Ayer Cristina Fernández de Kirchner, (sin querer, porque los burros no son conscientes de los fallidos que cometen) entregó, en algo que pretendió ser un sarcasmo y terminó siendo una confesión, una notable definición sobre lo que piensa y en lo que cree.

Queriéndose hacer la graciosa dijo que los halcones y las palomas eran “individualistas” porque “volaban solos”, en cambio, dijo, “yo soy pingüino y los pingüinos somos ‘colectivos’, vamos todos juntitos…”

La claque que la acompaña y que, igual que ella, no distingue un tornillo de una pipa y además están prendida en el yeite del estatismo colectivista, le festejó el chascarrillo como si hubiera sido una ironía a su favor.

La cabeza no les da para comprender que lo que acababa de ocurrir era, insisto, una confesión tácita que lo que defiende esa banda de impresentables encabezados por la hotelera condenada es un sistema en donde los ciudadanos se desprenden del regalo más preciado que les obsequió la vida, esto es, su individualidad para entregársela a un conjunto de vivos que bajo el cuento de “ir todos juntitos” se quedan con la parte de león mientras la pobre gente chapotea en la mierda.

¿Qué mayor bendición que “volar solo”, como, según Kirchner, hacen los malvados de tanto palomas como halcones?

El ser humano fue pensado para volar solo. Con una única aclaración: esa invalorable independencia sucede en un marco de competencia y cooperación con otros “voladores individuales” que, para volar solos, también compiten y colaboran con sus semejantes sin que por ello le hayan entregado la soberanía de sus decisiones a un capitoste que previamente los convenció que decidiría por ellos mejor que ellos mismos.

El éxito de las sociedades desarrolladas sucede donde los ciudadanos se dan cuenta que el secreto de la abundancia reside en la interdependencia de individuos libres que, dentro de un orden jurídico previsible e igual para todos, deciden su plan de vida y que para ejecutarlo compiten y al mismo tiempo colaboran con sus semejantes.

Es lo que en inglés se llama coopetition es decir, justamente, una simbiosis de “cooperación” y “competencia” que entrega, a las sociedades que logran desentrañar sus secretos, un nivel de afluencia y calidad de vida muy superior a quienes deciden obcecarse y emprenderla contra él.

De modo que ese pasaje de la clase “magistral” que la señora de Kirchner (una burra metida en el traje de un sabio) nos regaló ayer hay que agradecerlo como una confesión franca de lo que cree, persigue e intenta seguir imponiéndole a los argentinos que quieren “volar solos”.

En otro momento preguntó retóricamente (hablando contra la dolarización) “¿se imaginan ustedes un país sin política monetaria y sin política cambiaria?”

A eso habría que responder con otra pregunta: ¿usted se refiere a esta política cambiaria y monetaria?, ¿a la que está aplicando su gobierno? Porque si es por eso, la verdad que viene quedando bastante clara es que lo que usted llama “política monetaria y cambiaria” no es más que un juguetito con el que los políticos como usted se pueden dar el lujo de robarle al pueblo al que dicen defender vía la inflación galopante y el insoportable desasosiego de no tener una herramienta de intercambio y de ahorro. 

Esa es la verdad de los últimos 80 años en la Argentina peronista, señora “profesora magistral”.

Está claro que Cristina Fernández de Kirchner especula con un hecho al que da por seguro. O mejor dicho con dos: 1) la complicidad de los de su misma clase que están preparados para robar igual que ella (por eso la aplauden y le festejan sus burradas), y 2) la enorme ignorancia (muy superior a la de ella misma) de una masa de zombies (todavía electoralmente importante) a la que se han encargado de fabricar en las ultimas ocho décadas vía el adoctrinamiento, el clientelismo, la demagogia y el resentimiento social.

Seguramente el de ayer fue un gran día para Javier Milei que estaría escuchando aplaudiendo como una foca la sarta de ignorancias que, en bandeja, le estaba entregando -listas para ser fácilmente rebatidas- la vicepresidente.

Escuchar hablar hoy al kirchnerismo de “la derecha”, cuando la señora vivió de los consejos de Domingo Cavallo y de la virtuosidad de la Convertibilidad durante más de 10 años causaría gracia, si no fuera trágico.

Está bolche de Louis Vuitton y Rolex Presidente insinúa ahora profundizar el establecimiento de un Estado policial que persiga y detenga ciudadanos por operar con dólares, como quedó demostrado ayer después de que el gobierno desplegara sus peores armas en materia de amenazas y amedrentamientos contra argentinos de los cuales sospecha hicieron subir la cotización de los dólares libres.

Lo mismo que el ministro de economía de la UCeDe que ahora cree en los controles sociales de precios, ejecutados por matones que deberían adoptar a “Corleone” como su segundo apellido.

Ya han insinuado también meter presos a aquellos que desde los medios insinúen o influyan en la gente para que compre dólares en lo que sería ya la materialización concreta de una venezualización antigua de la Argentina (y digo antigua porque Venezuela se dio cuenta que “liberar” la tenencia de dólares podía mejorar su escandalosa pobreza).

La profesora magistral también dijo que “el acuerdo con el FMI es inflacionario” para seguir apareciendo como que sabe de materias que le son tan ajenas como la física cuántica. 

Fue un párrafo que debió ponerle los pelos de punta a su ministro de economía, que justamente le prende velas a Kristalina Giorgeva para que aliviane los desembolsos de este año.

¿Qué pasaría si Fernández renunciara y la profesora magistral se hiciera cargo del gobierno? Si uno tuviera que deducir la respuesta de lo que dijo en su “clase” de ayer sería más o menos lo siguiente: repudio de la deuda, emisión descontrolada de billetes, persecución a ciudadanos individuales, fortalecimiento del estado policial, espionaje, milicias populares, confiscaciones de empresas, prohibición de la salida del país, cierre de fronteras, expulsión de empresas extranjeras, control estatal de los medios y de internet, alianza con China y Rusia y declaración de la ilegalidad del dólar.

Más allá de la existencia (increíble pero real) de una franja de termocéfalos aún importante que puede hacerse encima cuando escucha estas cosas, hay una enorme masa de argentinos que quieren “volar solos”; ya sean palomas o halcones, pero solos.

Ya no soportan ni las maestras ciruelas, ni los matones de pacotilla, ni los burros con trajes de sabios. Se hartaron. Solo quieren oxígeno para respirar. Y no van a renunciar hasta que lo tengan.

Por Carlos Mira