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Efectos residuales

Hace algunos años un spot publicitario de un conocido insecticida promocionaba su impresionante “efecto residual”, es decir, su capacidad para seguir matando mosquitos y otros insectos mucho tiempo después de haber sido utilizado.

Algo parecido sucede con el kirchnerismo y la Argentina: ese engendro delictivo instalado en el gobierno tiene la capacidad de seguir produciendo daño mucho tiempo después de haber actuado.

En este caso, los momentos originales de la acción se remontan a distintos instantes del primer kirchnerato (2003-2015). El primer eslabón de las consecuencias que estamos viendo hoy y que en un momento explicaremos, ocurrió en 2005 cuando el entonces gobierno de Néstor Kirchner planteó vincular el pago de la deuda a los acreedores del canje con un bono atado al crecimiento.

Por ese mecanismo la Argentina pagaría un adicional en el caso de que el país creciera por encima de un porcentaje de PIB determinado.

Luego, siendo ya Cristina Fernández presidente y Néstor en el papel de “presidente en ejercicio”, se intervino el INDEC para fraguar todas las estadísticas públicas y de ese modo seguir vendiendo gato por liebre al pueblo, en uno de los capítulos más salientes del “relato”.

Una de las maniobras de esa intervención consistía en elaborar presupuestos que subvaluaban la tasa de crecimiento con lo que se obtenían dos efectos “beneficiosos”: el gobierno contaría con recursos extrapresupuestarios sin control y los acreedores no cobrarían el adicional por el bono atado a esa circunstancia económica.

El propio Néstor Kirchner se vanagloriaba públicamente por haber encontrado una maniobra para estafar a los acreedores. Pero claro, éstos, lejos de ser idiotas, presentaron sus reclamos ante los tribunales competentes de New York y es ahora cuando se empiezan a ver los resultados de aquellas avivadas argentinas.

Recientemente la jueza Loretta Preska decidió que el país deberá mostrar cómo calculó las estadísticas económicas, también, revelar cuál fue la metodología que utilizó para medir el PIB y la actividad económica en 2013.

El fondo de cobertura Aurelius Capital Management, con sede en Nueva York, afirma que la entonces presidenta Cristina Kirchner manipuló las cifras del PBI de ese año para evitar pagar a los tenedores de los títulos miles de millones de dólares que se les debía.

Aurelius estima que, por la falsedad de las estadísticas durante la presidencia de Cristina Kirchner, la empresa perdió (o fue impedida de cobrar) unos 61 millones de dólares.

Según los demandantes, el entonces ministro de Economía Axel Kicillof, había anunciado que el PBI del 2013 había crecido 4,9%. Un mes más tarde, informó que por una revisión de cuentas (cambio de base de 1993 a 2004), el crecimiento había sido del 2,9 %. O sea, no había que pagar el cupón porque el límite para que el país estuviera obligado a hacerlo había sido acordado en el 3% de crecimiento.

La jueza dice ahora que el país deberá entregar evidencias para justificar el cambio de base de cálculo del PIB como, por ejemplo, comunicaciones entre las personas que tomaron esa decisión.  Hay que decir también que el de Aurelius Management Group no es el único juicio de esta naturaleza: hay otros siete en curso.

En los tribunales, Argentina afirmó que ha realizado todos los pagos de los cupones, por un total de casi 10.000 millones de dólares, y ha pedido al juez que desestime las demandas. El tribunal denegó esta petición.

Además de este juicio, Argentina también enfrenta una demanda en su contra en los tribunales ingleses presentada por cuatro fondos de inversión. La denuncia es la misma: que el país manipuló datos económicos para evitar pagos relacionados con los instrumentos de deuda soberana vinculados al crecimiento.

Si bien pudo haber especulaciones en la compra de estos bonos en el mercado (se dice, por ejemplo, que muchos fondos compraron estos cupones el año pasado cuando advirtieron que estas demandas por diferencias en los pagos tenían chances serias de prosperar) no hay dudas que las técnicas ilegales del kirchnerismo hacen ahora que el país vuelva a estar en el candelero no solo por no pagar lo que debe sino por tratar de evitarlo con maniobras fraudulentas.

Resulta francamente increíble como todo el accionar interno e internacional de este engendro político está teñido por la ilegalidad. Parecería que no pueden hacer nada ajustado al derecho y, en este caso, a la palabra comprometida: todo tiene que ser trucho, ilegal, por debajo de la mesa, teñido de esa pretendida “viveza” que luego termina con el país en el banquillo de los acusados.

Es una lástima que estos casos pertenezcan a una esfera técnica sofisticada, lejos del alcance del gran público, incluso lejos de las lecturas cotidianas del gran público. Porque todos ellos son una demostración más que prueba en manos de qué tipo de gente que ha caído la Argentina.

El largo brazo de la ley seguirá persiguiendo a los estafadores hasta debajo de los zócalos, tal como aquel tradicional insecticida perseguía a los insectos.

Por Carlos Mira
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2 thoughts on “Efectos residuales

  1. Anónimo

    Carlos, vos lo explicaste de manera muy sencilla, yo que no soy ni sofisticado ni técnico lo entendí perfectamente, lo que sí faltan son comunicadores con capacidad didáctica, pedagógica, que sean capaces de bajar al llano lo complejo para el vulgo, no es tu caso, una de las cosas que más destaco es tu capacidad para hacer entendible lo inentendible, te sigo hace más de veinte años, te conocí a través de mí padre, que ya no está, un día me dijo “tenés que escuchar a este tipo” y desde ahí has sido como un predicador para mí, tu programa es el último que escucho por la noche, en diferido, por radio cut, antes miro o escucho otros y para el final: EL POSTRE, mira quién habla.

  2. Hugo Alberto D'Angelo

    Soy el que firma como “anónimo” arriba, se me escapó poner mi nombre.

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