
El presidente Milei -y en alguna medida la Argentina también- está atrapado en una suerte de carambola a tres bandas que si sale bien puede inaugurar un período inédito para el progreso del país (tal cual lo auguró recientemente el historiador económico inglés Niall Ferguson) pero que si sale mal puede provocar el regreso de la cleptocracia al seno del Estado.
¿Cual es este juego de fichas que según como salga puede pintar el escenario futuro de la Argentina de rosa o de negro?
En el país se está dando la paradoja de que la principal arma del gobierno para demostrar su propia eficacia -esto es, mostrar, su indudable éxito en la lucha contra la inflación- ha dejado de ser valorada como una de las principales preocupaciones del país: en efecto, como la inflación está dejando de ser un problema nadie pide un medico que la cure.
La segunda banda de la carambola esta configurada por el hecho de que la consolidación del nuevo diseño económico que puede “inaugurar un periodo inédito de progreso para el país” depende de que el presidente gane las elecciones de medio término y, también, de que las gane con un margen confortable.
Pero por lo que dijimos inmediatamente antes esa victoria se la podrían dar personas que han bajado del ranking de sus preocupaciones aquello que el presidente tiene entre sus principales activos, esto es la derrota de la inflación.
Entonces, la victoria en las elecciones dependerá de otros elementos en los que se dan, a la vez, dos factores de atención: uno, no son la expertise principal del presidente y, dos, en ellos incide la opinión de una porción de la población a la que no le gusta los modos del presidente.
Esta es la tercera banda de la carambola: los votantes que el presidente precisa son los votantes que el presidente espanta.
Un terreno del que el presidente huye es el terreno que podría darle la victoria para encarar las reformas de generación más compleja que aun no se hicieron y que sí vuelven a ser de su expertise, como son las reformas laboral, impositiva y previsional.
En el terreno político, por ejemplo, se ha formado una asociación de gobernadores -que reúnen muchos votos- que puede hacer un enorme daño a la hora de juntar las voluntades que le den a Milei la victoria que precisa para seguir haciendo lo que tiene que hacer.
¿Son esos gobernadores “anti-Milei”? No: son gobernadores que olfatean las necesidades del presidente y se juntan para ejercer presión política. Que no se malentienda: no es esto una extorsión, es un juego típico de la rosca política.
La rosca política no está mal ni bien: está. ¿En la terminología del presidente puede ser esto traducido como “casta”? Puede.
Pero si el presidente se propone eliminar completamente ese componente de la vida política del país, en mi humilde opinión, creo que va a estar más cerca del fracaso que del éxito.
Lo que aquí se llama “rosca” existe en todo el mundo, en todas las democracias. La gracia consistiría en que los protagonistas de esa rosca no se APROPIEN de los fondos y de los privilegios del Estado. Esa sí es una aspiración plausible.
Pero ponerse de punta a todo una arco electoral que puede darle el triunfo que necesita para volver a poner a su expertise en el primer renglón de las prioridades argentinas, no es inteligente: es jugar la carambola con un altísimo grado de riesgo.
El presidente tiene (gracias a Dios) un problema alérgico con la hipocresía y tiende a creer que ponerse de acuerdo con cualquier cosa que no salga de una coincidencia completa y estricta con lo que él dice sería ser un hipócrita.
Sin embargo, en todo este tiempo ha logrado sacar, con muy pocos legisladores. leyes importantes para sus propósitos económicos. Entonces, ¿Guillermo Francos, que fue el que tejió los acuerdos para sacar esas leyes, es un hipócrita? ¿Karina Milei, que le dio la mano el otro día a Jorge Macri, es una hipócrita porque “traicionó” la actitud de su hermano que no se la da?
Elisa Carrió tiene, en ese sentido, una especie de master en purismo… ¿Y como le fue? Probablemente sea el monumento viviente al fracaso político más notorio que pueda mostrar la Argentina.
Entonces, de nuevo, el presidente y el país se juegan un tute definitorio en los próximos tres meses. Un tute que si se gana podrá abrir la chance “de inaugurar un periodo inédito de progreso para el país. Y un tute que, si se pierde, puede constituirse en el prólogo del regreso de los ladrones a los más altos cargos del Estado.
La toma o no de conciencia de lo que esta en juego de aquí a octubre puede marcar la suerte de las próximas cuatro generaciones de argentinos.
“Y un tute que, si se pierde, puede constituirse en el prólogo del regreso de los ladrones a los más altos cargos del Estado.”
Es aún peor, TODO se va 100% al carajo el Lunes 27 de Octubre si pierde las elecciones. PEOR aún que lo que sucedió el Lunes en que Macri perdió en 2019….