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Analizando un spot

El principal spot de campaña del Frente de Todes da vergüenza. En consonancia con todo lo que hacen, uno no puede sentir otra cosa que repugnancia al verlo. La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo puede ser que se atrevan? Pero se atreven. Y a ese atrevimiento, que muchas veces no se controvierte, se debe su avance.

Por eso al menos desde este humilde lugar queremos salir a enfrentar tanta desvergüenza y tanta impostura. Vamos a ir párrafo por párrafo para que nada quede en el tintero.

El aviso tiene un comienzo memorable: no conforme con lo que fue la espantosa administración de la pandemia dicen “Salimos a buscar las vacunas…”.

Lo dicen como si la responsabilidad del gobierno les hubiera dado otra alternativa, como si ese no fuese su deber, como si fuera algo que debiéramos agradecerles, cuando en realidad era su obligación. Obligación que bastante mal cumplieron después de todo, cuando dejaron caer un acuerdo privilegiado con la compañía Pfizer que comercializa el mejor inmunizante del mundo, decisión que privó a la Argentina de tener 13.5 millones de vacunas en diciembre de 2020, antes que cualquier otro país. Nadie sabe cuántas vidas se hubieran salvado si la decisión de ceguera ideológica y de preferencia geopolítica de Cristina Fernández de Kirchner no hubiera puesto a la Argentina de rehén del proveedor más inconfiable del mundo, la inservible Rusia.

Luego sigue diciendo “salimos de vacunarnos y, de a poco, las cosas nos van a empezar a salir”. En realidad, de vacunarnos no salimos, porque apenas poco más del 20% de la población argentina se halla plenamentevacunada, sin política de testeos y sin noticias de cuándo llegarán las segundas dosis de Sputnik ya sea de Rusia o de producción nacional. Eso sí: lo anuncian 40 veces cada dos días para mantener vivo el engaño.

En cuanto a que “las cosas nos van a empezar a salir” francamente no se ve muy bien cómo, toda vez que las medidas que se toman no conducen a otra cosa que no sea el éxodo de empresas (que se supone son las que dan trabajo), al cierre de comercios y a la caída de cada vez más gente en la pobreza. En realidad, los que están saliendo son miles de jóvenes que se van de la Argentina, convencidos de que allí no hay ningún futuro. Son los mejores, los más educados, aquellos que han accedido a los mejores estándares. Esos se van. Salen.

El aviso sigue diciendo “los amigos van a salir, vamos a salir a dar una vuelta, las familias van a salir”. Se trata de una evidente movida para culpar a la pandemia y no a ellos del pésimo manejo de la cuarentena que hicieron, encerrando a todo el mundo cuando en el país había 18 casos. Cuando realmente hubo que tomar medidas severas, como hicieron otros países, ya no había plafón social para hacerlo y todo fue un desmadre. Un conjunto de amateurs lo habría hecho mejor. Pero ahora tenemos que aguantarnos un spot que, poco menos, nos pide que les demos las gracias.

Luego dice “vamos a salir al recreo”, con la imagen del patio de una escuela. La verdad es que solo un kirchnerista puede tener ese grado de dureza en la cara para hacer cualquier vinculación positiva entre una campaña política y el manejo que tuvieron de la educación desde que llegaron al gobierno.

Plantearon una guerra política con el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a quien señalaron como asesino por proponer las clases presenciales. Se rieron de las evidencias que Larreta mostró sobre los índices de contagio en las escuelas. Kicillof decía que la Ciudad era el centro que irradiaba el virus. Gollan y Kreplak hablaron de cadáveres en la puerta de los colegios. Trotta haciendo el ridículo y jugando con el futuro de los chicos. Los alumnos perdieron un año y medio de clases.

Todo hasta que algunos números de encuestas llegaron a las manos de la comandante de El Calafate diciendo, claramente, que la gente estaba que trinaba con los chicos en las casas, sin aprender, con problemas de regresión, con problemas psicológicos: la vicepresidente mandó a todo el mundo a abrir los colegios, sin más trámite, sin ninguna explicación y con la misma enjundia con la que antes trataban de asesinos a quienes querían las escuelas abiertas.

