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Especulaciones

Según el entorno de Massa asegura, la primera meta del nuevo ministro no será bajar la inflación sino acumular reservas.

Hay una manera rápida de lograr eso: liberar el cepo y abolir las retenciones.

¿Qué diría la vicepresidente si se le hiciera llegar un programa cuyo primer capítulo fuera ese?

¿Adónde quedaría su verborragia bolivariana delante de todos los idiotas útiles que le han celebrado cada una de las acostumbradas sandeces que, en esa línea, ha venido repitiendo por años?

Algunos dicen que Massa en lugar de eliminar las retenciones podría bajarlas por un periodo limitado y a eso agregarle una fórmula más prolija y más simple para que los exportadores accedan a los valores libres del dólar.

Otros dicen que el nuevo ministro podría desdoblar el mercado de cambios creando un dólar financiero (aplicable a todas las operaciones que no involucren el comercio exterior) y un dólar comercial para estas últimas con un acelerado crawling peg.

También aceleraría las adecuaciones tarifarias de energía para disminuir al mínimo posible la utilización de divisas para pagar gas importado.

Cualquier combinación de estas medidas provocaría una aceleración de la inflación sobre índices que ya son intolerables para la clase media, aquella que dice ser la preferida del nuevo ministro.

Si estas medidas de sinceramiento que terminen con la mentira intervencionista del kirchnerismo no son acompañadas con una reforma de la estructura del gasto que revierta el camino creciente de participación del Estado en el producto, es probable que el nuevo ministro salga eyectado a la estratosfera en medio de una convulsión social. 

Sería una especie de Rodrigazo pero no con un país en donde la pobreza nones de un dígito como en 1975 sino en uno en donde la mitad de la población está en esa condición, condición, obviamente, a la que fue llevado por casi 40 años del delirante peronismo.

La pregunta cabe nuevamente: ¿qué dirá la vicepresidente cuando le vayan con estas noticias?

Kirchner sabe que si a la montaña de pruebas que la Justicia tiene acumuladas en su contra para condenarla a la cárcel (aunque por su edad no quede tras las rejas de modo efectivo, porque en la Argentina la ley no es igual para todos y un militar de los ‘70 -mayor de 80 años incluso- sí puede pudrirse en un pabellón sin acceso a ninguna piedad, pero la “señora”, no) se le sumara un desboque inflacionario y una renuncia a todo su verso izquierdista, protagonizará uno de esos raros casos de la historia en donde ésta, gracias a la combinación fatal de determinados factores, les permite a los propios intérpretes ser testigos de su propia ruina.

Todo eso hace suponer que la vicepresidente no dará su aval a un “programa” de esta naturaleza.

Allí deberíamos pasar a tratar de situarnos en la piel de Massa. 

El nuevo ministro sabe que ha jugado su última bala en la única carrera que le interesa: la presidencial. Si le sale bien, obviamente, será el candidato puesto del oficialismo. Si le sale mal será algo muy parecido a una temprana jubilación de la política.

Tiene en sus manos la carta fuerte de que el gobierno -y, fundamentalmente, los Kirchner – no tienen opciones a la vista, salvo la imposición definitiva de una dictadura pura y dura al estilo cubano, que repudie definitivamente la relación con el mundo y restrinja ya de modo completo las pocas libertades que quedan.

Pero ese no es un escenario fácil de imponer en la Argentina y, si se intentara, las consecuencias serían inimaginables.

Para avanzar con un “plan occidental” Massa, tarde o temprano deberá arrebatarle al presidente a uno de sus últimos soldados: el inservible ministro de relaciones exteriores, Santiago Cafiero. Y dije a propósito, “ministro de relaciones exteriores” porque me da vergüenza llamarlo Canciller.

El nuevo ministro tiene excelentes vínculos con la embajada norteamericana en Buenos Aires y con varios funcionarios hemisféricos del gobierno de Joe Biden.

Deberá utilizar gran parte de ese poder de fuego en el mismísimo inicio de su gestión para intentar borrar los efectos dramáticos del papelón protagonizado por el gobierno con el envío a Washington de un conjunto de aficionados encabezados por una entonces ministra de economía de la que nadie podía asegurar que fuera una encumbrada figura de un gobierno extranjero o una vendedora ferial de chipás.

El conjunto de empresarios que aupó a Massa hasta el sillón del ministerio tampoco es un dechado de individuos fervorosos defensores del libre comercio: al contrario, todos ellos se hicieron millonarios por sus conchabos con el Estado. De modo que no puede esperarse de allí una presión hacia el diseño de un país liberado de ataduras estatales.

El problema es que las ataduras estatales son, precisamente, las generadores de los dos adefesios económicos que hereda Massa: el gasto público (madre del déficit y por lo tanto de la deuda, de la emisión y de la inflación) y las regulaciones cambiarias (que producen la escasez de dólares, el cierre de la economía, la escasez de insumos, la caída de la productividad y el aumento de la pobreza).

Quizás la personalidad del nuevo ministro -un camaleón interminable que nadie sabe bien qué es- sea un punto favorable para la coyuntura. Nadie como él para hacer equilibrio entre los filos de dos precipicios. El problema es que el tiempo se acaba para quedar bien con Dios y con el diablo. 

Tal vez la historia les de a los argentinos contemporáneos la posibilidad ser testigos presenciales de otro hecho sin precedentes: ver a Massa, por una vez en la vida, tomar un partido definitivo por algo.

Por Carlos Mira

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One thought on “Especulaciones

  1. Matias

    Massa no se va a jubilar nunca, Carlos, por dos razones:
    1) La historia nos ha demostrado de manera taxativa que cualquier monigote mentiroso e inservible puede ser presidente de nuestra republiquta, sin importar la cantidad de mentiras e imposturas documentadas que puedan existir. Votamos cualquier basura. Y a pesar de todas las mentiras y arengas anti K que Massa desparramó durante su campaña, hoy “despierta” cierto entusiasmo entre la sociedad… ¿estamos todos locos?
    2) Massa es un service y trabaja para EEUU y hay abundante y sobrada evidencia de esto. No es común que un simple diputado visite dos veces por semana la embajada de EEUU, ni que haya viajado a Washington las veces que lo hizo, solo por mencionar las cosas mencionables y que estan a la vista de todos.

    El tipo, es un mono con navaja. Ojalá que nunca llegue a la presidencia porque las consecuencias pueden ser aun peores que las de haber tenido 15 años de Kirchnerismo.

    Y nosotros somos la sociedad mas estúpida e infantil que se ha visto desde que existe Argentina, por lo que no albergo esperanza alguna sobre nuestro futuro.

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