La desesperación del gobierno luego de la derrota del 12 de septiembre en las PASO ha desencadenado una conducta que da la pauta de lo que son capaces para intentar algo mejor el 14 de noviembre.
Lo que el impresentable de Daniel Gollán popularizó como un monumento a la indignidad (“esto con más platita en el bolsillo no pasaba”) ha pasado a ser una realidad en la respuesta inmediata que el gobierno está poniendo en práctica desde que perdió.
La impresión de dinero falso parece haberse convertido en un recurso no sólo electoral sino en la única respuesta económica que el kirchnerismo parece conocer para transformar lo malo en bueno.
Hoy un billete de 1000 pesos, el de más alta denominación en la Argentina, vale 5 dólares. Y todos los precios en la Argentina arrancan “de a 1000”.
Con ese billete, en diciembre de 2019, se podían comprar 8kg de asado (una de la palabras que sirvieron para construir la derrota de Macri); hoy solo alcanza para comprar 1.5kg.
Parece mentira que todavía halla gente que crea que porque tiene un montón de esos papeles pintados en los bolsillos, ha mejorado su situación.
Cuando uno comprueba eso, francamente, tiene la sensación de que, efectivamente, la malnutrición y la mala educación de generaciones han hecho estragos en los cerebros argentinos, estragos quizás irrecuperables.
Las veces que ha sucedido esto en la Argentina no hace otra cosa que sumar puntos a la cadena del asombro: no ver que esto se dirige a un rodrigazo, a un plan Bonex, o a un corral es no haber vivido en la Argentina.
Pero aunque parezca mentira esto no es lo peor. La decisión de generar dinero falso de la nada, regalar bicicletas y heladeras (aun cuando nada de esto suene raro en el peronismo) lleva a otra sospecha que tampoco resultaría novedosa sabiendo quien ejerce el gobierno: me refiero a la concreta posibilidad de que el 14 de noviembre ocurra un monumental fraude.
A ver: no estamos tratando aquí con caballeros. Manzur es un experto en falsear resultados electorales en Tucumán. Tampoco dudó en matar de depresión a José Nucete cuando le robó la aceitunera que él había fundado. Y Aníbal Fernández es un ciudadano que ha tenido muchos inconvenientes con la ley, por poner las cosas de una manera suave. No hace falta tener demasiada imaginación para saber que están dispuestos a todo.
Dicen que quieren concentrarse en buscar votos entre gente que el 12 de septiembre no fue a votar. Alguien en el kirchnerismo sentenció que 2/3 de esas personas son votantes del FDT.
Pero la respuesta que parecen encontrar en esos círculos es una enorme decepción con el gobierno y, desde ya, una fuerte resistencia a endosar el rumbo que lleva la coalición oficialista.
Esas comprobaciones pueden alimentar aún más la implementación de “métodos alternativos”.
La operatividad normal de cualquier gobierno está completamente descompuesta en éste.
Las relaciones del presidente han quedado desencajadas. La porción puramente kirchnerista alienta radicalizaciones inviables y el sector que responde al presidente de la cámara de diputados está tan desorientado que no sabe bien a quién traicionar esta vez.
A Fernández lo mandaron a “timbrear” y la comandante de El Calafate solo barrunta caminos que la pongan a salvo a ella y a su familia. Nunca le interesó otra cosa que no fuera eso. También firmaría cualquier contubernio con tal de conservar el poder que la mantenga libre.
La oposición tendría que fijar su atención en estos dos extremos: seguir machacando incansablemente con la explicación de que la inflación es solo culpa del Estado y que las bravuconadas contra los supermercados de Cecilia Moreau y Paula Español son solo rémoras del fascismo que el peronismo escondió en su seno desde que nació; y en fiscalizar con perros de presa cada mesa de la elección del 14 de Noviembre.
En este último punto el “voto cadena” puede ser un problema. Fundado en la connivencia de alguna de las autoridades de mesa y en las posibilidades que brinda el vetusto sistema argentino, este mecanismo, manejado básicamente por la turba sindical peronista, puede falsear el resultado de varias urnas de la provincia.
Estos y las consecuencias que le traerán a los argentinos los desaguisados desesperados que en materia económica está cometiendo el gobierno deberían ser las preocupaciones a seguir.
De obtener la oposición los votos necesarios para bloquear la cámara de diputados y la de senadores, sus principales objetivos deberían ser, por un lado, forzar al gobierno a terminar con su plan de asesinato institucional para lograr la impunidad de Cristina Fernández de Kirchner y, por el otro, ejercer una presión pertinaz para que el kirchnerismo abandone el desvarío económico y al menos trate de llegar a 2023 sin hacer más daño del que ya hizo. En este último punto JXC debería estudiar una estrategia de acción parlamentaria combinada con los votos liberales para lo cual Ricardo López Murphy puede ser el puente más adecuado.
Pero para eso es preciso asegurar la derrota de esta banda impresentable que gobierna la Argentina. Y para ello, es, a su vez, imprescindible marcar minuto a minuto lo el gobierno es capaz de hacer para ganar y poner lo que hay que poner para evitarlo.
Señor Mira, con todo el respeto que usted me merece, le señalo un error ya visto anteriormente en sus artículos. Halla es del verbo hallar
Usted debió decir “haya” del verbo haber. Lo sigo desde hace unos cuantos años y no me pierdo su programa. Saludos.