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Preocupan las carencias nutricionales de los menores de 3 años en Argentina

Un reciente análisis del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) reveló que la alimentación de los niños de entre 12 y 24 meses, en Argentina presenta preocupantes carencias nutricionales, como por ejemplo baja ingesta de hierro, déficit de Omega 3 y de las vitaminas D y B9 (ácido fólico), déficit de calcio, debido a la baja diversidad alimentaria y poca habitualidad de consumo de alimentos adecuadamente fortificados, por ejemplo entre los lácteos.

Por desconocimiento, por dificultades para organizar rutinas de elaboración de alimentos o por limitada accesibilidad económica, entre otras causas, determinadas elecciones nutricionales en las primeras etapas de la vida pueden repercutir negativamente en el futuro de los niños y niñas de nuestro país. Existen deficiencias nutricionales que, mantenidas en el tiempo, pueden afectar el potencial de desarrollo físico, cognitivo y neurológico.

“Es importante estudiar la realidad y tomar decisiones a partir de evidencia científica, por eso intentamos constantemente investigar y extraer conclusiones que nos sirvan para sugerir intervenciones y mejorar la realidad en términos de patrones de alimentación de nuestra población”, explicó el Prof. Sergio Britos, Director de CEPEA.


Según los datos relevados en una investigación reciente que llevaron adelante desde CEPEA, las principales características de la dieta de los niños pequeños incluyen:

– Déficit de Omega 3 y vitaminas D y B9 (
ácido fólico): La baja presencia en la dieta de alimentos como huevo, lácteos, pescado y vegetales de hoja verde, limita la incorporación de ácidos grasos esenciales y la absorción de estas vitaminas claves para el crecimiento y el fortalecimiento del sistema inmunológico.


– Déficit de calcio:
 Un consumo inadecuado de lácteos y otras fuentes vegetales de este mineral limitan su ingesta, crítica para el desarrollo óseo y múltiples funciones del organismo.


– Baja ingesta de hierro:
 El consumo insuficiente de alimentos ricos en hierro, como carnes magras y legumbres, incrementa el riesgo de deficiencia, clave para un adecuado desarrollo cognitivo.


– Baja diversidad alimentaria:
 La alimentación de muchos niños no incorpora la suficiente variedad de frutas, verduras y cereales integrales, comprometiendo el aporte de fibra, vitaminas y minerales esenciales. 

– Consumo de leche de vaca sin fortificar: Los niños mayores de 1 año, muchos de los cuales ya no suelen practicar lactancia materna o esta es marginal, terminan incorporando leche de vaca en su alimentación, en gran medida en sus formas no fortificadas, mientras que las fórmulas infantiles que están específicamente adaptadas a las necesidades nutricionales de esa etapa registran bajos niveles de consumo, cuando -por su composición- podrían equilibrar carencias y excesos de nutrientes en la dieta en comparación con el aporte de la leche de vaca. 

“Estos datos se desprenden de una investigación a partir de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, que ya habíamos presentado en 2024, sobre la que seguimos extrayendo conclusiones y aprendizajes. La evidencia científica disponible tiene que servirnos como sociedad para ser conscientes de la problemática y comenzar a tomar mejores decisiones nutricionales para los niños pequeños, tanto en el hogar, en las escuelas, como desde el diseño de políticas públicas orientadas a facilitar el acceso a alimentación de elevada calidad nutricional”, explicó el Prof. Britos.

Además de identificar un problema, es importante proponer caminos orientados a solucionarlo. En ese sentido, ante esta situación, CEPEA formula una serie de pautas clave para optimizar la alimentación complementaria de los niños pequeños y garantizar un crecimiento saludable:

  1.  Incentivar la lactancia materna hasta los 2 años, como recomiendan las Guías Alimentarias para la población infantil del Ministerio de Salud de la Nación, complementada -a partir de los 6 meses- con una alimentación adecuada. En los casos excepcionales en que no sea posible, las fórmulas infantiles representan una composición de nutrientes superadora en comparación con la leche de vaca en niños mayores de 1 año, y deberían ser la opción de elección en estos casos.
  2.  Fomentar el consumo de frutas y verduras variadas, asegurando la inclusión de colores diversos para asegurar la ingesta de suficientes vitaminas y minerales.
  3.  Asegurar la presencia de alimentos que aporten proteínas de calidad, como carnes, huevos, legumbres y lácteos.
  4.  Más fibra: modificar progresivamente y desde los primeros años el consumo excesivo de harinas y cereales refinados -blancos- por sus variedades integrales, con más contenido de fibra.
  5.  Evitar el agregado de azúcar y sal en los primeros años de vida, promoviendo sabores naturales y evitando la predisposición a alimentos de baja calidad nutricional.
  6.  Educar a familias y cuidadores sobre la importancia de una alimentación saludable, mediante campañas de concientización y acceso a información confiable.

    “Estamos convencidos del valor de la educación nutricional, tanto de familias, cuidadores como de educadores y de la sociedad en su conjunto, para contribuir a que se propongan patrones de alimentación saludables desde las primeras etapas de la vida. De esa manera, se sentarán las bases para forjar hábitos saludables que puedan acompañar a la persona durante toda su vida, protegiendo la salud futura”
    , concluyeron desde CEPEA.

Por Carlos Mira

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