Cada fin de semana, San Nicolás de los Arroyos vuelve a convertirse en uno de los puntos de escape favoritos de los porteños. Los escasos 240 kilómetros que la separan de la Capital son una ventaja para las familias que buscan participar de actividades al aire libre. Para ellas, la propuesta es disfrutar del río y entrar en contacto con la naturaleza.
Otro de los atractivos que tiene este destino es que, más allá de las bonitas vistas que regala el Paraná, resulta idóneo para realizar caminatas alrededor del centro urbano. En el área, es posible encontrarse con diversas propuestas, se trate de vistosos cafés, casas de té o cualquiera de los rincones menos conocidos de su circuito gastronómico, situado en las cercanías de la Plaza Mitre.
El lugar también se presta para pasear y descubrir casualmente verdaderos hitos culturales como la Casa Barco Irupé, el Teatro Rafael de Aguiar o el emblemático Santuario de la Virgen. Rodeando la iglesia, se puede percibir la calidez de los nicoleños entre un sinfín de coloridos puestos que representan una de las postales más características de la ciudad.
Hay más. Porque, entre los puntos distintivos, se destaca una misteriosa construcción. Un edificio lleno de historia, sí, al igual que la Casa del Acuerdo, aunque signado por el secretismo que se les atribuye a sus ocupantes. Ellos, que son sólo hombres, integran la logia Unión y Amistad N° 10 y están a cargo del espacio, también conocido como el Templo Masónico de San Nicolás.
Masones en San Nicolás
Situado sobre la calle De la Nación 80, en pleno centro nicoleño, el Templo Masónico suele abrir sus puertas para divulgar las tradiciones de la orden a través de las “tenidas blancas”. En pocas palabras, se trata de charlas abiertas enfocadas principalmente sobre los ideales de la libertad, igualdad y fraternidad, que rigen los principios de la logia.
Los vecinos y viajeros, además de profundizar sobre la organización, pueden visualizar detalles como la planta simétrica del predio. Está compuesta por tres prismas dispuestos alrededor de un patio de estilo neoclásico. Los símbolos que ornamentan los muros del lugar añaden una capa de misterio y suman al conjunto de esta construcción única en la ciudad.
En San Nicolás, la logia se creó en 1858 a partir de la unión de dos grupos, sobre la base de objetivos filantrópicos y bajo el nombre de “Fraternidad y Beneficencia”. Más tarde, pasaría a llamarse “Unión y Amistad”. En tanto, la sede fue modernizada en 1879, lo que la convierte en uno de los templos masónicos más antiguos de Buenos Aires.
Al año siguiente, sus afiliados presentaron un proyecto sobre la creación de una escuela en el edificio. Sería el primero de los distintos establecimientos educativos erigidos por la organización. Otro de sus logros tuvo lugar en 1884, cuando puso en marcha un comité de auxilio para tratar a las personas que sufrían cólera.
Además, la masonería dio pie a la creación de entidades como el Club de Regatas, aún vigente y representativo de San Nicolás; la primera sucursal del Banco Provincia en el interior de Buenos Aires, inaugurada en 1863; y el Centro Científico Literario. Incluso, en 1917, publicó diversas revistas de alcance zonal, como “Unión y Amistad” y “Lautaro”.
Masonería en Argentina
Los masones consideran que el hombre puede alcanzar su realización mediante la ciencia, la justicia y el trabajo. En el país, la masonería tiene más de 160 años. Entre sus representantes destacados, se pueden encontrar próceres como San Martín, Belgrano y Sarmiento, comúnmente vinculados con esta tradición.
En la actualidad, la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones cuenta con miles de integrantes, de acuerdo a sus propios referentes. Según exponen, en casi todos los gobiernos nacionales hubo masones. Aunque, por cierto, una de sus reglas fundamentales es que nadie puede revelar si otra persona forma parte o no de la organización.