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Ante el peligro de la ceguera

En más de una de las ultimas notas que ocuparon este lugar editorial hice referencia a hechos o circunstancias difíciles de explicar, de medir con palabras, de bajar a hechos concretos, pero que, mágicamente, tienen la virtualidad de producir efectos mucho mayores que su aparente peso específico.

Hoy, frente a los rumores que rodean las conversaciones entre el gobierno y el PRO para alcanzar algún acuerdo en la provincia de Buenos Aires para ganarle al peronismo, quiero hacer un esfuerzo para darle forma concreta a esos intangibles a los que cuesta ponerles un valor pero que luego advertimos la fuerza que tuvieron, una vez que, probablemente, el daño ya haya sido provocado.

Me quiero situar en la mañana del 27 de octubre y quiero visualizar la tapa de los diarios. Unas tapas que digan, por ejemplo, “Cristina Kirchner ganó la elección en Buenos Aires”

¿Cómo sería esa mañana para el gobierno? ¿Cómo sería para Javier Milei y para su hermana? ¿Cómo sería para la Argentina, el país que -a ese momento- hará medio año que le juró y le perjuró al mundo que la incivilización política y el desvarío económico no regresaban más? ¿Cómo se diferenciaría ese lunes 27 de octubre de 2025 de aquel lunes 12 de agosto de 2019, cuando el frente kirchnerista derrotó en las PASO a los aspirantes de Cambiemos?

Tratemos de proyectar ese intangible sobre el dólar, los mercados, el futuro del programa del gobierno, la tranquilidad de la calle, el futuro de las reformas ya hechas y los siguientes dos años de Milei.

La sola imagen de recrear ese escenario en mi mente me hace correr frio por la columna vertebral. 

Dos años tirados a la basura y dos años insufribles por delante. Un retiro masivo de capital y un generalizado “¡a los botes!” le pondrían -si no el último- unos cuantos clavos al ataúd de Javier Milei.

¿Podría la ceguera de la inexperiencia, mezclada con un poco de egolatría y otro poco de soberbia echar por tierra el sacrificio de dimensiones oceánicas que los argentinos hicieron hasta ahora y los que habrán hecho hasta que lleguen esos días?

¿Se podría ser tan ciego? Esto que ve cualquiera, no importa si es argentino o extranjero, ¿podría ser ignorado por quienes tienen la responsabilidad de evitar más calamidades y por los que, por su propio orgullo, tienen el deber de hacer lo que sea para que el salvajismo kirchnerista sea sepultado para siempre y no regrese nunca más?

Uno, desde afuera, a primera vista diría que no; que los tantos están tan claros, que los peligros son tan nítidos, que, tarde o temprano, recapacitarán y harán lo que deben hacer.

Pero hoy esa conclusión obvia del sentido común esta en duda. Y hay hechos concretos para que las dudas se presenten.

Si bien el distrito de la Capital no tiene la importancia de una provincia que reúne el 40% del padrón total del país, tanto LLA como el PRO han dejado claro que, efectivamente, prefieren que gane el peronismo (¡qué gane el peronismo en la Capital! Algo fuera de las cuentas de cualquiera [porque si hay una jurisdicción refractaria al peronismo, es la Capital] pero que se perfila como una posibilidad muy cierta dado el encaprichamiento de los Macri y de Karina Milei) a que uno u otro se adjudiquen el triunfo. 

Si el problema era que ninguno quería que ganara el otro, el camino más corto, más “vivo”(políticamente) y más conveniente era ir juntos, pero no entregarle a un partido anti-sistema el triunfo envuelto en paquete para regalo, con moño y todo. Sin embargo lo hicieron.

¿Y qué garantías hay de que no lo vuelvan a hacer en la provincia de Buenos Aires para entregarle el triunfo, la impunidad y la venganza a la insoportable chabacanería de Cristina Fernández de Kirchner?

Porque el peronismo kirchnerista no es simplemente otra ficha en el tablero: el peronismo kirchnerista es el “anti-tablero”. O sea, su triunfo no implicaría, simplemente, un “retoque” de lo que se viene haciendo, dentro de los vaivenes lógicos de la democracia: el peronismo kirchnerista desencadenará un tsunami que no dejará nada en pie.

Si a eso se le suma el odio acumulado contra quien los humilló electoralmente y los destrató cada vez que pudo, el aluvión del revanchismo se llevará puesta a la Argentina. Olvídate de la libertad, de Occidente, del liberalismo de la Constitución, de la desregulación y de una vida sin el peso de un Estado poblado por corruptos: los titulares “Cristina Kirchner ganó las elecciones en Buenos Aires” serán el primer escalón de todo ese regreso a los infiernos.

Jugar todo (y cuando digo “todo” me estoy refiriendo al que probablemente sea el último reservorio de esperanzas de millones de argentinos) a una ficha cuyos ingredientes son la intransigencia, la altanería, los celos, la egolatría, la ignorancia política y, fundamentalmente, la falta de grandeza, me parecería cometer un pecado imperdonable, un sacrilegio difícil de medir y, mucho menos, de justificar.

Si las imágenes que se disparan en los cerebros de quienes deben resolver este intríngulis (cuando se visualiza la tapa con el titular “Cristina Fernández de Kirchner gano las elecciones”) no son suficientes para que todos se bajen del pony al que están subidos y desciendan a la realidad que los argentinos necesitan que ellos lean con precisión, entonces estaremos, una vez más, en manos de Dios.

Ninguna racionalización de esa imagen revertirá el inmenso golpe psicológico que ella misma va a producir: “no, porque ganamos en el resto del país”, “no, porque ahora tenemos más diputados”, “no, porque ahora tenemos más senadores…” Bullshit. Todas esas metabolizaciones racionales quedarán sepultadas por el peso inasible pero mortal de aquellos titulares.

Será imperdonable…

Por Carlos Mira

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One thought on “Ante el peligro de la ceguera

  1. Guillermo

    Es lamentable pero cierto. Lo que hicieron en CABA no tiene perdón. Veo las encuestas en las que lidera Santoro, radical-pero-kirchnerista, amigo de Alberto y defensor de todas las políticas demagógicas kirchas y me dan ganas de llorar. Pero si el peor vaticinio sucede al final, no será la primera vez que el ego del triunfo transitorio rife el destino del país. Y Milei se convertirá en otra promesa desperdiciada (y como bien decís, tal vez la última), en otro dirigente más al que el éxito se le subió a la cabeza y entregó otra vez el destino de todos a ese loop interminable que es el regreso del peronismo al poder. Esperemos que lean esta nota y que entiendan la situación de una vez por todas. Excelente editorial, como siempre.

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