Aruba

Para Paula

Por Osvaldo Bazán para Seúl

Alguien que fue mi amiga posteó “no es guerra, es genocidio” sobre Gaza. Intenté dialogar, me ignoró. Le escribo la carta que nunca leerá sobre sionismo y antisemitismo.

Fuimos más que compañeros de trabajo, muy amigos. La admiración profesional mutua, los gustos compartidos, los sueños soñados de a varios nos fueron uniendo más y más. A pesar de haberme ido de la ciudad que nos juntó, seguimos cultivando la amistad, me he quedado varias veces en su casa cuando volví allá, se ha quedado en casa cuando venía para acá.
Claro, crecimos distinto, con distintas vivencias o lo que fuera; las ideas ya no eran tan similares, los gustos se fueron bifurcando pero quedaba el respeto por tiempos compartidos. Seguíamos soñando casi lo mismo pero cada vez nos separaban más las formas en que suponíamos se podía llegar a esos sueños. Reconozco que los dos fuimos honestos con lo que pensábamos. Vino la grieta y fue un fuerte vendaval, arrasó con todo, nos aferramos a algunos recuerdos pero sólo alcanzó para un respetuoso saludo por WhatsApp por cumpleaños y a veces ni eso.
Hasta que me apareció en redes su posteo, el temido “no es guerra, es genocidio” con la bandera de moda.


No sé si les pasa, pero ahora uno entra en las redes sociales de los conocidos como en un campo minado: “¿Este se habrá convertido en simpatizante de los cabeza de trapo o todavía tiene sentido común?”.
Hay sorpresas todo el tiempo.
Abunda gente inteligente que se cuelga de todos los versos del eje del mal disfrazados de flotilla perroflauta de MuGreta, en el proceloso mar de las buenas intenciones espantosamente ejecutadas.
Así las cosas, un día —el mismo día en que en viaje a Israel, pasé por el desolador campo donde ocurrió la masacre de la fiesta Nova, donde los terroristas, algunos llegados en parapente de madrugada, mataron a 364 jóvenes y secuestraron a otros 44 aunque la mayoría ya fueron muertos en cautiverio, llevándolos al infierno del que se cumplirán dos años dentro de poco— vi la foto que aquella persona que fue importante en mi vida clavó, con el desparpajo con que se hacen estas cosas.


“No es guerra. Es genocidio” y la banderita de moda.
No sabía de su interés por los temas de Medio Oriente pero tampoco me sorprendió.
Pasamos juntos la época de la Primera Intifada y no recuerdo que nos hayamos conmovido por ese asunto, interesados como estábamos en ese momento por el rock argentino, el pop norteamericano, el cine europeo y la literatura latinoamericana.
Yo también empecé a interiorizarme del asunto después de las imágenes sádicas de la masacre del 7 de octubre.
Tampoco sabía hasta dónde su interés era real, cuánto se había documentado, qué fuentes usaba, qué datos conocía que quizás yo no, qué datos desconocía que yo sí, en fin, cómo había llegado a esa afirmación tan concluyente.
El proceso por el cual la Corte Internacional de Justicia determinó que no hubo genocidio de parte de Serbia ni de Croacia tardó 16 años, desde la denuncia de Serbia el 2 de julio del ’99 hasta el fallo el 3 de febrero de 2015.
El proceso por el cual la Corte Internacional de Justicia de la ONU determinó que la masacre de Srebrenica de julio del ’95 fue efectivamente un genocidio comenzó con la demanda de Bosnia el 20 de marzo del ’93 y culminó con el fallo el 26 de febrero de 2007.
Casi 14 años.


