Las lanzas de la venganza no tienen límites. Es tanto el odio acumulado contra quien los venció en las urnas que nada calma su necesidad de estar constantemente planeando ataques.
Ayer, la herramienta del rencor del día fue un allanamiento en la quinta Los Abrojos. Una fuerza policial se presentó allí para secuestrar los videos de las cámaras de seguridad de la casa del presidente Macri para verificar si el fundador del PRO había roto la cuarentena luego de su viaje a Europa.
Macri había recibido hace unos días a los intendentes de Pinamar, Martín Yerza, de San Antonio de Areco, Francisco Ratto y de Olavarria, Ezequiel Galli.
En declaraciones posteriores, Yerza aseguró que la reunión había sido al aire libre y con distanciamiento y que allí habían conversado de la relación del gobierno nacional y provincial con los intendentes de la oposición. También contó que Macri se mostró preocupado por la demostración policial en Olivos y se sintió muy defraudado por los anuncios del presidente sobre la Ciudad de Buenos Aires. Yerza aclaró que tampoco comprendía muy bien porqué un gobierno que siempre había contado con el oído abierto de una oposición limpia y honrada salía a castigarla de este modo traicionero y por la espalda, sin un consenso previo.
Ahora el gobierno persigue a Macri bajo el argumento de haber violado la cuarentena. Sin embargo, el presidente que le prohíbe a los argentinos reunirse con amigos y comer asado se pasea por todo el país, sin barbijo, sin distanciamiento, en comilonas formidables y recibiendo a quien según él es el sindicalista ejemplar de la Argentina, Hugo Moyano, y a su familia ¿para hacer qué?, pues comer justamente un asado, en medio del encierro obligatorio que él mismo impuso.
Ya no se sabe qué otras evidencias aportar para demostrar que el gobierno kirchnerista vino para imponer una dictadura a la que todo se le permite, empezando por, naturalmente, todas las cosas que esa dictadura le prohíbe al resto de los argentinos.
El gobierno corta los micrófonos de la oposición en el Congreso, trata a los argentinos de los banderazos como “argentinos de mal” y a los que viven del Estado bajo planes que pagan los contribuyentes, “argentinos de bien”. La presidente virtual remueve a los jueces que la juzgan en las causas en que está procesada por haberle robado al pueblo. Se imponen restricciones draconianas al ahorro del trabajo honrado, mientras los señores feudales compran dólares o los roban en bolsos, los ocultan en conventos, los cuentan en cuevas o los guardan en los altillos de la casa de la suegra real, tal como con lujo de detalles declaró ante la Justicia el ex contador de los Kirchner, Víctor Manzanares.
Pero como el gobierno está en el poder porque ganó las elecciones no es posible analizar la película completa si no es con una mirada a la sociedad. Si bien la elección salió 48 a 41 y bien podría decirse que hay una profunda división acerca del modelo de Argentina que los argentinos prefieren, no hay dudas que hay una porción mayoritaria de ellos que no condenan el tipo de perfil que el gobierno representa.
Por empezar el gobierno representa una corriente racista cada vez más pronunciada y desbocada en la Argentina. Nunca antes en el país fue tan notorio el odio de clase entre argentinos como tampoco lo fueron el tipo de medidas que un gobierno toma con el claro sentido de profundizar y, de algún modo, materializar ese odio.
Todas las medidas tomadas por el dúo de los Fernández (aunque todos saben dónde está el embrión que las motoriza) son en contra de la gente que tiene algo, en contra de la gente que trabajó honradamente y como fruto de ese trabajo lícito, alcanzó algo en la vida.
Se restringen los derechos de esas personas, se confiscan sus ahorros, se maldicen sus valores y se estimulan los opuestos, se avanza sobre su propiedad, se activan medidas que aceleran su deterioro, se las ataca públicamente con incitaciones a la violencia que puede saberse cómo empiezan pero no cómo terminan, se las encierra, se las usurpa, se las persigue, se las allana.
La medida tomada contra el presidente Macri tiene mucho de simbólico. Se echa mano de una excusa pueril (que hasta el propio Mr Misery fue pionero en violar) para enviar un mensaje que consiste en decir “no los vamos a dejar en paz”: hoy será un allanamiento, mañana un impuesto confiscatorio, pasado un manotazo a las arcas de las jurisdicciones que gobiernan, otro día un escrache y quizás algún día la cárcel o una golpiza callejera: vamos a ejercer contra ustedes la violencia física, judicial, fiscal, mediática y toda otra que se nos ocurra todo el tiempo.
Esta es la verdadera naturaleza y el verdadero programa de gobierno del kirchnerismo. No los anima otro norte que no sea la impunidad y la venganza. Se valdrán de hordas de marginales para convertir a este país en una toldería de rencores. La Argentina, la promesa mundial del futuro al comienzo del siglo XX, se convirtió, gracias al peronismo, un siglo después, en una tierra arrasada por la ignorancia y la ignominia.
Viva Perón!!