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¡Es el derecho de propiedad, estúpido!

Tal como estaba escrito en el manual berreta de la izquierda paleolítica latinoamericana -a la que pertenece el peronismo kirchnerista- la ministra Batakis anticipó que estudiará medidas para encarecer los viajes al exterior y para complicar aún más la salida del país, así como también tornar más difíciles las compras en dólares. Lo hizo al mismo tiempo que tiene a uno de sus hijos de viaje en Londres, mezclando el turismo y el deporte con una pátina de intercambio estudiantil.

Esas medidas se incluyen en el marco de la visión oficial que dice que el derecho de viajar “colisiona con la creación de puestos de trabajo”, como si los que viajan tuvieran la culpa de que no se genere trabajo en la Argentina.

Ya hace dos días que venimos comentando la diferencia entre “empleo” y “trabajo” y por qué el gobierno se empeña en hablar del primero y no del segundo, de modo que no vamos a seguir profundizando aquí. Solo diremos que falta “trabajo” porque lo que el gobierno busca es el “empleo”.

Pero vayamos a buscar la base de todo este desatino. Tratemos de desentrañar de dónde vienen estas burradas que los funcionarios dicen naturalmente como si estuvieran explicando algo autoevidente.

El populismo de raíz comunista entiende que los dólares que produce el sector privado con su trabajo (ese sí es “trabajo”) no son del dueño que los produjo sino que son del Estado, que se los queda por la vía de hacer pasar las operaciones comerciales por la estructura del Banco Central.

Esa es la anomalía de base que permite luego a estos funcionarios nefastos hablar de “prioridades” en la asignación de usos de divisas. Es una anomalía que involucra el derecho constitucional de propiedad.

Si la Argentina fuera un país libre, en donde los dueños de las cosas pudieran hacerse de la monetización de sus ventas exteriores sin intervención del Estado, el fruto en metálico de las exportaciones debería ser transferido directamente al CBU del dueño, que cobraría así de modo pleno lo que vendió.

¿Quién, bajo ésta Constitución,  le dijo al Estado que los dólares son de él?, ¿Quiénes son los funcionarios del Estado para establecer prioridades en el uso de los dólares que produjeron sus dueños? ¿Quién carajo se creen que son? ¿De dónde salieron? ¿Quién carajo son ustedes para decirnos cómo y cuándo podemos usar los dólares que producimos nosotros?

Porque que quede claro algo: de esos dólares ustedes no produjeron ni uno solo; ustedes son especialistas en robarlos, pero de producirlos de manera lícita como fruto del trabajo (esto es, de la transformación de la materia o de la creación de un servicio nuevo) ni hablar, no saben ni por dónde empezar…

Tratando de apelar a la aplicación de un “orden de prioridades” en el uso de las divisas que busque tener apelativo y que suene “razonable” dicen algo así como que “en un contexto de escasez lo razonable es establecer un orden de prioridades, de modo que las necesidades importantes del país serán cubiertas primero y las frivolidades deberán esperar…”

¿Ah, sí? ¿Y quien carajo son ustedes para establecer el orden de prioridades que yo le quiero dar al uso de mis dólares? Uno de los ejemplos preferidos de esta nomenklatura criminal es que el que necesite fertilizantes no va a tener problemas para tener los dólares para comprarlos; en cambio el que quiera comprar en el free shop va a estar complicado.

Me voy a poner en el extremo de los ejemplos teóricos para derrumbar de un solo golpe toda la lógica que hay detrás de estas argumentaciones. Supongamos un chacarero que ha tenido un buen rinde la cosecha pasada, que no tiene interés en sembrar este año y que por lo tanto se caga en los fertilizantes y se quiere patinar toda la guita que se ganó honradamente en el free shop… ¿Quién carajo es Batakis para impedírselo? ¿Quién mierda es el gobierno para decirle a esa persona que los fertilizantes son más importantes que los perfumes?

Como se ve, estamos ante disyuntivas mucho más profundas que una simple cuestión cambiaria. Lo que la Argentina tiene enfrente es una encrucijada entre dos maneras de vivir que son completamente antitéticas, que no pueden conciliarse y que tampoco son susceptibles de mezclarse, tomando algunos principios de una y otros de otra.

Es más, la “complicación cambiaria” provocada por la escasez de dólares es la consecuencia directa de que en el país impera una normativa que no le asegura a sus verdaderos dueños la propiedad de los dólares que producen.

De ese modo los que son productores genuinos de dólares no desarrollan en plenitud todo lo que podrían producir y vender porque saben que la parte del león de lo que vendan se la quedará el Estado. Como consecuencia de ello, solo se liquida lo imprescindible, por lo tanto faltan dólares.

En el fondo, aquí estamos frente a un nuevo capítulo de la vieja lucha argentina contra el derecho de propiedad. A la Argentina no le faltan dólares por una cuestión coyuntural que puede resultar más o menos duradera. A la Argentina le faltan dólares porque la estructura jurídica del país no garantiza el derecho de propiedad y, al contrario, ha legalizado un sistema bastante parecido al robo.

En la Argentina las personas no tienen garantizada la propiedad del fruto de su trabajo. Por eso no hay trabajo y por eso no hay dólares.

La ministra Batakis acaba de declarar que para ella el mejor ministro de economía de la historia del país fue José Ber Gelbard. Gelbard fue un comunista (camuflado en peronista en el dramático gobierno de Cámpora-Perón-Isabel de 1973-75) que condujo a la Argentina a una de las estafas estatales más renombradas de la Historia: el Rodrigazo.

Esta es la génesis del problema argentino: la sociedad le ha entregado el Estado a un conjunto de comunistas que se lo ha apropiado y que, desde hace décadas, viene inyectando progresivamente dosis de su veneno en la administración del país. El resultado ha sido el que se ha repetido en todos los países que han tenido la misma mala idea: miseria, escasez, violencia, desigualdad, atraso, desvinculación del mundo…

En este escenario también se ha verificado otra de las consecuencias ingambeteables de la aplicación de estas aberraciones: la creación de una nouvelle noblesse en cabeza de los funcionarios del Estado que han pasado a constituir una verdadera oligarquía que se puede dar el lujo de disfrutar de todos los placeres que ellos mismos le prohíben al pueblo raso: ellos viajan (los que más viajaron desde que el peronismo es gobierno son funcionarios estatales o paraestatales), disponen de autos de alta gama, viven en mansiones, acceden a los últimos enseres de la tecnología (incluidos iPhones 13 Pro Max), usan ropas caras, se visten con las mejores marcas… Ellos sí, vos no. Bienvenidos al comunismo, señores.

Cuando Cristina Fernández de Kirchner habla de la necesidad de implementar un “Nuevo Orden” lo que quiere es llevar a la Argentina a ese diseño social. Parece que el imperio de facto de esas ideas no le basta y quiere que se plasmen en un orden legal positivo.

Mientras el artículo 17 de la Constitución siga siendo letra muerta y esté, en los hechos, reemplazado por un orden jurídico colectivista de raíz comunista que les quita a los argentinos el derecho irrestricto al goce del fruto de su trabajo lícito no habrá ni trabajo, ni dólares, ni bienestar, ni viajes, ni papel higiénico. Para el pueblo, claro. Ellos sí, tendrán de todo. 

Por Carlos Mira
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One thought on “¡Es el derecho de propiedad, estúpido!

  1. Carlos

    Hace un ratito puse tv C5N y hablaba
    Ella apague y me puse a escuchar con
    El celu al duo Oriental Larbanois&Carrero el tema Milagro ya
    No se soporta + esta tortura…..

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