Sin embargo, mi excompañera de trabajo que escuchaba a Prince y leía a Kundera determinó sentenciosa “pim pam pum no es guerra, es genocidio” y a otra cosa mariposa.
Entonces decidí escribirle.
Me interesaba saber hasta dónde estaba comprometida, cuánto le afectaba el tema, qué se jugaba en ella para lanzar una consigna así al aire, tomar posición que en su caso —por ser comunicadora, aunque lo hiciese simplemente por sus redes sociales— no es menor. Hay una responsabilidad ahí, ¿no?
Le escribí pidiéndole una charla, hablemos del tema a ver qué sacamos en limpio.
Cero respuesta.
Al día siguiente volví con el mismo mensaje.
Cero respuesta.
Al día siguiente volví con el mismo mensaje.
Cero respuesta.
Y así varios días más.
Le mandé mi nota de Seúl de la semana pasada y la versión en YouTube que hice de esa nota.
O bien me silenció o bien simplemente me ignoró.
Lo que sí sé es que no le interesó discutirlo.


Ok, está en su derecho, son sus opiniones y ¿quién soy yo o cualquiera para juzgarlas?
Pero en aras de los años compartidos me pareció pertinente una charla.
No se pudo, como diría el nuevo ícono de don Costantini, siempre tan a favor de todo lo malo, en contra de todo lo bueno.
Soy bastante vehemente cuando se me pone una idea en la cabeza y entonces voy a aprovechar Seúl para decirle a Paula (cambié los nombres, sólo dejé las iniciales) lo que le hubiera querido decir si me hubiera dejado.
Es esto:
Imaginate, Paula, que es un sábado de mañana temprano que estás en tu pueblo, ese del que tantas veces me hablaste.
Dormís con tu esposo Daniel y tus hijos Leandro y Ana. De pronto, sin saber de dónde, entran a tu pueblo 500 tipos encapuchados, armados, disparando y matando a tu perro que descansaba en el patio. No me acuerdo el nombre de tu perro, hace mucho que no nos vemos pero supongo que seguirá debajo del limonero. Los gritos desgarradores del perro avisan que el drama se ha desatado. Corren vos y tus hijos adolescentes urgentemente a resguardarse en la pieza del fondo. Daniel sale a ver si encuentra a algún vecino con el cual proteger al pueblo. Lo ves de lejos, te mira por última vez y ahogás el grito cuando ves que desde atrás dos de estos barbudos lo acuchillan…


No voy a seguir con este texto.
No lo puedo escribir.


Quería un escrito que la conmoviera, quería poner a ella y su familia en la situación en la que estuvieron las víctimas del 7 de octubre; algo que la pusiera en el lugar central del horror que vivieron tantas personas ese día negro, pero intentar poner en los zapatos de las víctimas del horror del 7 de octubre los pies de alguien conocido me supera.
No voy a hacer lo que pensaba hacer cuando comencé a escribir este newsletter. No puedo ni usar como argumento escrito una fantasía basada en la peor realidad de la que fuimos contemporáneos.
Estuve en Nir Oz, el kibutz donde todo ocurrió.


Vi desde una terraza del lugar la franja de Gaza, una delgada línea gris opaca, ahí a poco más de un kilómetro. Vi el camino que los terroristas tomaron, vi el portón por el que entraron y vi otras cosas que intentaré olvidar durante los próximos años porque no es bueno guardar tanto dolor y que intentaré recordar porque no quiero llegar a la hora de los balances sin tener presente el tiempo que me tocó vivir.
Me voy a quedar con ganas de saber por qué a “Paula” le interesa tanto la Franja de Gaza.
Está en todo su derecho de haberse despertado un día con ganas de ayudar a gente que lo pasa mal.
Es muy loable.


Lo que me intriga es ¿por qué de los 110 conflictos armados que existen en este momento en el mundo según el portal Rule of Law in Armed Conflicts de la Academia de Ginebra de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos, o de los 59 que documenta el Índice de Paz Global (GPI) en 2025 —el número más alto desde la Segunda Guerra Mundial—, o de los más modestos 45 que lista Wikipedia en su artículo “List of ongoing armed conflicts”, su interés es uno y sólo uno?
El que está de moda.
Según el filósofo y periodista Miguel Wiñazki, esa elección tiene un nombre: antisemitismo.
Pero Wiñazki es judío y vos sabés cómo son los judíos.
Seguro que exagera, miente, tiene nariz ganchuda y quiere quedarse con la Patagonia o al menos con los helados Jauja de El Bolsón.
Todo lo que diga un judío que da la cara con nombre y apellido es fake.
La verdad está en encapuchados con armas y gritos.
Lo aprendí viendo las redes y leyendo los grandes medios de comunicación de Occidente. Así actúan, con observatorios oficiales y “fact check” para cualquier dato que dan los países democráticos y credibilidad absoluta para el “Ministerio de Salud de Palestina” (que son los terroristas de Hamás, pero bueno, si te vas a fijar en detalles).


