
La demanda nacional de yeso aumentó ayer significativamente. Expertos especializados fueron contratados para averiguar los motivos del inesperado pico de consumo. Luego de algunas averiguaciones ese grupo de profesionales confirmó que cientos de miles de personas habían salido presurosas a demandar compulsivamente el empaste para proteger sus mandíbulas luego de escuchar al canciller Cafiero decir que “se ha despertado un interés en escuchar a Alberto Fernández en el mundo y eso se ve”.
La locura por el yeso se debió a que muchas personas no podían parar de reírse de modo completamente descontrolado y la mayoría de ellas creyó que sus mandíbulas podían dislocarse severamente.
Develado el misterio de la venta estratosférica de yeso -que seguramente agregará unas décimas de crecimiento al PIB de 2022- queda por descubrir qué tiene en la cabeza Cafiero o, en general, el gobierno que preside Fernández.
El mundo se ríe de la Argentina, literalmente. El país se ha convertido en el hazmerreír internacional, con un presidente no-presidencial que deambula por el mundo vendiéndose al mejor postor por monedas; dando lástima con intervenciones pueblerinas de un tipo sin roce internacional, de un abogado de segundo orden que parece no haber salido nunca de su barrio.
Es tal el nivel de amateurismo, de falta de profesionalidad, de falta formación, de falta de cultura de la aldea global, que Fernández da pena en cada una de sus intervenciones, haciendo caer la reputación de la Argentina a los sótanos de la consideración mundial.
Mendiga cifras que para la Argentina serían un vuelto, una propina, una migaja, si, realmente, la máquina de impedir que es el Estado que representa Fernández, removiera todos los obstáculos y dificultades con el que todos los días riega el camino de los que trabajan.
Bajarse los pantalones ante los totalitarismos del mundo por 20 mil millones de dólares cuando el sector productivo de la Argentina –si pudiera trabajar libremente- podría producir diez veces eso es un chasquido de dedos, constituye una vergüenza de tal magnitud que, pronto, la risa que impulsó la compra de yeso se transforma en un llanto desconsolado.
El presidente ni siquiera tiene porte de presidente. Parece un verdulero al que de apuro le pusieron un traje para ir a un casamiento. No tiene nivel, no tiene jerarquía, no tiene presencia, no tiene cultura. ¿Quién querría escuchar a un payaso que mendiga monedas porque ha sometido a los trabajadores de su país, a los creativos de su país, a los emprendedores de su país a una enorme maraña de cadenas que lo tienen languideciendo porque perdió toda posibilidad de auto sustentarse? ¿Qué delirio mental padecen que les hace decir (y seguramente creerse) semejantes divagues?
Anda por el mundo blasfemando al Fondo Monetario Internacional ignorando que el Fondo Monetario Internacional es el mismo mundo al que le dirige las blasfemias, incluidos Rusia y China, naturalmente.
Los líderes que lo escuchan no se suman a la compra de yeso solo porque son más respetuosos que él y porque saben (porque también son más vivos) que podrían sacar tajadas que les convengan de semejante estúpido, como ya lo hizo China que ganó, durante la presidencia de Cristina Fernández, soberanía territorial propia en plena provincia de Neuquén cuyos ciudadanos y autoridades constituidas deben pedir permiso al Ejército Rojo de Beijing para caminar por parte de su geografía.
Para esta banda de incultos, de burros aldeanos, de ignorantes de cabotaje, el FMI tiene un nombre que contiene tres palabras que aborrecen y que su incultura no les permite distinguir.
Estos arlequines seguramente asocian la palabra “Fondo” a lo que ellos mismos llaman “fondos buitres”, pretendiendo transmitir la subliminal imagen de un conjunto de garrapatas supermillonarias que juegan a los dados financieros con el hambre de las naciones. Para ellos “Fondo” refiere a Wall Street, a la “timba”, al sacrílego mundo del dinero.
Luego, la palabra “Monetario” naturalmente la deben asociar al “monetarismo” nombre despectivo que le dan a la teoría que explica que la inflación es un fenómeno que se produce como consecuencia del aumento indiscriminado de la oferta de dinero por emisión monetaria.
Y finalmente, la palabra “Internacional” viene a completar el cuadro de odio para gente que sostiene que es preciso cerrarse al mundo y “vivir con lo nuestro”.
No se rían. Estoy seguro que esa es la concepción que tienen. Me juego entero a que este conjunto de burros interpreta al Fondo desde estos prejuicios. No hay Cristo que les haga entender (o se hacen los que no lo entienden para venderle espejitos de colores a la gilada “nacionalista”) que el Fondo es una cooperativa de naciones (integrada incluso por la propia Argentina) que rescata países con problemas financieros en un esfuerzo de consorcio por salvarlos, a una muy baja tasa de interés. China, sin ir más lejos, el país frente al que el impresentable presidente Fernández se entregó de pies y manos (días antes también lo había hecho con Putin) es uno de los principales accionistas de esa cooperativa.
Este conjunto de grasas es el que gobierna hoy la Argentina. Gente que no viajó, que no conoce el mundo, que no se preocupó por ilustrarse, que se jacta de no haber salido nunca de La Paternal o del Colegio Buenos Aires, o de La Plata. Una casta sin roce, berreta, sin formación ni educación, que cree que se puede entrar en interrelación con el mundo con los códigos del almacén del barrio.
Dan pena. Pero más pena da que el mundo nos mimetice con ellos. Más pena da que el mundo escuche al canciller Cafiero. Quizás la demanda agregada de yeso no haya dado un salto estratosférico ayer solamente en la Argentina. Quizás el mundo entero también salió corriendo a proteger sus mandíbulas.


excelente descripción de esta bandada de la basura
Que descripción!
¡Este personaje, que Lanata bautizó “Cafierito” es un verdadero “palito e’ yerba” “nada en el mate”!
Pepe
La dedtrucción de la educación comenzada con ” alpargatas sí, libros no” de Peron y seguida por el miserable Coti Nosiglia con el Congreso Pedagógico Nacional que comenzó con los docentes difusores políticos zurdos, da como resultado docentes, y por lo tanto alumnos, iletrados. Son lo que se ve y oye.