Por si fueran pocos los problemas que la Argentina tiene con la libertad, hay una guerra sorda entre entre las propias fuerzas que, de alguna manera, dicen defenderla aún.
Ese síndrome se vio claramente reflejado en lo que fueron las listas políticas para las próximas elecciones de medio término finalmente cerradas el sábado.
Algunas de esas peleas se han manifestado dentro de la principal fuerza de oposición y también entre ésta y otras fuerzas que se están presentando en septiembre y cuyo principal objetivo es el restablecimiento del sistema económico de la Constitución.
Una de las fuerzas que tiene una cuestión de diván evidentemente irresuelta con esa organización económica del país es el radicalismo.
Francamente desconozco cuál es su intríngulis con la idea básica de que es el individuo individual (la redundancia fue intencional) el centro del Universo y de que el Estado no debe (y no puede) tener gobierno sobre las decisiones soberanas de ese individuo bajo ninguna circunstancia.
Es importante ser claro aquí porque cuando, en función de situaciones teóricas (que son siempre explicables y hasta entendibles) se empiezan a hacer excepciones al principio de la supremacía natural del individuo sobre el Estado, se abre una Caja de Pandora que habilita un sistema en donde la libertad empieza a depender de la suerte que tenga un país de caer en manos de hombres buenos y de buenos hombres.
Sin embargo, la libertad es un bien tan preciado que no puede quedar sujeto al Imperio de esa suerte: debe estar de alguna manera blindada contra la posibilidad de que un país tenga la mala suerte de caer en manos de hombres malos y de malos hombres.
El radicalismo tiene una alta valoración moral de sí mismo. Cree firmemente que nadie de los suyos causará un mal a la ciudadanía a propósito o con el corrupto afán de auto beneficiarse.
Es más, la mayoría de los dirigentes radicales que se retiraron de la función pública lo hicieron pobres o sin riquezas mal habidas.
Pero no es ese el punto. Rousseau probablemente era incorruptible moralmente, pero con su teoría de la “Voluntad General” sentó las bases del fascismo moderno.
El símbolo del socialismo es una rosa, pero sostenida por un puño. Las buenas intenciones no cuentan aquí; solo cuentan los hechos.
La Argentina está en un punto respecto del futuro de la libertad en donde no se puede caer en mariconeadas (con perdón de los que se puedan sentir ofendidos por el uso de éste término). La libertad en la Argentina está en una situación terminal. No se puede andar con chiquitas cuando se trata de su defensa. Debe ser a todo o nada.
Creo presumir cuál es la cuestión que el radicalismo y otras fuerzas que han salido de su tronco tienen con la libertad.
La libertad puede ser cruel. Inmediatamente te da oportunidad de reponerte. Pero puede ser cruel. Una mala decisión, un error de cálculo, una falta de actitud, te pueden acarrear consecuencias serias en un esquema libre.
Repito: la libertad es tan grande que inmediatamente te dará otra oportunidad, y otra más, y otra más. Pero admito que con ella puede irte mal.
El “buenísimo” radical creyó encontrar una diagonal que limara las aristas crueles de la libertad pero que mantuviera, al mismo tiempo, sus motores encendidos.
Intentó entonces inventar un sistema que combinara lo mejor de los dos mundos: lo mejor de la libertad y lo mejor del intervencionismo estatal. Error fatal.
Cómo ya advertía Alexis de Tocqueville no hay mentira más grande que los llamados “sistemas mixtos”.
Y menos en este caso, en donde el permiso de ingreso al Leviatan, destruye todo lo que toca, empezando, claro está, por la libertad.
Los reparos que el radicalismo y sus fuerzas afines levantan contra los sectores más liberales de JxC y -ni hablar- contra los sectores decididamente libertarios que se han enrolado para competir en las próximas primarias, constituyen, si dudas, uno de los mayores inconvenientes que la Argentina tiene para romper las ataduras de la servidumbre, del atraso, de la miseria y de la falta de progreso.
Esa actitud blanda, en cierto sentido pusilánime, dubitativa del radicalismo y de otras fuerzas democráticas sobre la supremacía del sistema liberal-capitalista de la Constitución es uno de los mayores escollos para vencer al fascismo kirchnerista.
Y el fascismo kirchnerista sabe que puede aprovecharse de ello. Es más, tanto lo sabe que desde la época de Néstor Kirchner quiso cooptar a esa fuerza bajo el concepto de la “transversalidad política”. Avanzó incluso hasta presentarle al país una fórmula compartida, con Julio Cobos como vicepresidente, experimento que terminó con el famoso “voto no-positivo” que fue la admisión de que el buenismo radical había sido timado.
Por supuesto que no hay nada que obligue al radicalismo de abstenerse de sostener sus posiciones. Pero por el bien de lo que ellos dicen también defender sería mejor que dejen de atacar a los que sostienen como programa de acción el regreso al sistema económico construido por Alberdi y que depositó al país entre las naciones más ricas, mas prósperas y más pujantes de la Tierra.
TOTALMENTE DE ACUERDO CON LIBERTAD TOTAL EN LO ECONÓMICO, SOCIAL EDUCACIONAL,Y LA SUPRESIÓN INMEDIATA DE LAS AFILIACIONES COMPULSIVAS A LOS SINDICATOS QUE FORMAN MAFIAS DE CORRUPCION Y ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO. ADEMÁS SE DEBE ACTUAR CON SEVERIDAD Y CORAJE EN LAS CUESTIONES JUDICIALES. JUEZ CORRUPTO DEBE SER ECHADO Y PUESTO EN CARCEL SI CORRESPONDE. Y POR SUPUESTO A TODOS LOS QUE OSTENTAN PODER SEA POLITICOS EMPRESARIOS GREMIALISTAS Y TODO EL QUE DELINQUE. LOS ABULTADOS SUELDOS QUE PERCIBEN LOS FUNCIONARIOS , POLÍTICOS Y JUECES DEBEN SER REEVALUADOS . NO PUEDE SER QUE EL ESTADO INEFICIENTE SEA LA CAUSA DEL DESASTRE DE LA REPÚBLICA, NO ADMIYE DEMORAS NI ACTITUDES PUSILÁNIMES. GRACIAS.
Lamentablemente no lo voy a ver . Ver cómo mi país cae en la miseria ,en el analfabetismo , sometido por gente que no posee ningún valor humano ,gente decidida a llevarnos a un régimen opresivo es desesperante. Nuestros hijos se irán y los que quedemos vamos a vivir avergonzados y misrrables.