Nadie piensa que cualquier información que sale de un territorio bajo el terrorismo de Hamás es obviamente controlada y no se dice una palabra si los terroristas no quieren. Nadie piensa que desde la Cruz Roja hasta Médicos Sin Frontera sólo dicen lo que los terroristas permiten (y quieren) que sea dicho.
Controlemos a Occidente, que los terroristas no mienten porque son buenos y coso.


Sigo.


Imagino entonces que la compulsión de mi excompañera de trabajo por mostrarle al mundo su compromiso tiene que ver con el tamaño del desaguisado. El desastre es tan grande que no puede pasar inadvertido.
Claro que si es por eso quizás se le perdieron los datos de Sudán. Es probable que la similitud entre las banderas de Palestina y Sudán la hayan confundido, siempre fue un poco despistada, la pobre. Las dos tienen franjas y un triángulo, ubicados de la misma manera y con las mismas proporciones, las dos usan los colores panárabes (rojo, blanco, negro y verde) pero el orden de las franjas de Palestina es negro, blanco y verde y la de Sudán es rojo, blanco y verde con el triángulo verde, y la de Palestina, triángulo rojo.
Será eso, claro.


El 15 de abril de 2023 en Jartum, la capital de Sudán, dos facciones militares rivales, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) del general Abdel Fattah al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) del general Mohamed Hamdan Dagalo (Hemedti para los amigos) se enfrentaron por el poder después de los años de caos que siguieron al derrocamiento del dictador Omar al-Bashir.
Ya en el año siguiente hubo una masacre étnica en Darfur (incluyendo un genocidio contra no árabes). El 50% de los muertos son civiles. A las RSF las apoyan los Emiratos Árabes Unidos y Rusia, y a las SAF, Egipto e Irán.
Hoy el país está dividido y continúan los combates.
¿Resultado del quilombito?
Trece millones de personas desplazadas internamente y 2,2 millones de refugiados en países vecinos (especialmente Chad, Egipto, Etiopía y Sudán del Sur, lo que está desestabilizando toda la región). Se supone que este año un millón más se irán del país en cuanto puedan. Además, el 64% de la población (30,4 millones de personas) necesita ayuda urgente, con hambruna declarada en Darfur y en el norte del país. Hay hospitales bombardeados (sin registros de que sean usados como bases militares, como sí está documentado en la Franja de Gaza), miles de niños muertos o amputados por minas y balas y tácticas de tierra arrasada.
Los esfuerzos de mediación de Arabia Saudita y Estados Unidos no sirvieron de nada. Se espera para dentro de poco un colapso total.
Paula, están precisando de tu fotito en Instagram, no sé qué esperás.
Camerún y Nigeria tienen conflictos interconectados, enfrentados no sólo a la insurgencia de Boko Haram sino también a su facción escindida, el Estado Islámico del África Occidental (ISWAP), que opera en la región del Lago Chad y afecta a los dos países desde 2009.


Boko Haram nació en ese año con el objetivo de establecer un Estado islámico en el norte de Nigeria y partes de Camerún, Chad y Níger (ojo, Níger y Nigeria no son lo mismo, Paula).
Hay tres millones de desplazados, Paula.
Hay hambre y, por supuesto, ni se te ocurra hablar de educación.
Las atrocidades contra los civiles son constantes, pero además Camerún tiene otros problemas internos como la guerra de los separatistas anglófonos que buscan la independencia de parte del país, una tierra al noroeste y al suroeste que ellos quieren llamar Ambazonia. Este conflicto (distinto del otro) ya lleva 590.000 desplazados. El 71% de los chicos de la región están en “necesidad humanitaria” (preguntale a MuGreta de qué se trata, Paula, quizás ella sepa). Nigeria, como Camerún, también enfrenta violencia separatista, en este caso de los Igbo que quieren restaurar la extinta república de Biafra.


