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La situación en Jujuy

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Milagro Sala está mal detenida. Quiero decir está presa por las causas equivocadas y no por las que hace años debería dar cuentas ante la Justicia.

Un juez dispuso privarla de su libertad bajo el cargo de incitación a la violencia y al tumulto cuando en realidad debería ser perseguida por corrupción, robo, defraudación al Tesoro Público, enriquecimiento ilícito, extorsión, amenazas y por integrar una asociación ilícita integrada a los efectos de utilizar el dinero de los contribuyentes para beneficio personal.

Milagro Sala es la comandante de una organización paramilitar, que ostenta uniforme, organización y fondos y que tiene por meta sustituir al estado en Jujuy y reemplazarlo por una estructura totalitaria que, bajo el pretexto de “hacer obras” tiene amedrentada a la sociedad y en alguna medida la hace vivir presa de su omnímoda voluntad.

Resulta hasta cómico escuchar argumentos en su defensa que se basan en “la obra” que Sala ha hecho por la gente, como si realmente se tratara de los logros de una organización voluntaria, independiente y financiada con aportes propios o con fondos generados por acciones que no tienen que ver con el Estado.

Nada de eso es verdad. La Tupac Amaru extorsionaba al gobierno local, con la anuencia del gobierno nacional encabezado por Cristina Fernández, para sacarle a la provincia todos los fondos destinados a acción social y con eso elegir a quien beneficiaba y a quien no, según sea que los destinatarios estuvieran dispuestos a ponerse bajo sus órdenes y de paso adjudicarse el mérito de las obras que, en ningún caso y desde un principio, debieron estar bajo su órbita sino bajo las responsabilidades del Estado.

Milagro Sala había logrado el desiderátum de hacerse la Rey Mago con dinero robado y adjudicarse el mérito por los resultados. Mientras tanto constituía un verdadero ejercito paralelo, de organización completamente militarizada y vertical que se movía por la violencia, la amenaza y la extorsión.

Sala se convirtió en multimillonaria. Tiene una propiedad comprada al contado en Punta del Este valuada en más de dos millones de dólares. Acaba de comprobarse la compra por ocho millones de dólares de un grupo mediático en Jujuy que le transfirió la propiedad de una estación de radio, un canal de TV y un portal de noticias por Internet.  Ejerció la violencia física con los que no se avenían a sus propósitos y hasta se produjeron muertes de personas en hechos confusos como el que aconteció meses antes de fin de año con un estudiante a quien había obligado a afiliarse a su ejército para poder estudiar.

También el ex gobernador Fellner debe muchas explicaciones en este caso. No sería extraño sospechar que, más que una víctima de una organización criminal, Fellner era su socio. Y por supuesto hay que aclarar el papel que jugó la ex presidente, que permitió que se distorsionara el manejo de fondos que a los argentinos le cuesta mucho sacrificio aportar, para que una privilegiada como Sala, con el verso marxista-leninista y de ser una pobre indígena perseguida, se transformara en un importante pope de la nomenklatura que se volvió millonaria por quedarse impunemente con el dinero de todos.

Por eso, haber dispuesto la detención de esta persona por “incitación a la violencia y al tumulto” ha sido un desperdicio. Sala llegó a tener más de 60 causas penales abiertas, muchas de las cuales fueron prescribiendo misteriosamente por la inacción de los fiscales y de los jueces. Hoy le quedan seis o siete aún pendientes. Allí habría que investigar para desenmascarar definitivamente a esta impostora que encontró en la pobreza y en la lucha de clases el yeite ideal para hacerse rica.

Munida de la bandera del Che Guevara (que se ha verificado como un camino utilísimo para engañar a estúpidos) y especulando con su condición de indígena, Sala creyó que podía hacer cualquier cosa porque ella se había ganado el rótulo de india, pobre y revolucionaria.

Es como si en este país el que logra construir un muñeco con el que puede trasmitir la idea de “irla de malo”, listo, ya está, arregló su vida… a esa persona nadie “se le anima”, porque te persigue, te aprieta, te amenaza, te puede lastimar y te puede matar. Es sencillo: la vas de malo y te haces millonario.

Es hora de terminar con estos guapos de cuarta que han encontrado en el verso revolucionario una vía regia hacia una vida mejor para ellos, aunque los demás sigan en la miseria. Es hora de que los argentinos no se vendan más a los designios de personajes místicos, cuya única mística ha consistido en conseguir un curro por métodos más o menos violentos, para luego dar por solucionado su futuro y el de su familia por generaciones, gracias al usufructo ilegal de los fondos públicos.

Cualquiera, con ese criterio, podría reclamar estar en el lugar de Milagro Sala: amenazar con la violencia a las instituciones formales, robarle los recursos y luego armarse una organización propia, súper poderosa que decide sobre la vida y el futuro de los demás ciudadanos, a quienes también tiene amedrentados y quienes le rinden los cultos de la idolatría.

Esta vez la Justicia no puede fracasar. Debe probar todos los ilícitos que ha cometido esta señora en perjuicio del Estado y de la sociedad; debe probar como ha usado esos recursos para dar nacimiento a un Estado paralelo, paramilitar que funciona por fuera de la organización institucional de la Constitución; debe probar su enriquecimiento ilegal y debe pedir explicaciones sobre quienes fueron sus socios y que vínculos y acuerdos políticos tenía, con quiénes y para qué fines.

Jujuy debe desarmar ese ejército constituido al margen de la ley. La ayuda social debe estar centralizada en las manos de las autoridades electas y debe ser completamente transparente e igualitaria y no pasar a ser la fuente financiera de organizaciones privadas que se llenan la boca hablando de Lenin pero cuyo único objetivo es vivir como reyes a costa de la pobreza de los incautos que les creen.

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