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Siempre el mismo truco preelectoral

Quien fuera durante la segunda presidencia de Cristina Fernández viceministro de economía de Axel Kicillof, Ramiro Alvarez Agis acaba de reclamar que se haga algo con la inflación antes de que usemos los billetes de $1000 para empapelar paredes. Recordemos que hoy ese billete equivale a poco más de 5 dólares norteamericanos.

“Hoy cuando querés arreglar alguno de los problemas de la economía, tenés otro. Tratás de incentivar el consumo y se te va a la brecha cambiaria; la gente necesita la tarjeta Alimentar, pero la tenés que ir aumentando todo el tiempo por la inflación; necesitás inversión en el Norte para crear empleo, pero tenés el cepo. No podés transitar cuatro años así”, dijo Agis.

Es bueno puntualizar que Agis llegó al gobierno luego de que Fernández ganara las elecciones de 2011 por 54 puntos, luego de prometer en la campaña un modelo alemán y sintonía fina de ajuste.

En lugar de eso llegó el “vamos por todo”, la avanzada comunista del Nacional Buenos Aires con Kicillof a la cabeza, el cepo al dólar y Agis como segundo del ministerio.

No se sabe si el ex funcionario leyó aquello de Twain (“Ninguna cantidad de evidencia será suficiente para convencer a un idiota”) y por no pasar por un infradotado ha empezado a ajustar su mensaje o si, en realidad, fiel aun a aquella casta que se cree iluminada, aporta su granito de arena para entregar granitos de arena de aparente razonabilidad económica justo antes de unas elecciones cruciales de medio término.

La comandante de El Calafate -en una movida que nadie sabe cómo puede repetirla tantas veces con éxito sin que el conjunto de idiotas al que va dirigida se dé cuenta- ha comenzado, efectivamente, con su clásico abuenamiento de moderación previo a las elecciones.

La movida de 2011 estuvo dirigida a seducir y no asustar al círculo rojo, y fue muy exitosa por cierto. Ya sabemos cómo siguió el cuento una vez que se aseguró el poder.

En 2019 volvió a hacerlo con la contratación ad hoc del monigote de Fernández como mascarón de proa para engañar a la clase media que votaba a Macri, que estaba descontenta con la gestión económica de Cambiemos y que la detestaba a ella.

Una de las herramientas que ha decidido utilizar, claramente, es el tema económico, por un lado con engaños del mismo tipo que viene perpetrando desde que era presidente -el famoso “poner dinero en el bolsillo de los argentinos”- con alquimias que incluyen planes de financiación, bonos para jubilados y atraso tarifario, y, por el otro, con mensajes mediáticos de sus espadas tratando de transmitir la idea de que han tomado una súbita conciencia de lo que significa para un país no tener moneda.

Otra de las herramientas de seducción es mostrar otra cara respecto del relacionamiento internacional y en especial con los Estados Unidos, para lo cual el gobierno se está moviendo para conseguir que Fernández sea recibido oficialmente por Joe Biden en el Salón Oval antes de fin de año.

Se trata de engaños para idiotas como lo fue la aspiración a ser Alemania en aquel famoso reportaje de Joaquín Morales Solá a la entonces presidente aspirante a un segundo mandato.

Como dijimos, todas esas declamaciones fueron a parar al tacho de los trastos una vez que se apoltronaron en el gobierno por tercera vez, luego del 54% a 17.

¿Quién podría creer que Cristina Fernández estaría dispuesta a hacer los severos ajustes que se necesitan para volver a tener moneda como pide Agis? ¿Quién podría creer que esas movidas son sinceras si la estabilidad monetaria no surge de un decreto sino del pleno funcionamiento del mismo conjunto de instituciones, políticas, jurídicas y económicas que Kirchner quiere destruir?

A ver: no hay moneda sana en un país con Justicia al servicio del poder, ni inversión que cree trabajo con 170 impuestos, ni empleo nuevo con la rigidez laboral de la Argentina.

Son todos estos hechos combinados lo que hace que el billete de $1000 solo sirva para empapelar paredes porque, de hecho, un rollo de papel tapiz cuesta más que eso. Con el papel moneda está ocurriendo en la Argentina lo mismo que ha ocurrido con la moneda metálica: la gente las junta por kilo, las vende como metales y obtiene más del 100% de su valor nominal.

Lamentablemente los antecedentes de la fuerza a la que pertenece y de la jefa a quien responde no ayudan al ex viceministro. Por lo menos para los que no se dejan engañar siempre con la misma treta, aplicada con notoria repetición cada dos años.

El kirchnerismo, en estos casos, se parece a aquellos regímenes totalitarios (a quienes venera) cuando ya, perdidos por perdidos, prometen espejitos de colores como el que, por ejemplo, está vendiendo ahora a su sufrido pueblo la dictadura de Maduro con la reforma monetaria por la que le van a retirar otros seis ceros (ya son catorce desde que asumió Chávez en 1999, en un récord que supera al argentino) al Bolívar.

Resulta paradójico como ese activo etéreo e inasible que es la confianza puede ser tan fuerte como para asegurar lo que Agis reclama: la estabilidad del peso. Pero así es. Y el kirchnerismo es una máquina fría y sistemática -como diría su adorado Che Guevara- de generar y producir lo contrario. Por lo tanto, preparen las planchas de $1000 y unos buenos tarros de cola para pegar.

Por Carlos Mira
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