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Massa después de volver

La gira de Massa por EEUU está culminando como se inició: con promesas.

Los organismos que la Argentina kirchnerista siempre defenestró fueron los que otra vez estuvieron de su lado cuando las papas quemaron. 

Son el Fondo Monetario y el Banco Interamericano de Desarrollo (cuyo presidente fue desairado públicamente por Alberto Fernández y por el embajador argentino en la OEA, el impresentable Carlos Raimundi, en el momento de su elección) los únicos que han puesto plata fresca sobre la mesa y -en particular el primero- los que han hecho la vista gorda respecto del ostensible incumplimiento argentino a los términos del acuerdo del año pasado.

Massa ni siquiera pisó tierra neoyorquina porque allí no había un dólar para la Argentina. Prefirió continuar con sus eslabones de promesas en la capital norteamericana del petróleo y el gas, la ciudad texana de Houston.

Allí avisó que conseguiría una ley que respaldará las inversiones que se necesitan para la construcción del gasoducto desde Vaca Muerta a Bahía Blanca, un nuevo puerto adecuado a la exportación de gas y una planta que convierta el gas en líquido para poder sacarlo del país.

Esas construcciones demandarían una inversión cercana a los 10 mil millones de dólares. 

Nadie pondrá ni 10 mil pesos en la Argentina con la actual legislación que afecta al trabajo, las inversiones y el movimiento de divisas.

A su vez, son incontables las veces que la Argentina prometió reglas de juego adecuadas a un fin y luego las cambió sobre la marcha cuando suficientes estúpidos ya habían sido embaucados. 

La reputación nacional en ese sentido, tanto para argentinos como para extranjeros, es muy cercana a cero.

Fue lo que ocurrió con el blanqueo que llevó adelante Cambiemos: se prometió un régimen impositivo para quienes blanquearan que el Frente de Todos traicionó en cuanto asumió.

Ahora Massa dice que tuvo contactos en EEUU para que las autoridades financieras de ese país lo ayuden a detectar 100 mil millones de dólares de argentinos en cuentas sin declarar. El ministro dice que obtuvo ese compromiso. El mercado dice que no: que EEUU no revelará ninguna información para que luego quienes confiaron en su sistema financiero para mantener seguros sus ahorros sean engañados por un país sin escrúpulos.

Es cierto que el mundo ha llegado a la convención generalizadamente aceptada de que los sistemas financieros legales no se prestarán a ocultar dinero negro que provenga del narcotráfico o de actividades terroristas. 

Pero mientras el reclamante no pruebe que el dinero que busca proviene de esas actividades no habrá información y menos aún para los países que prometieron una cosa e hicieron otra.

La cuestión de la energía, mucho más vital para la Argentina que la obtención de dólares (en parte porque los dólares que faltan, faltan porque los pocos que hay se van en pagar importaciones que no serían necesarias si el peronismo no hubiera hecho saltar por los aires el esquema de convergencia de precios locales con los internacionales que había iniciado Macri), implica no solo decisiones económicas y de orden legal. También importan un toma de posición en el campo de las relaciones internacionales. 

Las compañías norteamericanas reunidas en Houston no llegarán a la Argentina con la venia de Washington si el país continúa coqueteando con regímenes execrablemente anti democráticos como las tiranías latinoamericanas de Nicaragua y Venezuela y las autocracias de Rusia y China.

El gobierno deberá tomar una postura allí antes de que un dólar norteamericano pise suelo argentino.

¿Y cuando Massa llegue con todo ese “paquetito” de novedades de regreso al país, qué dirá Cristina Fernández? ¿Le dará vía libre a la legislación que se necesita para reavivar Vaca Muerta? ¿O la vaca seguirá definitivamente muerta antes de entregarle esa cucarda al capitalismo yanqui?

En un gobierno que se asemeja a una colcha de retazos en donde no existe la unidad de criterio y en donde, en la mayoría de los casos, las ideas (si es que en este escenario se puede usar esa palabra) son completamente opuestas se está muy lejos de poder dar esas seguridades.

Es más, Massa es visto como una anomalía necesaria para engañar a algunos idiotas temporalmente (como lo fue Fernández con el caballo de Troya hacia la presidencia) pero que ni bien los efectos que esperan se produzcan porque esos idiotas pisaron el palito una vez más ocurran, volverán a los delirios “revolucionarios” de siempre. Es la famosa táctica comunista de dar un paso para atrás para dar dos hacia adelante.

Estos impresentables ni siquiera son comunistas. Son ladris que se van apropiando de banderas “convenientes” a sus fines pero que en realidad no creen en otra cosa que no sea el poder y la riqueza personal.

Para lograrlo están dispuestos a hacer cualquier cosa: desde ser abortistas desenfrenados a devotos tomadores de comunión en “misas” partidistas y desde “defensores de los derechos humanos” a partidarios de regímenes que asesinan opositores por la calle. Son una ameba que va tomando las formas que toma el dinero y el poder al que aspiran.

Un conjunto de inescrupulosos así sólo puede existir (y sobre todo perdurar) cuando del otro lado hay un conjunto de gente lo suficientemente idiota como para sentirse feliz cuanto más sodomizada es.

Ahora bien, esos cabezas de termo  pueden tener un peso aún importante en la Argentina, pero no existen en el mundo por mas fotografías que el ministro de economía haya coleccionado en este viaje.

Por Carlos Mira
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2 thoughts on “Massa después de volver

  1. Andrés

    Querido Charly; en la primera oración sintetizaste todo lo que querías contar. No necesité leer más. Lo expresaste tan claro. Bravo 👏

  2. Juan

    Yo ya creo q hay q pasar de la critica destructiva a como decia Don Bernardo
    Neustad prohibido criticar sin proponer
    X ej el propuso privatizar todo esa fue
    Una propuesta. Hoy podria ser reducir
    El nro de Ministerios x ej el de la Mujer
    E infinito Gasto Publico q dia a dia destruye nuestra Moneda.Saludos !!!

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