria Cristina sueña con profundizar su impunidad, su plan de venganza y la continuidad de su enriquecimiento.
Todos estos objetivos deben lograrse a cómo dé lugar, aún cuando ello implique embarcar a la Argentina en insustentabilidad que condene a los argentinos a una pobreza de infraestructura que los condene a la miseria por muchos años.

Pero, de nuevo, eso no le importa nada a Cristina Fernández. Nunca le importó eso.

Solo le importan sus objetivos y ella misma.

Ella misma depende de que sus objetivos se cumplan. Si fracasan puede terminar en la cárcel.

Su olfato le indica que sus objetivos están atados al electorado cautivo del conurbano bonaerense.

En ese bolsón de miseria, artificialmente creada por el peronismo por razones electorales y profundizada por los mismos motivos por el cristinismo castrochavismo, Cristina Fernández tiene puestas sus esperanzas para ganar.

Por eso no quiere llevar noticias de aumentos de tarifas de servicios a ese electorado Hundir a Guzmán frente a la comunidad internacional, no le importa nada. Es más, está dispuesta a bombardearle, desde el Senado, sus planes de uso de los DEG (Derechos Especiales de Giro) del Fondo Monetario.

El ministro tenía la idea de aplicar ese “regalo” para cancelar los vencimientos de Septiembre que el país supuestamente tiene con el cuerpo.
Fernández de Kirchner fogonea a Parrili para aprobar un proyecto que obligue al país a utilizar esos fondos para gastos de pandemia y no para cancelar deudas.

Es tal el odio que guía a esta señora que ni siquiera repara en que los DEG no son una moneda sino una unidad de cuenta con la que se pueden compensar deudas con el fondo pero no billetes frescos con los que se pueda hacer lo que se quiere.

No obstante estas ignorancias, el kirchnerismo logró sostener al comunista Basualdo en la subsecretaría de Energía, movida que, sobre el final, era juzgada más por su capacidad para medir peso político que por lo que se estaba discutiendo económicamente.

De todos modos este pequeño detalle no es menor. Que el cristinismo haya logrado mantener en ese lugar a un delegado de las políticas populistas de Fernández de Kirchner que pisan los ingresos de las empresas proveedoras de servicios, para mantener una irrealidad de precios que solo le de los votos de los argentinos engañados, es una prueba más de que la comandante de El Calafate solo tiene su propio interés entre ceja y ceja.
Lo que Fernández de Kirchner busca es que no haya aumentos de tarifas para sus votantes. Pero no por el bienestar de estos, sino para usarlos como vehículos de obtención de sus objetivos.

Tampoco le importa que el centro productivo de la Argentina (Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Neuquén, La Pampa) hayan tenido ya aumentos en esos rubros del 20% y deban seguir proveyendo a la Argentina con sus servicios: ella solo barrunta los votos del conurbano bonaerense, aún cuando esa política favorezca indirectamente a su odiada clase media de su también intragable Ciudad de Buenos Aires.

Esta misma política envileció los activos de la Argentina durante todo el primer kirchnerismo a tal punto que obligó al gobierno de Cambiemos a enfrentar la impopular noticia de la recomposición tarifaria. Situación que, obviamente, fue utilizada por el kirchnerismo en su nueva faceta de “guerra de guerrillas” desde la oposición, con interminables cortes, bloqueos, manifestaciones y empiojamientos de toda naturaleza.

Cristina Kirchner ha puesto en su balanza mental (como siempre) lo que le conviene a la Argentina y lo que le conviene a ella. Y ella siempre elige lo que le conviene a ella. No le importa el país, no le importa la gente (ni siquiera a aquella que usa como conejitos de laboratorio), no le importa el presidente lacayo al que puso para gobernar desde las sombras. Solo le importa ella, aunque para eso vea al país destruido a su paso.

Por Carlos Mira
Si querés apoyar a The Post Argentina, podés hacerlo desde aquí
o podés comprarnos un Cafecito.

>Aruba

2 thoughts on “No le importa nada

  1. Anónimo

    Son hombres politicamente capaces de levantar el país de su ruina moral interior y de una honestidad impecable, imprescindible como virtud y como ejemplo a la ciudadanía.
    Dos virtudes: identidad para gobernar y honestidad para dar ejemplo de vida. Luis Guillermo Lucchini. dni 4.583.945.
    Desde luego que los sostengo.

  2. Anónimo

    Espectacular, Carlos Mira, cómo siempre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.