
¿Cuando va a parar la demagogia en la Argentina?
Se trata de una pregunta que puede resultar retórica o trascendental según se la vea.
La idea de identificar cuestiones sensibles para la sociedad y hacer de ellas una caballito de batalla político no es, obviamente, nueva ni original. Pero, justamente, lo que llama la atención es la repetición sistemática de esa estrategia sin que, aparentemente, los destinatarios del embuste se den cuenta del engaño o, incluso, con los explotadores de la mentira sacando tajada de esa táctica burda y gastada.
Lo que está pasando con los jubilados es algo que francamente no se puede creer.
Que personas que cobran casi 40 millones de pesos por la acumulación ilegal de jubilaciones de privilegio den, desde su celda, lecciones de moral y de justicia distributiva cuando lo único que distribuyeron mientras fueron gobierno fueron calamidades y corrupción, es francamente increíble y repugnante.
La condenada Kirchner, que vetó -cuando era presidente- la ratificación legislativa del 82% móvil para el ingreso de los jubilados, que dijo que quienes lo planteaban estaban poco menos que queriendo provocar un golpe de Estado en la Argentina y que se proponían conseguir que las finanzas del gobierno quebraran, ahora se sube al banquito del reclamo “sensible” y trata de cruel a quien está tratando de dar vuelta décadas de robo y de mala praxis protagonizadas por el partido al que pertenece esta delincuente.
La misma consideración les cabe a los senadores que votaron la media sanción para ajustar los haberes y el bono de los jubilados sin decir de dónde van a salir los fondos para pagarlos, en una clara violación a la Ley de Administración Financiera que impone a los legisladores ese mandato cuando dispongan medidas que impliquen erogaciones del Tesoro Público.
Se han viralizado en las ultimas horas imágenes de Nestor Kirchner, el cabecilla número uno de la banda (que eludió las gravísimas condenas que le hubieran correspondido porque se murió antes de que la Justicia pudiera imputarlo), protagonizando sucesivamente el epítome de este brulote cuando, en la primera de esas imágenes, aparece atacando a Patricia Bullrich (en aquel momento integrante del gabinete de Fernando De La Rúa que acababa de designar a Ricardo López Murphy en el ministerio de economía para tratar de salvar los restos de la Convertibilidad ajustando las disparatadas cuentas públicas) bajo la misma cantinela de la “sensibilidad” con los jubilados, e, inmediatamente -en la segunda imagen (correspondiente a un momento de 2010 en donde su mujer era presidente)- atacando, con la misma cara de piedra, a la oposición que pedía un aumento para los trabajadores pasivos bajo el argumento de que eso era atentar contra la salud financiera del Estado.
La condenada, desde su Jail BnB, participó ayer en un mitin (cosa que debería tener prohibida porque ella carece de derechos politicos porque la sentencia se los abrogó de por vida) en el que instaba a los jubilados a “organizarse” para enfrentar “la crueldad de un gobierno que condena a los chicos y a los viejos”.
¿Qué sugiere la delincuente? ¿Replicar la formación de “orgas” de los ‘70 para derrocar al gobierno democrático de Javier Milei? ¿Está ésta impresentable queriendo replicar la lógica de Juan Perón en Puerta de Hierro dando instrucciones revolucionarias a distancia? ¿Hasta cuándo se le van a permitir a esta ladrona estos exabruptos?
Esta gente se robó los fondos acumulados en las administradoras privadas de pensiones en 2008. Lo hizo en contra del voto explícito de los interesados que, en dos ocasiones, se expresaron (en “consultas” que los Kirchner impusieron para que las empresas les hagan a sus afiliados) en una proporción de 8 a 2 a favor del mantenimiento del sistema privado de fondos y pensiones.
No conformes con eso, y en una proyección estratosférica de la demagogia, incorporaron a 3 millones de personas sin aportes al sistema lo cual terminó de darle a todo el esquema el mazazo final de la quiebra.
Ya en los tiempos de Menem presidente la proporción de trabajadores activos por jubilado había caído a 1/1.5. Con aquella avalancha kirchnerista de populismo, que dobló la cantidad de jubilados que había en 2001, se condenó -en uno de los actos de injusticia que deberían estar anotados en los primeros lugares del “Cuadro de Deshonor” de la Argentina- a los viejos a cobrar ingresos aun más miserables de los que ya cobraban y a perfeccionar uno de los hechos más espeluznantes en materia de equidad que cualquier gobierno podría cometer: cagarse en la cara de la gente que aportó toda su vida para que lo que supuestamente era SU plata fuera desviada a otras personas que nunca habían aportado nada. Delicias del sistema de “reparto solidario”
El empleo del concepto de “solidaridad social” ha servido en la Argentina para que un conjunto de vivos, estafadores y delincuentes embaucara a otro conjunto de imbeciles, poco inteligentes o pusilánimes que no dudó en entregarle su voto a aquellos que los habían engañado.
También ha sido útil para convencer a ese mismo conjunto de incautos que quien intente poder orden en este balurdo de corrupción, demagogia e impericia que ELLOS ARMARON, es un cruel que “carece de sensibilidad social”.
Es el mismo verso con el que avanzaron sobre el gobierno de Mauricio Macri, con la diferencia de que aquel capituló frente a los gerentes de la pobreza y les entregó toneladas de dinero (que aquellos obviamente se robaron) para “comprar” tranquilidad pública.
Aquí, parafraseando a Franklin -que ya en el siglo XVIII había dicho que quien por conseguir seguridad este dispuesto a sacrificar la libertad no merece ni la libertad ni la seguridad- podríamos decir que quien para conseguir “tranquilidad pública esté dispuesto a rendirse frente aun grupo de pistoleros arriesgando la salud financiera del Estado no merece ni la salud financiera ni la tranquilidad pública”.
Pero, como en todo, esto es algo que, en el fondo, algún día, van a tener que decidir los argentinos: si siguen dejándose engañar por gente que cuando es oposición dice una cosa y cuando es gobierno hace otra y siguen entregándole el voto a delincuentes, o si cortan esa costumbre, reivindican a quien dice la verdad por más que duela y dejan de votar como votan.
Mientras esa decisión de fondo no se tome, siempre existirán los inmorales que sin ninguna vergüenza, escrúpulo o pudor sigan especulando con la escasa lucidez de los argentinos para robar y vivir del esfuerzo de aquellos a los que dicen defender.
No pongas fotos de la condenada, da asco