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Camino de servidumbre

El kirchnerismo comenzó una acción coordinada y a la vez burda para estatizar la compañía Edesur.

Cómo sabemos, desde hace 28 años el mercado de energía eléctrica fue concesionado a la operación de compañías privadas.

Para ello, previamente, las diferentes etapas del proceso fueron divididas en tres segmentos (de generación, transporte y distribución) en un esquema elogiado y copiado a posteriori en varios países del mundo que tomaron el modelo argentino como ejemplo.

Edesur, que tuvo varias composiciones accionarias desde aquel momento, siempre mantuvo el area de servicios de la zona sur de la capital y del gran Buenos Aires.

Últimamente viene experimentando problemas en el suministro eléctrico de varios municipios del conurbano bonaerense lo cual encendió el pretexto para la ofensiva kirchnerista encabezada por varios intendentes, desde Insaurralde hasta Mayra Mendoza que, abiertamente, han salido en redes sociales a pedir por la revocación del contrato de la empresa.

Algunos intendentes, demostrando una ignorancia inadmisible para un funcionario público, acusaron a la compañía de enriquecerse salvajemente durante el gobierno de Macri, ignorando que la parte del león de esos ajustes se los llevó el segmento de generación que era el que necesitaba recuperarse para poder devolverle a la Argentina la energía despilfarrada durante la “década ganada”.

Los ajustes de tarifas no fueron para el segmento de distribución, aunque este sea el que, frente al cliente, ponga la cara con su nombre en la factura final.

Edesur a su vez contraatacó culpando a varios municipios por no tener la infraestructura mínima en condiciones como para que la empresa pudiera desarrollar su tarea.

En toda esta discusión surgió también el siempre presente costado cándido de algunos argentinos que salieron sorprendidos a preguntar por qué el gobierno querría hacerse de una empresa con estrés financiero, con problemas en la prestación de servicios y sin cash flow atrayente.

Son interrogantes inocentes de gente que no termina de entender la verdadera naturaleza del kirchnerismo.

Este movimiento viene a copar el país. Por lo tanto aplica a sus tácticas una concepción militar de la existencia según la cual no hay objetivos secundarios, inútiles o pequeños: toda posesión del enemigo que pueda tomarse debe tomarse; no importa si es pequeña o aparentemente inútil.

Siempre servirá para tener una posición más de poder y para acomodar allí trastes propios para ir configurando la nomenklatura privilegiada que vinieron a instaurar.

Porque no nos olvidemos que hay que remunerar -a costa de la sociedad esclava- a los burócratas del régimen que necesitan de lugares públicos para seguir chupando la sangre de los ciudadanos.

Desde ese punto de vista se hace imperioso contar con “sillones” disponibles para la tropa propia.

Confiscar propiedad privada para pasar a ubicar allí a esos inútiles es muy importante para un régimen de corte fascista como el kirchnerismo.

En ese sentido no hay que olvidar la concepción militar de la vida que tiene este movimiento. Para cualquier desprevenido Edesur podría ser un peñón perdido en el medio del océano. Pero para un estratega de la ocupación no lo es. 

Para el militar toda posesión enemiga debe conquistarse. Después veremos para que sirve o que utilidad se le puede dar. Pero el primer deber es ocuparla.

Lo mismo ocurrió con la frustrada acción en Vicentin: el objetivo era desplazar al adversario de una posesión y colocar allí una cabecera de playa de fuego propio.

El proyecto se frustró por la reacción popular, pero en el caso de Edesur la malicia kirchnerista especula con que nadie saldrá a defender una empresa con los problemas de servicio para con los clientes que tiene Edesur.

Otra de las manifestaciones de incomprensión que se escucharon se relaciona con la inconveniencia que supuestamente tiene para el gobierno el tomar a su cargo, precisamente, una compañía con tantos problemas de prestación del servicio.

Pero estos cándidos olvidan -una vez más- que el gobierno no tiene ningún interés en mejorar el servicio o en preocuparse por la suerte de la gente.

Al gobierno solo le importa hacerse de la propiedad ajena para ganar porciones de poder en su camino hacia la dominación completa de la sociedad.

Quienes apliquen a la pretensión de entender la lógica kirchnerista un criterio de sentido común o de inocente lógica económica, se equivocarán.

Y en este caso, es probable,  que lo que advirtieron inteligentemente algunos (esto es,  que, a diferencia de Vicentin, aquí no habrá un fervor popular por defender a Edesur) sí se termine materializando y el gobierno encuentre allanado su camino para cumplir su objetivo y encima contando con el beneplácito público.

Para todos aquellos que aún creen en esos espejitos de colores y que tienen cierta edad, les convendría recordar el antro de corrupción, ineficiencia y robo que era Segba durante toda la etapa de su nefasta existencia.

El fascismo no se detendrá en su avance totalitario (o “todolitario”, si lo prefieren). No le importará nada comerse cachetazos públicos como los de Vicentin. Ellos seguirán su camino en dirección a su norte de dominio.

Los inocentes que pretendan entender este proceso aplicando su naive lógica de buena fe, no tardarán en convertirse en engranajes útiles en la tarea de pavimentar el camino de la servidumbre.

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