Este año la violencia yihadista —ups, ligada a Hamás, en Gaza— aumentó sus ataques un 25% en relación al año pasado. Están empoderaditos, Paula, no quiero que te sientas mal pero quizás tu foto haya ayudado a eso.
La crisis humanitaria afecta a once millones de personas.
Claro que Nigeria afronta otro problema que es global.
La persecución y matanza de cristianos —por ser cristianos— que están ocurriendo ahora mismo en Sudán (donde se bombardean iglesias), Somalia (donde hay decapitación por parte del grupo Al-Shabaab, casualmente también islámico pero peleados con Isis por diferencias coso, otros beneficiados con tu foto), República Democrática del Congo (con ejecuciones a cargo de grupos rebeldes islámicos unidos a Isis, empoderados por los occidentales con foto en Instagram), Myanmar (con ejecuciones y bombardeos a iglesias de parte del gobierno militar), Pakistán (donde se lincha a los cristianos por “blasfemias”), Corea del Norte (donde los cristianos descubiertos se enfrentan a ejecución, campos de trabajo forzado o muerte por hambruna).


Lo mismo ocurre en Libia, Eritrea, Yemen, Irán y Afganistán, aunque en ningún lugar es tan grave como en el Cinturón Medio de Nigeria donde matan un promedio de entre 30 y 32 cristianos por día, por ser cristianos.
Sí, claro, también está el grupo yihadista Boko Haram y te digo, Paula, los métodos no son nada simpáticos, estos ataques son brutales, no sólo tiroteos casa por casa, también machetes y quema de viviendas. Por ahí pensás que bueno, que esto pasó hace mucho y que estoy haciendo un recuento de años, así que no merece fotito en Instagram. Bueno, no, sin ir más lejos, a mediados de junio de este año entraron de noche en las aldeas de Yelwata y Benue con rifles, machetes y combustible y quemaron a los cristianos vivos mientras dormían, o lo que pasó entre el 1ro y el 5 de agosto de este año (dos meses atrás nomás) donde hubo ataques y matanzas indiscriminadas en las localidades de Okwutanobe, Okpokpolo, Olegagbani e Ikpele.
Es cierto, es más fácil decir “Frí Pálestáin” que “Frí Okpokpolo” pero ya que hay tanta solidaridad y empatía con los sufrientes, no veo por qué los okpokpolostanos (o okpokpolostienenses, andá a saber) no lo merecerían.
En fin, que el mundo está revuelto es un hecho concreto y si me pedís las fuentes de todos estos datos te digo que es fácil, un simple recorrido por Internet te los va a mostrar. Eso sí, no tan espectacularmente como “Fri Pálestáin” porque ¡ups! no hay judíos a quienes echarle la culpa.
¿Será que el bueno de Miguel Wiñazki tiene razón?
¿Será que no es empatía sino simplemente antisemitismo?


Vos me dirás —en realidad no me dirás porque no te interesó hablar del asunto, más allá de la fotito en Instagram que te ubica en un lugar de confort para tomar café con amigos periodistas, músicos y teatreros— que ojo, que es antisionismo no antisemitismo y entonces te preguntaría ¿qué cosa es ser antisionista?, es más ¿por qué tendría algo de bueno ser antisionista?, pero no tengo con quien hablar así que sigo por acá.
Vos sabés que el tema me interesó cero hasta octubre de 2023 pero ahí empecé a buscar datos y a leer sobre el asunto; más que nada porque a esta edad ya sé que está lleno de garcas mentirosos llevando agua para su molino y quería evitar que con el tiempo alguien me escribiera una carta como esta que te escribo a vos. Vamos, que si creo que hago una declaración de principios por una foto en Instagram al menos que no quede como un ignorante arrastrado por la moda.


