Las primeras versiones del yogur surgieron hace cerca de 10.000 años, cuando pueblos nómadas transportaban leche en bolsas hechas de tripa animal y ésta se agriaba y cuajaba, pudiendo ser conservada por más tiempo.[2] Milenios después, el yogur es un alimento recomendado para su consumo diario por el Ministerio de Salud de la Nación en las Guías Alimentarias para la Población Argentina[3] por su elevada calidad nutricional, con múltiples beneficios para la salud, demostrados científicamente, y con constantes avances en su formulación.
“A lo largo de los años, a partir de la investigación, se fueron reconociendo los beneficios inherentes del yogur, por su aporte de diferentes macro y micronutrientes, como proteínas, calcio, hierro, vitaminas y, en algunos casos, probióticos. Estos últimos son un verdadero diferencial porque aportan beneficios en la microbiota intestinal, cuyo impacto en la salud ha sido ampliamente demostrado. En ese sentido, estamos muy entusiasmados por el lanzamiento del nuevo Yogurísimo con tecnología del CONICET”, sostuvo Vera Mandl, Licenciada en Nutrición, Gerenta del Área de Nutrición de Danone.
Cada mejora en el producto representa diferentes desafíos. A partir de su compromiso por continuar desarrollando nuevas y mejores opciones para contribuir a llevar salud a las personas a través de la alimentación, Danone realizó un acuerdo de transferencia tecnológica con el CONICET para la incorporación de un probiótico 100% argentino.
Científicos del Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA-CONICET) de Tucumán lograron aislar la cepa probiótica Lactobacillus rhamnosus CRL 1505 que pertenece a la colección de cultivos de CERELA-CONICET y que demostró importantes beneficios en salud respiratoria y gastrointestinal, con una disminución significativa en la aparición de eventos infecciosos como catarro de vías aéreas superiores, anginas y diarreas agudas. Danone incorporó este probiótico en su receta de yogur sabor natural sin azúcar y bebible sabor frutilla.
La tecnología 1505 del CONICET, basada en el proceso de conversión de la cepa L. rhamnosus CRL1505 en un ingrediente o un bioproducto para ser incorporado en alimentos, transitó las diferentes fases de investigación científica y tecnológica necesarias para obtener el estatus de probiótico, cumpliendo los requisitos de los entes regulatorios pertinentes tanto nacionales como internacionales.
“La funcionalidad probiótica de la tecnología, comprobada mediante estudios clínicos, es la capacidad para estimular el sistema inmunológico del hospedador a través de complejos mecanismos, con el consecuente aumento de la respuesta inmune y su eficiencia para afrontar o prevenir infecciones respiratorias e intestinales provocadas por virus o bacterias”, explicó María Pía Taranto, responsable técnica del desarrollo de la tecnología e investigadora del CONICET en el CERELA. Y agregó: “estos estudios demostraron, además, la seguridad del consumo de la cepa estudiada y permiten incluir nuestra tecnología en diferentes tipos de alimentos como yogures”.
Asimismo, Taranto afirmó que “transformar resultados de investigación en un producto, en este caso alimenticio, destinado a toda la población, con beneficios en salud científicamente comprobados, es para nosotros un anhelo cumplido que nos enorgullece y motiva a seguir en el camino elegido de hacer ciencia de calidad y alta competitividad en nuestro país, que pueda contribuir al bienestar de la sociedad a la que pertenecemos”.
“La articulación entre el sector científico y el sector socio-productivo es fundamental para que nuestras investigaciones puedan llevar soluciones que mejoren la calidad de vida de la población en general. La incorporación de la cepa probiótica L. rhamnosus CRL 1505 a la línea de productos de una empresa de la envergadura de Danone, que apuesta a la ciencia y tecnología nacional, permitirá poner a disposición de toda la sociedad alimentos nutricional y funcionalmente óptimos con efecto benéfico en salud, avalados científicamente”, señaló Taranto.
El yogur es un alimento de alto valor nutricional que incluye proteínas de alta calidad y ácidos grasos[4], aporta calcio[5] y micronutrientes como potasio, zinc, fósforo, magnesio, yodo, vitaminas A, B2, B5, B12 y D. La ingesta de calcio y vitamina D es deficitaria en nuestro país, aunque esto podría revertirse consumiendo tres porciones de lácteos al día (leche, yogur y queso)[6],[7], tal como lo recomiendan las Guías Alimentarias para la Población Argentina.
Además, es sumamente versátil:puede formar parte de un desayuno nutritivo; es un aliado para mejorar el aporte nutricional en las meriendas, en reemplazo de otras opciones de baja calidad nutricional como galletitas, alfajores u otros snacks[8],[9], y también puede incorporarse como ingrediente para la elaboración de ensaladas, postres y otras preparaciones, y así contribuir, por su textura y sabor, a que niños y adolescentes incorporen alimentos que habitualmente no ingieren de otra manera.
Donación de más de 200 toneladas
El acuerdo entre Danone y el CONICET permite producir a gran escala y ofrecer a los consumidores un yogur innovador, con un desarrollo científico local y único en la categoría, a partir de la incorporación de la mencionada cepa probiótica. Además, como parte de este convenio durante los próximos dos años, la marca Yogurísimo, a través de la Fundación Danone, estará concretando una donación de más de 2.500 porciones diarias de yogur a distintas instituciones y organizaciones sociales a lo largo y ancho del país, lo que en total representa más de 200 toneladas de yogur.
Microbiota y efectos del yogur sobre la salud
La alimentación puede influir en la diversidad de la microbiota intestinal, que es el conjunto de microorganismos alojados en el intestino. Está demostrado que el consumo habitual de yogur modifica su composición y funcionamiento, pudiendo aportar beneficios para la salud.[10],[11],[12]
Tal como describió Gabriel Vinderola, Doctor en Química, investigador del CONICET en el Instituto de Lactología Industrial (INLAIN, CONICET – UNL) y docente de la Universidad Nacional del Litoral, “las presentaciones de yogur con agregado de probióticos contienen millones de bacterias y su consumo diario podría aumentar el número de bacterias en la dieta hasta 10.000 veces.[13] Mantener la diversidad saludable de la microbiota intestinal es clave para prevenir enfermedades[14], porque ésta cumple un papel importante en la digestión y también puede ser esencial para el desarrollo y normal funcionamiento del sistema inmunológico y de los sistemas nerviosos central y periférico[15]”.
Entre los beneficios del yogur para la salud, se destacan su contribución a:
– La salud de los huesos.[16],[17],[18],[19],[20]
– El manejo del peso corporal[21],[22](en parte porque aumenta la sensación de saciedad[23],[24],[25],[26] pero se considera que también interviene su modulación sobre la microbiota).
– Reducción del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.[27],[28],[29],[30]
– Reducción del riesgo cardiovascular (mejora perfiles lipídicos, presión arterial y riesgo cardiometabólico[31],[32],[33],[34],[35],[36],[37],[38],[39])
– Mejora de la salud bucal, porque -sobre todo las opciones con probióticos- modifican la microbiota de la boca reduciendo el riesgo de caries y el daño en las encías.[40],[41],[42],[43],[44],[45],[46],[47],[48]
– Mejorar la salud digestiva, porque refuerza las bacterias vivas en el intestino[49],[50],[51],[52],[53],[54] y, agregando prebióticos al yogur (a menudo en forma de fruta), se estimula la proliferación de bacterias beneficiosas[55]
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