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El Lejano Oeste y la Argentina

La plataforma Netflix de series y películas por televisión tiene entre sus novedades una miniserie de 6 episodios que cuenta en un documental la historia que se conoció como el “tiroteo del corral OK” en Tombstone, en lo que en 1881 era el territorio federal norteamericano de Arizona, es decir, antes de que se convierta en Estado.

La serie se emite bajo el nombre de “Wyatt Earp y la Guerra de los Cowboys” y allí repasa cómo un acontecimiento aparentemente perdido en medio del lejano Oeste, se convirtió no solo en un hecho nacional sino que tuvo severas implicancias para decisiones de inversión importantes que hombres de negocios estaban proyectando para el país.

Si uno bien se fija la serie puede constituir un resumen en pequeño de los efectos que pueden tener en la vida de un país acontecimientos que se producen contemporáneamente casi de manera fortuita y que, manejados con astucia por un conjunto de delincuentes que logra convencer a un conjunto de impávidos inocentes que las cosas ocurrieron de un modo diferente al que ocurrieron, desencadena desgracia tras desgracia.

El Corral OK no era más que un corral de caballos cuyo nombre completo era “Old Kindersley Corral” pero que el pueblo conocía simplemente como “OK Corral”. Allí el 26 de octubre de 1881 se produjo un tiroteo que no duró más de 30 segundos pero que produjo tremendas consecuencias.

El Alguacil de Tombstone, Wyatt Earp, había llegado a un acuerdo con el jefe de una banda de forajidos que se hacía llamar “los cowboys” para que le confesara el nombre de quien había robado una diligencia de la Wells Fargo que llevaba un cargamento de plata desde las minas vecinas de Tombstone hasta New York. En aquel momento EEUU estaba tremendamente endeudado por los costos de la Guerra de Secesión y el respaldo que la plata extraída de Arizona le daba al dólar era crucial para que sus acreedores siguieran confiando en el país.

Obviamente, que las diligencias que llevaban la plata a las bóvedas de los bancos en New York fueran asaltadas por forajidos en el camino y que ninguna autoridad legal pudiera poner ese fin a ese desorden, provocaba incertidumbre y temor entre los que podían seguir financiando al Treasury.

Era imperativo cortar esa mafia. Earp le ofrece al cabecilla de los cowboys, Ike Carlton, (que solía robar diligencias [por eso conocía el “negocio”] pero que no estaba involucrado en el robo de la que llevaba el cargamento de plata), U$S 6000 a cambio de que le diera el nombre del responsable del robo. Carlton acepta y le facilita la información.

Pero antes de que Wyatt pueda arrestarlo, aquel forajido es asesinado en otro tiroteo entre bandas. No obstante, Carlton reclama el dinero. Earp le responde que la recompensa era por el arresto: “Sin arresto no hay recompensa”, le respondió.

Carlton volaba de la furia y juró vengarse matando no solo a Wyatt sino también a sus hermanos Virgil y Morgan y a un amigo que era como un cuarto hermano para ellos, Doc Holliday. El hermano más joven de Carlton, Billy, intenta disuadirlo, pero el capomafia estaba decidido.

Un joven desahuciado -porque estaba enfermo de tuberculosis- escucha el plan de Carlton y sus cowboys para matar a los Earp y se lo cuenta a Virgil, el mayor de los hermanos Earp.

Entre los tres hermanos y Holliday deciden ir a buscar a los cowboys al Corral OK. Cuando llegan y se enfrentan, Bill, el hermano menor de Carlton a pesar de ser quien intentó disuadir a Ike para no atacar a los Earp, es el primero en amagar desenfundar su arma. Virgil le grita. “No, no hemos venido aquí a eso”. Sin embargo un tercer cowboy dispara y le da a Virgil en una pierna. Holliday responde y lo mata de un disparo de escopeta directo al pecho. Otros dos forajidos deciden huir, pero Bill dispara y le da en un hombro a Morgan. Wyatt respondió con un tiro que le da en el pecho.

Carlton, que había orquestado todo, era el único que no participaba del tiroteo. Al contrario: salió corriendo y se refugió en un edificio que daba frente al Corral. Cuando Wyatt se dio vuelta para dispararle, Bill que estaba herido pero no muerto quiso aprovechar la distracción para matarlo, pero Morgan, aun herido, fue más rápido y lo liquidó de un tiro. En medio minuto, el “tiroteo del Corral OK” estaba terminado. Virgil y Morgan tuvieron la suerte de ser atendidos por un médico que había descubierto que el simple hecho de lavarse las manos para tratar una herida, hacía que las probabilidades de sobrevida aumentaran notoriamente. Ambos se recuperaron.

Pero Carlton, que había visto todo como un cobarde refugiado detrás de la ventana del primer piso de aquel edificio vecino, no pudo procesar la muerte de su hermano Bill de tan solo 19 años. El único tema fue que, en lugar de asumir su culpa como el gallináceo instigador que lo mandó al muere, ideó un plan para presentar a los Earp como asesinos de ciudadanos ejemplares.

Tenía que dar vuelta la imagen de forajidos delincuentes que la gente del pueblo tenía de los cowboys (por lo que en principio todo el mundo respaldó a los Earp como héroes) y cambiarla por otra narrativa que los transformara a él y a sus sicarios en víctimas y al alguacil y a sus hermanos en asesinos.