¿Viste la película J’accuse: El affair Dreyfus?
Supongo que sí porque muchas veces hablamos de Polanski y esta es una de Polanski. Bueno, ahí Polanski cuenta —casi literalmente— el caso Dreyfus, un claro caso de antisemitismo.
Me vine a enterar que un periodista austrohúngaro, Theodor Herzl, corresponsal en París del Neue Freie Press, cubrió el caso Dreyfus y lo que vio le heló la sangre: miles de educados parisinos marchando por las calles de la excapital luz al grito de “¡muerte a los judíos!”. Casi como ahora mismo, porque cuando los pueblos no quieren aprender, no aprenden.
Entonces el bueno de Teodoro “la vio”, como se dice ahora.
Él, que hasta ese momento había sido lo que se conocía como un “judío asimilado” que creía en la convivencia y coso, notó que algo andaba mal, muy mal.


Ahí entendió que convivir con tipos que quieren matarte todo el tiempo era un problema y publicó El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía , donde escribió, premonitoriamente, en febrero de 1896: “La cuestión judía persiste donde viven judíos en cantidad considerable. Donde quiera que no exista, es llevado junto con los inmigrantes judíos. Nosotros, naturalmente, somos arrastrados a lugares donde no somos perseguidos y nuestra aparición da lugar a la persecución. Éste es el caso, y será inevitable así, en todas partes, incluso en países altamente civilizados —véase, por ejemplo, Francia— siempre que la cuestión judía no se resuelva en el plano político. El infortunio del pueblo judío ahora se está transportando y sembrando la semilla del antisemitismo en Inglaterra, y ya lo han introducido en América”.
No hay nada que hacer, hay gente que la ve y Teodoro era uno de ellos. Escribió esto 40 años antes del Holocausto.
La solución entonces era volver a la tierra de la que tantas veces habían sido echados.
Israel.


Sí, Paula, supongo que no sabías que los judíos estaban ahí cuando nadie podía ni imaginar siquiera la existencia de “palestinos”.
Pensá que la primera vez que los echaron de ahí fue en el 722 a.C., cuando Sargón II (no lo confundas con Saurón, que es el señor oscuro de El señor de los anillos, lo digo porque sos un poco despistada) del Imperio Asirio conquistó Israel/Samaria y echó a unos 40.000 judíos.
Volvieron, pero los volvieron a echar.
Fue en el 586 a.C. cuando Nabucodonosor II de Babilonia destruyó el Primer Templo de Jerusalén y Judá, exiliando a la élite judía a Babilonia.
Es más, ¿te acordás de esa canción disco «Rivers of Babylon» de Boney M. que alguna vez pasamos por la radio sin saber de qué hablaba? Bueno, hablaba de eso, del exilio y cautiverio de los judíos en Babilonia. Quién diría, la bailábamos y no sabíamos de qué se trataba.
Pero los judíos volvieron otra vez a las tierras de Israel y otra vez los echaron. Ahora fue Tito, 70 años d.C., que destruyó el Segundo Templo de Jerusalén (¿Viste el Muro de los Lamentos? Bueh, eso es lo que quedó del Segundo Templo; en realidad es lo que quedó de la muralla de contención que sostenía el Monte del Templo, construido por Herodes en el siglo I a.C., viste que antes las construcciones duraban más, nada de durlock, Herodes) y vino la revuelta de Bar Kojba, suprimida por el romano Adriano en el 135 d.C. cuando los romanos expulsaron a la mayoría de los judíos de Jerusalén y Judea, prohibiendo su residencia en la ciudad santa y renombrándola Aelia Capitolina.


No, no soy un experto ni mucho menos, sólo estuve leyendo un poco y con eso te das cuenta de que decirles “colonialistas” a los judíos que estaban ahí antes que nadie es medio sonso.
O malintencionado.
Si tenés en cuenta que el islam nació en el siglo VII d.C. (en el año 610 cuando se supone que el profeta Mahoma recibió la primera revelación del Corán en la cueva de Hira) te das cuenta de que las fechas no cierran.
Entonces, ¡ups!, el pueblo originario de la zona es el pueblo judío.
¿Viste que siempre defendés a los pueblos originarios y tenés ese jarrito tan lindo con la whipala? Bueno, también representa a los judíos, mirá vos por dónde.


