Hace años era la Bariloche de los Estados Unidos. Hoy es la “Venecia Americana”. Su identificación con nuestra maravilla del sur no le venía por sus montañas y sus lagos. Fort Lauderdale, abreviado Ft. Lauderdale, está a orillas de un mar turquesa que baña arenas tan blancas como interminables. Su similitud se la daba el hecho de que, como Bariloche, Ft. Luderdale era el lugar elegido por los chicos egresados de la High School para sus viajes de fin de curso.
Hoy Ft Lauderdale es un reducto sofisticado que combina diversión para todas las edades: golf y navegación a vela por sus innumerables canales para los más grandes, deportes acuáticos en el mar o voley en la playa, tenis para los más jóvenes y, fundamentalmente, pasarla bien de día y de noche.
Los días son ideales para la playa y el sol. Una larga lonja de arena fina y blanca como la sal es el preludio a un mar abierto y celeste que, seguramente, proveerá el yodo necesario para tomar un color bronceado típico del Caribe, aunque estemos a unos cuántos kilómetros al norte.
Mucho más tranquilas que las playas de Miami, las de FTL dan la oportunidad de caminar con mucha paz y, de tanto en tanto, acceder a tomar una cerveza en algunos de los bares ubicados sobre la avenida lateral. Excelente el trabajo sobre la costanera, incluidas las duchas para refrescarse. Tomar sol ahí es un lujo, es tranquilo, nadie molesta, y hasta pude llevarme mis libros y relajarme leyendo mientras tomaba sol.
Una actractiva propuesta gastronómica
Cuando el sol cae, un paseo por Las Olas Boulevard discurre por una seguidilla de negocios de alto refinamiento que incluyen galerías de arte, antigüedades o moda. La oferta gastronómica es variada e incluye lo simple y lo sofisticado. Restaurantes temáticos, íntimos, italianos, franceses, para comer afuera o adentro, los cuales dan decenas de opciones para una buena noche. El lugar es simplemente encantador. Pasear por ese boulevard es algo que no debe faltar en la visita ya que está lleno de música, tiendas, restaurantes, bares y más. Autos antiguos de colección que se exhiben allí mismo, sobre el cordón de la vereda. Sus tiendas son atractivas con una decoración alegre y diferente.
“Indigo”, el restaurante del hotel River Lodge, es una experiencia que combina la intimidad, la calidez, la comida sofisticada, un hogar (encendido en las “frescas” noches del invierno del sur de la Florida). Después de comer se puede hacer una caminata por el costado de uno de los canales marinos de la ciudad sobre cuya ribera da la parte de atrás de los comercios, los restaurantes y los hoteles de Las Olas, “Indigo”, entre ellos.
Sobre Ocean Avenue (la avenida que bordea el mar y que de día es un muestrario de personajes divertidos, de gente tomado cerveza o almorzando o simplemente de turistas comprando), se puede continuar la noche tomando un trago, escuchando música, disfrutando el folclore de un bar temático deportivo en donde se trasmita un buen partido de fútbol americano o de básquet o yendo a bailar.
Claro que esa diversión se puede combinar con un paseo por los canales tomando una de las excursiones que muestran el interior de Lauderdale y las mansiones que las celebrities han adquirido aquí para descansar.
Las embarcaciones son muy cómodas y el personal muy atento. El recorrido es muy entretenido, en donde uno va navegando por los canales viendo las espectaculares mansiones de algunos famosos y otras familias que han decidido vivir allí. Esos canales son los mismos que le han dado el nuevo seudónimo “italiano” a la ciudad y los mismos que decenas de taxis de agua usan para llevar gente desde sus casas hasta sus oficinas, en un trayecto que reduce al mismo tiempo, el uso del automóvil, la polución y el tiempo de viaje.
Una recorrida por la Bonnet House
Cuando uno entra a la Bonnet House comprende que sus dueños iban allí a gozar de la vida. La Bonnet House (también conocida como el Bartlett Estate o Bonnet Lilly) es una casa histórica en Fort Lauderdale. Se encuentra a 900 Birch Road . Desde el 5 de julio de 1984 en que fue introducida en el Registro Nacional de Lugares Históricos, lleva el nombre de Bonnet Lilly.
La propiedad fue adquirida originalmente en 1895 por Hugh Taylor Birch, un exitoso abogado de Chicago, quien se la dio a su hija Helen y su esposo, el artista Frederic Bartlett, como regalo de bodas en 1919. Bartlett construyó una casa de estilo plantación en la propiedad y comenzó a pasar los inviernos allí con su esposa y su hijo de un matrimonio anterior, Frederic Jr, hasta que Helen murió en 1925. La mansión, que en un principio llegaba hasta la playa.
Bartlett luego se casó con Evelyn Lilly, ex esposa de Eli Lilly (el creador de los Laboratorios que llevan su nombre), y la casa continuó utilizándose como residencia de invierno hasta la muerte de él en 1953 y la de ella en 1997. Evelyn traspasó la propiedad en 1983 al Fideicomiso de la Florida para la preservación histórica, y hoy se mantiene como casa museo. Hay una visita guiada por los jardines muy recomendable.
Está claro que una visita al sur de la Florida no estaría completa sin pasar por el Parque Nacional de los Everglades. Comúnmente conocidos como “pantano”, los Everglades son un río de corriente lentísima que se navega con botes especiales porque su profundidad es mínima. En cualquier lugar uno puede bajar del bote y hacer pie.
Un curioso paseo en lancha
Debido a la pequeña capa de agua que lo cubre todo, la única forma de conocer los Everglades es a bordo de un aerodeslizador (una especie de lancha que funciona con un gran ventilador) y esto es lo primero que hago al llegar a la “granja”, recorrer los humedales a toda velocidad en busca de cocodrilos y caimanes.
Si el paseo en lancha te abre el apetito, en el restaurante de la granja tenés la posibilidad de probar uno de los deliciosos platos hecho a base de la fauna local (por ejemplo, una nutritiva hamburguesa de cocodrilo). Después de la comida, hay espectáculos de cocodrilos que se realizan allí mismo. No me voy sin mi foto con un cocodrilo, por supuesto.Otra gran idea para conocer más, es contratar una excursión en bici.
Los guías están muy bien informados y te dan buenos consejos para la comida y de las mejores zonas para disfrutar a la noche. Las bicicletas con ritmo razonable para la excursión, te permiten disfrutar de una mañana diferente. Se puede combinar con una tarde en los taxis de agua para tener una noción bien de primera mano sobre esta ciudad, mitad de asfalto, mitad de agua.
Podés pasear, por ejemplo, a través del New River en un “aqua taxi” por 20 dólares. Además de subirte y bajarte donde quieras, podés llegar al Museo de Arte de Fort Lauderdale donde ofrecen variados eventos para todos los gustos. Los domingos hacen ferias de ventas en el parque de al lado para completar un día agradable y una opción más para ver y visitar FtL. Ft Lauderdale es ideal para aprender a bucear y hacer snorkel. Funky Fish Ocean Camp es un lugar especializado para eso y muy profesional, fundamentalmente con los chicos. Los asesores son excelentes, el complejo es buenísimo, y el sitio es ideal para aprender a nadar, a bucear y hacer snorkel no solo en piscinas sino en las vías fluviales del intercoastal.