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Basta de hacer el juego a la mentira

Muchas veces la oposición y analistas críticos elevan el debate de discusión con el gobierno como concediendo o dando por sentado que esta gente tiene alguna idea.

Es muy ostensible esa situación entre los referentes económicos, por ejemplo.

Lo más común allí es que los profesionales de la economía críticos del gobierno discutan las medidas desde un ángulo de teoría como si los actuales burócratas realmente creyeran en un determinado modelo económico.

Y eso no es cierto. El gobierno no tiene una idea económica predeterminada, solo conceptos que le son funcionales a sus objetivos.

Por supuesto que, en ese terreno, hay concepciones económicas que son más compatibles con las metas que se propone el fascismo. Pero, de nuevo, lo trascendente es esto último, no la concepción económica.

La meta del kirchnerismo fascista es la dominación; el control de todos los resortes sociales para beneficio propio, poniendo a su disposición el producido de una sociedad esclava y hundida en la miseria.

Resulta obvio que la infraestructura de ideología económica compatible con ese propósito es, en términos teóricos, el modelo de economía planificada o de monopolio estatal de la inversión.

Pero todos aquellos que plantean las discusiones en términos de keynesianismo por oposición a una economía de mercado, le están haciendo un favor al gobierno por la vía de “jerarquizar” su postura mediante el reconocimiento tácito de una pátina teórica que puede resultar ineficiente, pero que no implica la ilicitud de quienes así creen.

Y eso de por sí constituye un enorme favor para el gobierno porque lo saca del terreno delincuencial en el que debería estar para trasladarlo a un campo en donde lo que se discute no son delitos sino opiniones.

Por supuesto que resulta mucho más conveniente pasar por “keynesiano” que tener que explicar violaciones a la ley.

Aquí no hay keynesianismo señores, ni partidarios de una economía planificada simplemente porque están desactualizados o no vieron aún la luz de lo que es realmente eficiente en términos de que la gente viva mejor.

Lo que hay aquí es un proyecto de dominación social y de apropiación de la riqueza creada por otros. Eso en mi barrio se llama esclavitud en un caso y robo en el otro.

Cuando alguien por el uso de la fuerza compulsiva quiere sacarle a otro lo que es el fruto de su trabajo, eso, el idioma castellano lo llama robo.

Tomar la ropa de los políticos para poder robar con el respaldo de la “ley” no hace al robo menos robo, ni al ladrón menos ladrón. Aunque para el ladrón sea más edificante que lo llamen “keynesiano” a que lo llamen delincuente.

El Gordo Valor podría haber robado mucho más y haber tenido una consideración social y privilegios mucho mayores a los que tuvo robando bancos y pirateando camiones.

Del mismo modo ya sabemos que nombre les dio la Constitución a los que pretendieran reducir a la esclavitud a los argentinos. Lo que ocurre es que para ellos es preferible que la gente los crea “socialistas” antes que “infames traidores a la patria”.

Porque desde el lado político ocurre algo similar a lo que ocurre con las discusiones económicas.

En efecto, los opositores políticos y muchos analistas parten del supuesto de que el gobierno tiene una “convicción” ideológica.

Falso. El gobierno no tiene ninguna convicción. Solo fue lo suficientemente sagaz como para advertir que un conjunto de ideas muy inservibles pero muy demagógicas, le venían como anillo al dedo -una vez más- para completar sus metas de dominación.

Y demás está decir que es mucho más digno que te llamen “socialista” a que te llamen criminal. 

Siendo “socialista” siempre tienen a mano la explicación de que te preocupan los pobres. A lo sumo podrán demostrarte que sos inútil porque, si los pobres son los que te preocupan realmente, las ideas en las que crees solo los multiplican y no sirven para salvarlos.

Podrás ser señalado como un “equivocado” pero no como un delincuente.

Pero si uno bien mira, el socialismo y la economía planificada o la confiscación de los medios de producción fue, en realidad, una construcción teórica inventada para encubrir una enorme asociación ilícita cuyo objetivo es el robo puro y simple.

De nuevo, este conjunto de ladrones tuvo la sagacidad de advertir que, construyendo esa máscara, podrían acceder a un botín incluso mucho mayor que asaltando gente en las esquinas, y encima quedar cómo quienes enarbolan las banderas del altruismo.

Sería interesante, entonces, que tanto la oposición como los analistas críticos, tanto económicos como políticos, empiecen a tratar al kirchnerismo como lo que es, sin otorgarle el beneficio que permite seguir trasmitiendo la idea de que cree en algo diferente que no sea la dominación de todos.

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