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Un problema que estas columnas advierten desde hace rato

Los nombres de dos personas -probablemente sin que ellos lo sepan- se han convertido en una llave para entender y desentrañar mucho de lo que está pasando en JxC.

Esas dos personas son Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba, y Javier Milei, el candidato a presidente por LLA.

¿Por qué digo que los nombres de esas dos personas suenan como un “clarificador” de lo que ocurre en la coalición opositora que aún sigue siendo la que más posibilidades tiene de ganar las elecciones? Pues, muy sencillo: porque los que estarían dispuestos a aceptar a uno de ellos como nuevo integrante de la coalición, se niegan terminantemente a que ingrese el otro.

Digo esto con independencia incluso de lo que opinan Schiaretti y Milei, que, por separado, han aclarado firmemente que ellos jamás formarían parte de JxC. Por eso insisto: esto es independiente de las figuras políticas de Schiaretti y Milei: esto es tomar los nombres de ellos dos como una herramienta para entender lo que está pasando dentro de JxC.

Eso que está pasando dentro de JxC hace mucho tiempo que lo venimos advirtiendo aquí, No es una novedad para nosotros. Más allá de las sordinas diplomáticas que todos los integrantes de esa coalición usaron durante todo este tiempo para desmentir las diferencias que los separan, hace rato que resulta obvia la instalación de dos cosmovisiones diferentes dentro de ese mismo espacio opositor.

Algunos, recurriendo a una vieja terminología periodística, han hablado de “halcones” y “palomas”, otros de “liberales” y “socialdemócratas”. No importan las palabras. Importan las ideas.

Ahora, cuando los tiempos se acortan y las estrategias urgen, los nombres del gobernador de Córdoba y del candidato de LLA han venido a traer una enorme luz sobre lo que muchos, en aras de aquella unidad, se empeñaron en disimular o incluso negar durante mucho tiempo.

¿Por qué entonces los nombres de Schiaretti y Milei son tan útiles en estos tiempos de pelea y confusión? Porque ambos representan concepciones del mundo y de la Argentina muy diferentes.

Es cierto que ambos podrían tener algunos acuerdos, aunque a uno le parezca mentira. Pero, por ejemplo, no es difícil imaginar a Schiaretti y a Milei rechazado, por ejemplo, la alianza del país con dictaduras espantosas y con regímenes que directamente sostienen la servidumbre humana, el partido único y que financian el terrorismo internacional y el narcoterrorismo.

No es difícil tampoco imaginarlos de acuerdo en poner a las autoridades del lado de las víctimas de la inseguridad y en contra de los delincuentes, estén presos o sueltos.

Pero superados esos pisos iniciales, muy de trazo grueso, entre las cosas que definen la concepción de un país, empieza a resultar dificultoso encontrar coincidencias.

Schiaretti, como buen peronista, sigue creyendo en la centralidad del Estado y en la superioridad de un sistema en donde el tipo de vida que terminan llevando los ciudadanos está más diseñado en los escritorios de los burócratas estatales que en las mesas del living de cada hogar.

Milei cree lo contrario: supone que los ciudadanos deben recuperar la soberanía individual que les reconoció Alberdi en Las Bases (y que luego terminaron plasmándose en la Constitución) para que cada uno de ellos diseñe su plan de vida de acuerdo a sus preferencias personales.

Es por eso que en JxC quienes recibirían con agrado a Schiaretti sostienen que Milei es un alienado,  y quienes recibirían con agrado a Milei (insisto: más allá de lo que el mismo Milei diga) sostienen que Schiaretti es poco menos que un kirchnerista.

Quienes siguen estas columnas saben que hace rato que advertimos que ese intríngulis no está resuelto en JxC. Lo repito una vez más: no es esta una cuestión de nombres; simplemente, esta vez, los nombres de Schiaretti y de Milei nos son útiles para simplificar una explicación.

Hay sectores de JxC que siguen creyendo que el Estado debe ocupar un lugar central en la vida argentina. Y hay sectores que creen que la estructura estatal debe reducirse a una expresión poco menos que mínima. Schiaretti y Milei son eso. Uno y otro representan cada uno de esos sesgos.

No importa lo que ellos mismos digan sobre integrar o no esa coalición. Es más, repito: los dos han dicho de plano que jamás formarían parte de JxC. Pero las reacciones que generan sus nombres dentro de JxC nos sirven para ubicar, dentro de JxC,  a cada uno en su lugar.

El gobernador Morales, por ejemplo, recibiría con los brazos abiertos al gobernador de Córdoba. Pero para Morales, Milei es un peligro que pone en ciernes a la mismísima democracia.

Para Patricia Bullrich, Milei es una persona que ha contribuido enormemente a la instalación de una discusión de distinto tipo en la Argentina y ha receptado, de hecho, muchas de sus ideas. Pero para Patricia Bullrich, Schiaretti es un kirchnerista cómplice de que a la Ciudad de Buenos Aires le robaran más de 1000 millones de dólares. ¿Entonces, qué hacemos?

La estrategia de Horacio Rodríguez Larreta tiene su lógica: él sostiene que el cambio que hay que hacer en la Argentina es de tal magnitud que si no se tiene una base de sustentación sólida que reúna al 70% de las expresiones políticas no podrá hacerse. Lo que no ha respondido aún el Jefe de Gobierno es si todos aquellos que él quiere sumar están de acuerdo en hacer el cambio que, en el mejor de los casos, él quiere hacer.

Porque esa es otra pregunta que no ha sido respondida con total crudeza: ¿qué tipo de “cambio” quiere hacer Rodríguez Larreta? ¿Uno que cuente con el beneplácito de Schiaretti o uno que cuente con el respaldo de Espert? La diferencia no es menor.

Lo peor del caso es que la gente está notando esto que pasa. No en vano, en lo que va del año, JxC perdió más de 10 puntos de intención de voto en las encuestas. Es cierto que algunos especialistas sostienen que la gente no le da bola a los programas de gobierno y que solo se concentra poco menos que en las caras de los candidatos. Pero esa afirmación también puede estar cambiando en la Argentina. Por primera vez se percibe un reclamo de coherencia que asegure que la ciudadanía no estará, con el nuevo gobierno, sometida a una nueva alianza de chiflados.

Hoy son los nombres de Schiaretti y Milei los que simbolizan estas divergencias. Insisto: incluso más allá de sus propias posturas personales frente a JxC. Pero allí hay un caldo de cultivo que va más allá de este nombre sí, este nombre, no. Allí hay diferencias que tienen que ver con cómo se interpreta la vida y el mundo. Y sin certezas sobre esos cimientos, ningún gobierno será pacífico.

Por Carlos Mira
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One thought on “Un problema que estas columnas advierten desde hace rato

  1. Carlos

    No lo veo a Milei compartiendo espacio
    Con Gerardo Morales
    Espert habra aceptado compartir espacio
    Con este personaje tapandose la nariz
    Morales simbolo de nepotismo en el
    Norte del Pais no se puede aceptar a este
    Personaje
    Yo no me vendo voto a Milei

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