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Popurrí de delirios

Ayer ocurrieron varios hechos que son dignos de un aquelarre cuyo piso no se ve y cuya profundidad alarma.

Desde la cárcel en Chile, el delincuente, ex flogger, y actual guerrillero disfrazado de indígena, en una carta que el dice dirigir a “su pueblo”, instó a los terroristas que operan en la Patagonia -tanto chilena como argentina- a ir a la guerra armada contra las instituciones al de ambos países.

Esto escribió Huala: “Ya no podemos seguir solo con piedras y palos, no podemos entregarnos tan fácil, y ellos tan tranquilos en la impunidad de su sistema, no solo defendernos con lo que tengamos a mano, es hora de apertrecharnos, blindarnos, profundizar los sabotajes, la Recuperación Territorial para la Reconstrucción y Liberación Nacional Mapuche. Que nuestro Nguillatu sea para que llegue bien a reunirse con los antiguos nuestro peñi, y para que así como el enemigo erre los disparos sean los nuestros los que den en el blanco”.

Frente a esta declaración de guerra la vocera del gobierno dijo que la postura del presidente es plantear una “conversación” con esta gente, generar “una mesa de trabajo”.

¿Una mesa de trabajo con quienes se proponen asesinar a los argentinos que intenten defender a la Argentina? ¿Una “conversación” con quien manda a “dar en el blanco” de los cuerpos de argentinos?

Si esto no es una señal inobjetable de la descomposición del poder del Estado, no sé qué es. Es curioso que un grupo de fanáticos de la insoportable intervención del Estado en todo, promuevan un retiro del Estado de la que quizás sea la función más importante para la que fuera creado -que no es, desde ya, la intromisión en los negocios privados de los ciudadanos- sino la defensa nacional.

Digamos, frente a esto, que el gobierno chileno dispuso la militarización de toda la región de la AraucanÍa, las más afectada por los ataques.

En otro de los delirios ocurridos ayer, un sicario, a plena luz del día, en Lanús, a 15’ del Obelisco, le pegó un tiro a Roberto Coria (un sindicalista del gremio de los guincheros que va a elecciones en los próximos días) cuando salía de su casa. La escena, que se ve en las cámaras de seguridad, es escalofriante. Parece sacada de un fotograma de los ‘70. Otro indudable ejemplo del desdén con el que el Estado trata la seguridad ciudadana.

Estas escenas, hasta hace poco, los argentinos las veían en las películas de gangsters, de mafiosos o de narcotraficantes. Ahora ocurren en sus propias ciudades.

Qué decir de lo que sucede en Rosario. En esa ciudad directamente reina la mafia. Se ha sabido, en las últimas horas, que organizaciones de delincuentes han comenzado a cobrar una “tasa” de seguridad a los comercios y las empresas para no será baleados.

Es que, en efecto, ya es normal que a cualquier hora del día, desde autos o motos en marcha se balee a casas particulares, locales, restaurantes. 

La semana pasada una popular parrilla de la ciudad, “El Establo” fue baleada cuando mucha gente estaba comiendo adentro, como si la escena fuera sacada de un capítulo de Los Intocables.

El colmo de estos episodios es que Marcelo Sain, el ex ministro de Seguridad de la Provincia de Santa Fe que tuvo que ser echado por el gobernador Perotti entre otras cosas por su inoperancia frente a hechos como los de Rosario, fue premiado ahora con un puesto en el ministerio del impresentable Aníbal Fernández.

Para coronar el día el BCRA emitió una resolución para prohibir la compra en cuotas con tarjeta de crédito de pasajes y estadías en el exterior.

Lo decimos ahora para que luego no nos digan que no lo advertimos: el próximo paso será prohibir el uso de tarjetas de crédito directamente para comprar servicios en dólares: la brecha que ya hay entre las franjas libres del dólar y la cotización del billete para operaciones “blancas” en dólares anticipa que van a tomar esa medida en cualquier momento.

Eso vendría a confirmar las sospechas de muchos en el sentido de que las prohibiciones durante la pandemia tenían más que ver con la carencia de dólares que con la salud. 

La gran paradoja de todo esto es que son tan burros que no alcanzan a ver que si dejaran que la gente pague lo que el dólar vale, habría dólares para tirar al techo. ¿Quién tiene esos dólares? ¡La gente, por supuesto!

Creo que por hoy es bastante. Es difícil conseguir un resumen del disparate en un solo día tan abarcativo como éste.

Solo un gobierno dispuesto a destruir todo en el altar de un fanatismo iluminista descabellado pudo haberlo logrado en tan solo 24 horas.

Por Carlos Mira
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One thought on “Popurrí de delirios

  1. Carmen Verlichak

    Gracias por el anàlisis de noticias tan tremendas!

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