El spot continúa diciendo “las pymes van a salir”. Las pymes van a salir a pedir la quiebra. A eso van a “salir”. Las fundieron. Solo un caradura como ellos puede siquiera animarse a pronunciar la palabra “pymes”. Negocios que quizás habían comenzado los padres o los abuelos y ahora los hijos o los nietos deben cerrar las persianas.

No solo eso: en plena pandemia y cuando las fuentes de trabajo se perdían a lo bestia, aumentaron los impuestos, hicieron las cargas laborales más gravosas para las empresas, crearon 19 gravámenes nuevos en 15 meses, crearon el “impuesto a la inversión” (mal llamado “impuesto a la riqueza”, al que ahora amenazan con prorrogar, cuando de por sí es un caso de doble imposición junto al de bienes personales), expulsaron más de 30 empresas multinacionales, cansadas ya de tanto obstáculo, de tanta persecución y de tanto castigo impositivo.  Por si fuera poco, no se bajaron un solo centavo el sueldo. El presidente defendió esa impostura diciendo que esa era una “medida populista” (sí, sí, lo que escuchan). Y poco después, no conformes con eso, se subieron los ingresos por su sola decisión.

Luego el anuncio dice “vamos a salir a cosechar”. Lo que deberían “cosechar” es una derrota ciclópea. Eso es lo que deberían “cosechar”. Porque hacer apelaciones a actividades agropecuarias solo debería darles vergüenza. Lo hacen, justamente porque no tienen vergüenza. Porque carecen de moral. Son inmorales. ¡Hablar de “cosechar”! ¡Por favor! Si no han hecho otra cosa más que estigmatizar al campo y a sus actividades, a los agricultores, a los chacareros, a los que se levantan a las cinco de la mañana a ordeñar vacas. Han estimulado a quienes rompían (y rompen) silobolsas, han complicado todas las operaciones comerciales del campo. Han prohibido las exportaciones de trigo, de maíz, de carne. Han subido las retenciones a la soja. ¡Y ahora hablan de “salir a cosechar”! Yo creo que el planeta Tierra debería inventar una aleación novedosa para empatar la dureza de la cara de esta gente.

Luego continúan: “vamos a salir a la igualdad”. A la igualdad en la miseria. A esa igualdad vamos a salir. Medio país es pobre, uno de cada cuatro chicos no come todas las comidas, 4 de cada 6 chicos menores de 14 años es pobre. La cantidad de villas miseria se multiplicó por 300. Los únicos desiguales en ese páramo de indigencia son ellos, que pueden hacer lo que les niegan a los demás con una obscenidad que avergüenza a todos, menos a ellos.

“Los fulbitos van a salir”, dicen luego. Aquí se multó a un remador olímpico por entrenar solo en el Delta. Se estigmatizó a los “runners” porque eran chetos que salían a correr… Pero, claro, a la hora de explotar la demagogia popular “los fulbitos van a salir…” ¡Es increíble!

El spot cierra diciendo “los trabajos van a salir, todo va a salir bien, vamos camino a encontrarnos con la vida que queremos”. Una mentira tras otra. Los trabajos son la consecuencia de la inversión y la inversión está perseguida y castigada en la Argentina. Trabajo no va a haber. Todo lo que hace la vida más confortable, moderna y avanzada para todos requiere de la puesta en marcha de medidas y concepciones de vida que son completamente antitéticas con el kirchnerismo: el kirchnerismo y el progreso son términos contradictorios. Para ellos el progreso y la democracia “son de derecha”.

Para la gente, todo va a salir mal, por este camino. Los únicos que pueden estar en camino de encontrarse “con la vida que quieren” son ellos: una vida en donde se consagre la impunidad y donde continúe el enriquecimiento ilícito a expensas del pueblo.

Por Carlos Mira
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