Para eso exhibió en la calle principal de Tombstone los féretros abiertos de su hermano y de los otros dos cowboys que habían muerto, con un cartel encima que decía “Asesinados a sangre fría en las calles de Tombstone”.

El plan, increíblemente, detrás de la candidez de muchas “almas bellas” del pueblo, funcionó y los Earp, de ser considerados héroes, pasaron a ser vistos, al menos por algunos, como asesinos a sangre fría.

Ike comenzó a dar entrevistas a los periodistas donde describía a los Earp como asesinos despiadados que los habían ido a buscar para matarlos sin mediar palabra. Y la prensa reprodujo la historia.

Para EEUU en aquel momento, el Oeste era una fuente inagotable de aventuras misteriosas con lo que la historia corrió como reguero de pólvora por las rotativas de todo el país.

El pequeño detalle era que Wyatt Earp era el alguacil del pueblo, es decir, una especie de vice-sheriff. Que cierta gente empezara a sospechar (o incluso a estar segura) de que un funcionario de la ley era un asesino que salteaba los escalones del juicio y del debido proceso para resolver a tiros una cuestión legal con un grupo de criminales, impactó en una línea de flotación muy peligrosa para el país. De nuevo, los EEUU estaban muy endeudados y precisaban trasmitir confianza a sus acreedores. Que estos vieran que quienes debían hacer cumplir la ley eran los primeros en violarla, no era para nada algo bueno.

A todo esto J. P. Morgan, el famoso banquero neoyorquino, estaba negociando un crédito con la Banca Rothschild para poder invertir ese dinero en la compra de los ferrocarriles en EEUU. Gracias al cable telegráfico submarino que los EEUU habían tendido debajo del Atlántico para conectarse con Londres, ya todo el Reino Unido sabía de la fragilidad de las instituciones norteamericanas para poner en caja este bandolerismo, incluido claro está Rothschild. El resultado fue que el dinero para Morgan no estaría disponible hasta que este no pudiera dar una prueba solvente de que su país era un lugar seguro para poner su dinero.

¿Van entendiendo por qué se me ocurrió contar esta historia para relacionarla con la Argentina, no?

No voy a ser un spoiler de cómo la historia termina. Los que se hayan quedado intrigados pueden ver los seis capítulos en Netflix. Está bueno para un fin de semana largo.

Pero lo que quiero decir es que, a caballo de algunos idiotas (o “almas bellas”, según quieran ustedes llamarlos) es posible que un conjunto de delincuentes logre instalar la idea de que ellos son los buenos y de que los buenos con los malos. No solo eso. Es posible que, cuando los delincuentes dominen la situación porque su plan se impuso, eso ponga en peligro las instituciones, la confianza y la credibilidad del país, todo lo cual impactará en la pérdida de oportunidades, de inversiones y en una tasa de crédito internacional más cara.

¿Les suena familiar la descripción? Bien. Eso demuestra que una verdadera república, al lado de las garantías, libertades y derechos reconocidos a sus ciudadanos debe elaborar un sistema inmunológico (que no es contra la república sino que es parte de ella, así como el sistema inmunológico humano no es contra el ser humano sino que es parte de él) que aísle las bacterias que podrían desarrollarse en su cuerpo montadas en las propias libertades que ese cuerpo otorga. Si las bacterias ganan, el cuerpo muere. Es así de simple, tanto en las personas como en los países.

Ike Carlton se presentaba en público como un defensor de las libertades que un asesino con una “placa de la ley” les quería sacar a los ciudadanos que querían vivir libremente. Un país que se coma ese verso y que en lugar de respaldar a quienes deben poner en funcionamiento el sistema inmunológico de la repúblicas, se muestren partidarios (inocentemente) de los delincuentes porque se creen la mentira de su victimización, seguramente sufrirán las mismas desconfianzas que nada más y nada menos que los EEUU sufrieron cuando esos balances republicanos entraron en duda.

La república no debe tener dudas acerca de la identificación de cuáles son sus verdaderos males. Y cuando esa certeza está segura, la persecución, aislamiento y eliminación de las bacterias no debe tener ni fisuras ni reparos, que, cuando ocurren, se parecen más a la pusilanimidad que a la grandeza.

Por Carlos Mira

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3 thoughts on “El Lejano Oeste y la Argentina

  1. Gustavo Lionel Rodríguez

    Buenísimo Carlos!!!

  2. Carlos

    Note ultimamente q jovenes quieren comprar cosas como alimentos etc etc
    Sin pagar nada a cambio “mangueros”
    Esto los acostumbro la ” Politica anterior
    A recibir sin dar nada a cambio
    Eso se llama Politica Demagogica
    Que se vayan del Pais si algun otro Pais
    Requiere sus Servicios.
    Esta es la “Juventud Maravillosa ” que vociferaba una Dirigente Politica.
    X ahi creian en serio q iban a ganar
    65.000 Dolares x mes.
    Tampoco creo q El Salvador paso a ser
    Potencia x haber apostado todo al Bitcoin
    Q se puede comer el Bitcoin con ketchup
    Uno tiene q creer en uno mismo.

  3. Juan

    Segun la manera de pensar de Duhalde
    Hay q romper el metro el termometro
    Ya q segun el tienen la culpa de lo q nos
    Pasa
    El peligroso no es Milei el peligroso es
    Duhalde dense cuenta de una vez argentinos y no le den + cabida a tipos
    Como Duhalde

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