Me perdí, ¿a qué venía todo esto? Ah, sí, a que al bueno de Teodoro, después de escuchar las manifestaciones parisinas con el “¡muerte a los judíos!” dijo “volvamos allá de donde todos salimos y de donde nos echaron tantas veces” (no, Paula, no es una frase textual, es el concepto).
Si le hubieran hecho caso en ese momento, seis millones de judíos no hubieran muerto en cámaras de gas y campos de concentración europeos.
Pero no se pudo.
Recién en el ’47, cuando el mundo tuvo (un poquito de) vergüenza por lo que les habían hecho, les dijo a los judíos “ok, vuelvan, pero van a compartir la tierra con los que llegaron después de ustedes y que tienen derechos, también”.
Ahí nació la idea de “los dos Estados”.
Creo que una vez vimos juntos la película Éxodo, con Paul Newman en su esplendor, la historia de los 600 sobrevivientes del Holocausto que van a Haifa en un carguero, a la creación del Estado de Israel.
Gran solución, dos Estados, todos viviendo en paz y armoniosamente y los judíos allá en ese desierto para que no jodieran a nadie.
Eso fue el 14 de mayo de 1948.
El 15 de mayo de 1948, sólo 24 horas después, Egipto, Jordania, Siria, Irak y el Líbano le declaran la guerra al Estado de Israel que era un bebé recién nacido.


Al día siguiente de su creación, un país con 21.640 kilómetros cuadrados es atacado por una coalición de países que sumados tenían 1.720.971 kilómetros cuadrados; un país que tenía 806.000 habitantes es atacado por una coalición de países que sumados tenían 29.429.000 habitantes.
Y gana.
Cinco países se unieron contra el minúsculo Estado nuevo. Y perdieron, iniciando así una tradición: empiezan una guerra contra Israel y la pierden.
En 1967, Egipto, Siria, Jordania e Irak, con apoyo logístico y financiero de Kuwait, Arabia Saudita, Argelia y Sudán, atacaron a Israel que, con muchas menos bajas (800 israelíes, 20.000 árabes) ganó la guerra en sólo seis días y triplicó su territorio.
¿Viste que se dice que las derrotas deben servir para aprender? Bueno, los árabes no aprendieron y en 1973 Egipto desde el sur y Siria desde el norte atacan otra vez a Israel, que otra vez ganó las batallas con una contraofensiva que llegó a las afueras de Damasco en Siria y cruzó el canal de Suez en Egipto. Y otra vez, la mayor cantidad de muertes fueron las árabes (18.000 frente a los 2.500 israelíes).


Ahora bien, querida Paula, cuando en el ’47 se decide lo de los dos Estados, permitiendo a los judíos que vivan en su lugar originario, donde pudieran estar a salvo porque, repito, en Europa habían masacrado a seis millones por el solo hecho de ser judíos, Israel despega como una de las potencias mundiales.
Inventan un mapa verde ahí donde no había nada.
Cuando estuve ahí hace poco vi Santiago del Estero pegado a Misiones. Te explico. Al costado de la ruta, la tierra es el polvo seco de Santiago del Estero donde nada crece, pero unos metros más adentro, en el campo irrigado artificialmente con agua desalinizada del mar (solución que ellos inventaron), enormes plantaciones de bananos, paltas y mangos, bosques tropicales creciendo en el desierto. Lo que podría ser Misiones o Formosa si fueran israelíes.


Mientras esto pasa en uno de los dos Estados, ¿qué pasa en el otro? Miseria, atraso y educación formal que les enseña a los niños palestinos que su misión en la vida es matar cerdos judíos. No, no a chanchitos Paula, cómo sos, ¿eh?, a los judíos les dicen cerdos.
Nunca quisieron un Estado y lo dicen.
Las potencias occidentales, desde sus cómodos sillones, les dicen “tienen un Estado”. Desde las trincheras les responden: lo que queremos es matar judíos.
Los líderes occidentales también suben su fotito a Instagram.
Por eso, ser sionista es pensar que los judíos tienen derecho a tener su tierra ancestral en donde no corran el riesgo de que los metan en una cámara de gas.
Y así entonces, como yo pienso eso, soy sionista.
Sin ser semita.


