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Mentiras

Cuando mi gran amigo Carlos Rodríguez Braun le preguntó a Karl Popper por qué había dejado de ser comunista, el autor de la “Sociedad Abierta y sus Enemigos” le respondió: “porque me di cuenta que los comunistas son una banda de mentirosos”.

Está claro que Cristina Fernández de Kirchner no debe haber pasado de la lectura de cuatros solapas traseras de libros por lo que no es intelectualmente nada: su formación apesta, parafraseando su último tweet. 

Por lo tanto, nada de lo que diga o haga debe presumirse como proveniente de un convencimiento intelectualmente elaborado, sino más bien de una constitución intuitiva, apoyada en su propio ADN.

Los comunistas son mentirosos por formación; la mentira es un capítulo trascendente en su instrucción y no podrían “recibirse” de comunistas de no haber pasado el test de la mentira. Pero Cristina Fernández de Kirchner no es mentirosa por ser comunista, como tampoco se hace pasar por “comunista” porque se haya formado como tal: Cristina Fernández de Kirchner es una profesional de la conveniencia propia, entendiendo por ello la manipulación de la realidad con el fin de mantener la concentración del poder para  a su vez utilizarlo en beneficio propio.

Esa manipulación conlleva, naturalmente, el uso de la mentira de manera táctica para que sea funcional a su conveniencia personal. Kirchner, sin embargo, podría haber sido tranquilamente comunista porque reúne muchos de los condimentos innatos para serlo: es rencorosa, envidiosa, la anima un profundo resentimiento social… Nunca trabajó, es mentirosa, usa a los demás como carne de cañón y solo busca consolidar a su familia como parte de una nueva nobleza privilegiada para que disfrute de goces y acceda a derechos a los que no accede el pueblo raso, del que, justamente, se vale para ascender hacia la cúspide de una sociedad estratificada y enfrentada entre sí.

Es en este contexto en el que deben interpretarse todas sus acciones, sus dichos y las decisiones que toma. Solo si lo que dice, hace y decide es pasado por ese tamiz contextual se puede comprender con fidelidad.

Es en ese marco entonces en el que deben inscribirse sus dos últimas decisiones: recusar al fiscal y a uno de los jueces de la causa que la tiene contra las cuerdas (Vialidad) y replegar a sus militantes del área de energía del gobierno.

En el primer caso, estamos frente a un nuevo intento burdo e infantil de dilación del curso del juicio y para tirarse un lance con el cambio de al menos uno de los jueces. La movida se basa en una fotografía “oportuna y casualmente” publicada por el diario Página 12 en donde Diego Luciani y Rodrigo Giménez Uriburu aparecen compartiendo un equipo de fútbol. Según el diario la foto fue tomada, además, en la Quinta Los Abrojos, propiedad del ex presidente Macri.

Si no ella, al menos sus abogados deberían saber que, desde hace mucho tiempo, las recusaciones basadas en fotografías no son generalmente aceptadas por la Justicia (ni por los acusados ni por los tribunales de alzada cuando son llamados a resolverlas). 

Además, en este caso, el compartir un equipo de fútbol no es suficiente demostración de que el fiscal y el juez tienen una “íntima amistad” como requiere el artículo 55 del Código Procesal. Obviamente Luciani no debe acreditar ninguna imparcialidad respecto de Cristina Kirchner porque, justamente, es su acusador.

Los abogados de la vicepresidente, en lugar de presentar recursos inconducentes, deberían aprovechar mejor el poco tiempo que les queda y refutar las evidencias que, como un tsunami, invaden cada uno de los rincones en los que su defendida pretende esconderse.

El fiscal, incluso, pidió al tribunal responder en forma oral hoy mismo para no demorar más el tiempo de todos con esta sanata. Como Giménez Uriburu prefirió hacerlo por escrito, el presidente del tribunal decidió entonces notificar a cada uno cuando hacerlo.

Las mismas generales de la ley caben para analizar la sorpresiva retirada de La Cámpora (bajo las órdenes de Kirchner) del sector de energía del ministerio de economía.

Las palabras “oficiales” provenientes de ese sector convergieron en el concepto de que “era lógico que Sergio nombrara a su gente”. ¡Ohhhh! ¡Qué tierno! ¡Qué gente más dulce! “¡Claro, llega un responsable de un área, lo más lógico es que dejemos que nombre a la gente de su confianza!” ¡Qué gente más amorosa!

En realidad, nada de todo eso es cierto, como de costumbre. Lo cierto es que Cristina Fernández de Kirchner dio la orden de una retirada estratégica de las consecuencias del tarifazo que se viene para no quedar pagada con eso. Una cobarde, como ha sido toda la vida, huyendo cuando las papas queman (Cromagnom, Once, Salta, La Plata).

En política suele haber personajes despreciables. Algunos dicen incluso que para tener éxito en la política debes ser algo despreciable. Pero Cristina Fernández de Kirchner ha superado, en ese terreno, todos los límites. Y eso, antes de hablar de ella, habla de nosotros.

Por Carlos Mira
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2 thoughts on “Mentiras

  1. Eduardo

    Perfecta descripción de una lunática en el poder. Y ni hablar de que los votantes son los culpables de esta mafia en el poder.

  2. Carlos

    Con esto de los subsidios nos forrearon
    De vuelta Diria Gasalla

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