Aruba

La concepción militar del kirchnerismo

La concepción bélica que el kirchnerismo tiene de la existencia se materializa en su afán de ocupar territorios, cualesquiera sean ellos, a fin de sentar allí sus reales y reclamar como propias esas comarcas.

No importa si esos campos son empresarios, políticos, culturales, sociales o relacionados con el servicio exterior: no hay distinciones a la hora de copar terrenos.

Hoy una nota del periodista Jaime Rosemberg en La Nación da cuenta del avance de esta fuerza de ocupación en el servicio exterior. Y digo “fuerza de ocupación” porque a los fines prácticos el kirchnerismo se comporta como tal: como una fuerza que avanza en un territorio que quiere reclamar como propio, haciéndolo por la vía de la coacción y la intimidación tal como lo haría un batallón militar en territorio enemigo.

Esta agrupación política concibe, efectivamente, la vida de esa manera. Sienta sus reales por la fuerza y empuja todo lo que se le resiste, ya sea con el amañamiento de la ley o directamente por la fuerza bruta.

Es lo que viene practicando sistemáticamente con la Justicia y con el Ministerio Público. Empuja de modo diverso, coerciona, amenaza, arrincona. A los jueces y fiscales los intima a jubilarse más allá de lo que indican las normas legales. Utiliza los medios que le responden para presionarlos y, cuando consigue el objetivo, llena esos lugares con tropa propia tal como lo haría un ejército invasor.

Su concepción deriva de la lógica de las organizaciones irregulares de los ’70 que se denominaban a sí mismas con distintos nombres que remitían a lo militar: “Ejército” Revolucionario del Pueblo, “Fuerzas Armadas” Revolucionarias, “Fuerzas Armadas” Peronistas, “Ejercito” Nacional de Liberación y que utilizaban una terminología y unos métodos absolutamente militares.

Es un embuste creer que aquellas organizaciones luchaban por la instauración democrática civil, opuesta al militarismo de las fuerza armadas regulares. Esas organizaciones querían imponer un régimen de indudable matriz militar reemplazando a los militares regulares por tropa propia: su problema no eran los “uniformes” sino quienes los usaban.

Del mismo modo, ahora, habiendo entendido que el mundo no tolera más esas aventuras de boinas truchas y de romanticismo selvático, se han convertido a unas fuerzas civiles, disfrazadas de saco y corbata pero que, en lo esencial, siguen respondiendo al mismo patrón militarista de los ’70 que consiste en avanzar sobre la base de ocupar territorio -cualquier territorio- con elementos que les responden.

Según cuenta Rosemberg  el ex dirigente del Partido Socialista y asiduo concurrente a las oficinas del Instituto Patria, Ariel Basteiro, fue designado el jueves pasado, de manera formal, a través del Boletín Oficial, como nuevo embajador argentino en Bolivia, destino que ya ocupó durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner.

El nombre de Basteiro -anfitrión habitual de Evo Morales en sus visitas al país- se suma a los de Sabino Vaca Narvaja, Luis Ilarregui y Eduardo Zuain, otros tres dirigentes cercanos a la expresidenta que en las últimas semanas asumieron o se confirmó que asumirán en estratégicas misiones diplomáticas del país en el exterior, como China, Cuba y Rusia.

No es extraño ver el listado de países por donde la comandante de El Calafate ha comenzado su presión para quedarse con territorio del servicio exterior: Rusia, China, Cuba y Bolivia. Se trata de países con los que el kirchnerismo trama una avanzada de inteligencia que lo ayude a terminar de copar la Argentina con su tropa y con su infiltración ideológica.

El kirchnerismo recibe de esos países una combinación de agentes y de know how de infiltración que lo ayudan a desplegar sus fuerzas y a continuar con su tarea de penetración y de ir por todo.

El trabajo, obviamente, requiere del corrimiento de los funcionarios que actuaron en esas posiciones durante el gobierno de Cambiemos, aun cuando los procedimientos sean completamente ilegales, como por ejemplo la presión para que se jubilen jueces, fiscales y funcionarios del servicio exterior.

En el caso de los diplomáticos, no son infrecuentes las denuncias sobre la existencia de listas negras que se confeccionan en la Cancillería de Felipe Sola, para excluir a diversos funcionarios de

nuevas asignaciones, o para presionarlos a una jubilación anticipada. Desde ese sector critican las intimaciones que desde el edificio de Cancillería a diplomáticos de 65 años para “sugerirles” que se jubilen. Los embajadores se jubilan a los 70 y el resto (ministros, consejeros) a los 67. Pero naturalmente estas “nimiedades” legales no deben ser obstáculo para quien está dispuesto a llevarse todo por delante.

El kirchnerismo de cuarta generación sabe que cometió errores tácticos en lo que, en su concepción, son “blanduras” inadmisibles durante sus primeras tres gestiones. Ahora llegó munido de esa experiencia y dispuesto a no cometer los mismos errores. No dejará resquicio por intentar conquistar: fundirá empresas para quedárselas, empujará de sus lugares a funcionarios legales, impondrá su tropa en los espacios dubitativos y extenderá su dominio por la coacción y la amenaza.

No hay nada distinto en el perfil que buscaban los terroristas del ’70. La comandante abrazó ese librito por la conveniencia del robo y la impunidad: “la izquierda te da fueros”, decía su difunto esposo y maestro. Otros se cuelan detrás de las polleras de la delincuencia lisa y llana para terminar de perfeccionar un modelo de servidumbre, en el que, naturalmente, también robarán.

Por Carlos Mira
Si querés apoyar a The Post Argentina, podés hacerlo desde aquí
o podés comprarnos un Cafecito.
>Aruba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.