Y esto me lleva a preguntarme, ya que te lo pregunto tanto a vos, ¿por qué me interesa el tema?
¿Por qué defiendo un país en donde no se puede comer jamón ni mariscos? (El mayor de los errores de los judíos, creo, modestamente.)
Me lo preguntan muchas veces desde que comencé a interesarme y a publicar cosas en las redes sobre el tema.
“¿Y vos por qué defendés a los judíos, si no sos judío?”
Que esté casado con uno no es tema, porque el tema religioso nunca estuvo presente en casa.
Pero vivo en una ciudad que tuvo dos ataques a la comunidad judía del país. Dos ataques a argentinos.
Y los que atacaron son los mismos que el 27 de julio de 2024 tiraron un misil contra una aldea drusa israelí matando a 12 nenes que jugaban a la pelota. Y tienen cuatro compatriotas aún en manos de los terroristas.
Cuando Theodor Herzl habló de volver a Israel dijo que era necesario volver a la que era “nuestra siempre memorable casa histórica para formar allí parte de una muralla de Europa contra Asia, un puesto de avanzada de la civilización frente a la barbarie”. Sí, civilización vs. barbarie.
Como Sarmiento.


No es raro entonces que acá quienes defenestran a Sarmiento apoyen el “Frí Pálestain”.
Por eso apoyo a Israel y lo hago como periodista contando la verdad. El precio a pagar, que un @kdiie234324354 te diga en redes que te paga el Mossad o de cuánto es el cheque de la embajada, es bien poco comparado con la conciencia tranquila de contar lo que se ve.
Sí, claro, en Jerusalén, un sábado a la noche me vi en medio de una marcha bastante multitudinaria contra la guerra, una marcha de judíos que también decían “genocidio” y pedían la cabeza de Netanyahu. La manifestación terminó casi en la casa de Bibi.
Un país en guerra que permite una marcha así y no la califica como “alta traición a la patria” es una nación democrática. Me imaginé por un segundo una marcha contra Galtieri en la Argentina del ’82. Dejé de imaginarla porque, justamente, es inimaginable.
Israel tiene contradicciones, corrupción y mala gente. Como todos los países del mundo.


Pero Israel hoy es la punta de lanza contra la barbarie que no está lanzada sólo sobre los judíos.
Estos bárbaros son del tipo de gente que viene por todo.
El enemigo son esos encapuchados que detrás de la medianera dicen que van a volver a cometer la masacre no una vez, decenas, cientos, miles de veces.
En eso son honestos.
Y lo gritan cuando dicen “del río al mar”.
Y lo pusieron en su carta fundacional, en el artículo 13: “No existe una solución negociada posible. Yihad es la única respuesta”, lo cual entra claramente en la calificación de “genocidio” pero a nadie le importa.
O al menos no le importa a la BBC, que el 5 de septiembre de este año tituló, pomposamente, “Israel comete genocidio en Gaza, concluye la principal asociación legal de expertos en este crimen contra la humanidad” basándose en lo declarado por la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio (IAGS, por sus siglas en inglés). Claro, vos leés eso Paula y te convencés. Pero si te fijás un poco, un poquito nomás, ¿eh?, tampoco es que haya que quemarse las pestañas, te enterás de que para formar parte de IAGS alcanza con pagar 30 dólares anuales. De hecho, para demostrar su inutilidad, algunos pícaros se anotaron como Hitler o Palpatine y la IAGS ¡los tomó como miembros! Esta es la seriedad de la “principal asociación legal de expertos en este crimen contra la humanidad”.
Ejemplos como este de fuentes “serias” hay miles.


Pero vos, Paula, te congratulás de estar del lado de los buenos porque pusiste en Instagram que “no es guerra, es genocidio”.
Estás en tu derecho.
La ignorancia, mal que nos pese, también es un derecho.
Nadie puede prohibirte ser una Barbie Gaza cantando alegremente sobre un conflicto que no te interesa más que tu propia selfie.
El único detalle es que no sos parte de la solución.
Sos el problema.
Ojalá lo veas antes de que sea demasiado tarde.

>Aruba

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