El caso del atentado a la vicepresidente va tomando cada vez ribetes más extraños. Ahora resulta ser que Sabag Montiel aparece como una especie de “sicario por ideas” (en lugar de sicario por plata) que se prestó a intentar asesinar a Kirchner por compartir el hartazgo de Brenda Uliarte de ver a la vicepresidente salirse con la suya luego de robar por años.
A estas conclusiones parecería estar llegando la investigación luego de las aperturas de los teléfonos de Uliarte y de Agustina Díaz, el supuesto “amor de la vida” de Uliarte que participó de chats con ella hablando sobre el “plan”.
Esos chats son llamativos también. Si bien Díaz confirmó la legitimidad de los mismos y que pertenecen a sus diálogos con Brenda, la forma en que están redactados llama la atención.
Empecemos por decir que nuestra sospecha no es original (como algunas producciones periodísticas quisieron atribuirse hoy) sino que proviene de un muy ubicuo tweet publicado por Facundo Landívar que hacía notar la perfección de los signos de puntuación, acentos y demás reglas ortográficas que, en el uso de esa red en particular, son obviados incluso hasta por periodistas o escritores de renombre, como los signos de interrogación y exclamación de apertura, los acentos en las palabras “que” o “quien” cuando estas aparecen justamente entre esos signos y otros detalles por el estilo. Landívar concluía: “serán magnicidas, sí, pero cultos, eh…”
Sea como fuere el clima en la Argentina sigue enrareciéndose. Hoy se conoció que un paquete extraño apareció en la salida del garaje de la casa del juez Gorini, uno de los tres que integran el tribunal que debe juzgar por corrupción a Cristina Fernández de Kirchner.
Independientemente de que finalmente no era más que un envoltorio que contenía algunas frutas, no deberían dejarse pasar por alto estos actos que llevan por detrás un indudable cuño mafioso.
Estos globos de ensayo que van tirándose para amedrentar y transmitir terror son los que la Argentina está empezando a ver cada vez con más periodicidad.
El país ya vivió esto y sabe que pueden identificarse con facilidad los escalones iniciales de la violencia pero que nunca puede saberse en qué terminará la escalada. Fuera de los grupos guerrilleros de izquierda, el único movimiento político argentino que supo tener un brazo armado dispuesto a matar ha sido el peronismo. Ningún otro partido político democrático siquiera especuló con la idea de salir a la calle a matar argentinos. El peronismo sí.
Grupos de inteligencia montonera ya están trabajando para tratar de inventar un trazo conductor que una a la “banda de los copitos” con la oposición al kirchnerismo, especialmente con Macri.
Horacio Verbitzky busca la manera de vincular a estos marginales con “la vecina de arriba” de la vicepresidente y de allí saltar a Nicky Caputo y al ex presidente. Nadie sabe cómo lo hará. Pero para un as de los crímenes de agenda como es el editor del Cohete a la Luna puede hasta resultar divertido dedicarse a inventar una historia novelada que tenga la suficiente verosimilitud como para luego publicarla en su blog.
Los hilos de unión pueden saltar desde la obra pública a Boca y desde allí al sexto piso de Juncal y Uruguay (la casa de la vecina vicepresidencial) en un ir y venir de sospechas e intrigas que dejarían boquiabierta a la mismísima Agatha Christie. Verbitzky ya lo ha hecho. No es una novedad para él. Se trata de lecciones que le ha transmitido con lúcidos detalles a los Kirchner. Siempre sus objetivos pasan por vincular nombres. Nunca le interesó probar inocencias o posturas: siempre buscó plantar dudas sobre sus enemigos, generando árboles genealógicos con “la prima de la cuñada de un hermano del tío”. Fue lo que intentó también la vicepresidente con el fiscal Luciani y con uno de los miembros del tribunal. Refutar pruebas, nunca; insinuar conexiones “sospechosas” siempre.
El país debería estar atento a este caldo de cultivo. Aunque lo que se sabe del atentado del 1 de septiembre hace pensar que estamos frente a un grupo de improvisados marginales -como los que a veces vemos en alguna película por televisión- que guardan más relación con delirios psicológicos que con conspiraciones políticas, también es cierto que el hecho puede ser utilizado para generar un clima de presión política-callejera a los jueces del tribunal que deben juzgar las conductas de Cristina Elisabet Fernández. El peronismo ya lo ha dicho con todas las letras: “¿Quieren paz social? Terminen con el juicio de Vialidad”.
Resulta obvio que ningún país civilizado puede vivir eternamente bajo este tipo de chantajes. El peronismo lo ha ensayado con éxito durante más tiempo del recomendable. Es hora de acabar con él y de estar prevenidos para no comerse ninguna especulación cuya finalidad verdadera no sea otra cosa más que otro capítulo de la misma extorsión.
Cada vez tengo menos dudas que esto estuvo armado para conectar los “discursos de odio”, con el accionar de grupos violentos, o de simples personas comunes y corrientes que bajo “la influencia” de estos “discursos de odio” serían llevados a cometer estos actos extremos y violentos. Así convencen a la ciudadanía de sancionar leyes para amordazar a los medios. Por suerte ya nadie les cree nada.