
Un seguidor de X me pasa el siguiente dato: Entrevista callejera de las típicas que hacen los movileros de los canales de noticias. Lugar: la provincia de Buenos Aires. Protagonista: la encargada de una verdulería.
Surge el tema de los Ingresos Brutos aplicados a las billeteras virtuales porque la normativa le va a pegar directo a los ingresos de la verdulera. Respuesta de la verdulera: “Y… ¡con el presidente que tenemos..!” Cronista del canal: “¡Pero fue Kicillof el que dispuso la medida!” Respuesta de la verdulera: ”¡Ah, pero a Kichi lo amamos!”
Pocas veces una secuencia tan corta ha servido para explicar tanto desatino: o sea, te están pegando un tiro directamente en tu bolsillo y, primero, crees que el que te lo pega es alguien distinto al que verdaderamente disparó y, segundo, cuando te enteras de la verdad, perdonas al asesino porque el asesino es “de tu mismo equipo”.
Listo. El problema no tiene solución: si te están diciendo quién fue el que te mató y vos le seguís atribuyendo el crimen a otro, no hay nada que puedas hacer para cambiar la situación. Estas en manos de hipnotizados.
Multipliquemos esto por millones de individuos y por millones de creencias parecidas: ¿cómo se le entra a la cabeza de esta gente? No hay manera.
Aun así fue el partido llamado “Ausentismo” el que ganó la elección del domingo. Mucha gente se quedó en su casa y no fue a votar. La pregunta es por qué.
Y allí aparece un listado interminable de errores cometidos por el gobierno desde el mismísimo 2023.
Luego de las PASO en esa provincia, estaba claro que un sencillo acuerdo entre LLA y el PRO hubiera dejado al peronismo en la derrota y a Kicillof fuera del sillón de gobernador. Si el envalentonado partido del presidente hubiera bajado a su entonces candidata en la provincia, Carolina Píparo, y hubiera endosado la candidatura de Grindetti, quizás muchos de los problemas que hoy enfrenta el país podrían haberse evitado.
Esta claro que planteo un contrafáctico, pero con el mismo derecho que alguien podría decirme “quizás todo hubiera sido peor aun” yo puedo decir “quizás todo hubiera sido mejor”. No lo sabemos.
Lo que si sabemos es cómo fueron las cosas en la realidad de acuerdo a las decisiones que se tomaron. Y fueron un desastre. El peronismo encontró un refugio amplísimo en una provincia enorme y desde allí se dedicó a sabotear todas las iniciativas que suponían escupitajos a su asado, desde ideas que liberalizaran el comercio hasta otras que cortaran las canillas de la corrupción.
Pero aquella arrogancia que abortó el acuerdo en 2023 no solo continuó sino que aumentó. Con una escasísima base de legisladores, el buró politico que el presidente puso para manejar su estrategia de alianzas empezó a dinamitar todos los puentes con los gobernadores que, en el primer año de gobierno, le habían permitido tener victorias legislativas claves para su gestión.
Nótese por ejemplo que los mismos legisladores que -mandados por sus gobernadores- le dieron al presidente la Ley Bases en el primer año de gestión luego le voltearon decretos que contenían disposiciones que, justamente, aquella ley le había autorizado a manejar sin participación del Congreso.
Así, por ejemplo, las medidas tomadas por Sturzenegger en Vialidad, el INTI, INTA y otros organismos parecidos cuya reestructuración había sido expresamente autorizada por la Ley Bases, sufrieron reveses en el Congreso cuando los gobernadores decidieron vengarse de los destratos que todo el mundo le atribuye a la hermana del presidente.
El cóctel explosivo que supone mezclar, por un lado, millones de mentalidades como la de la verdulera de nuestra historia y, por el otro, arrogancias como las del 2023 y del 2025, termina por explicar lo que pasó el domingo.
Si el presidente plantea su tarea en el terreno de los taitas va a perder porque cuenta en su contra con los millones que “piensan” como la verdulera, de modo que si, al lado de las obviedades económicas que explica (“no podes gastar mas de lo que te entra”, “los precios aumentan si las unidades monetarias que los miden aumentan sin control y sin respaldo”, etcétera, etcétera) no le agrega un poco de muñeca táctica, la cuestión va a ser muy difícil y el escenario se le va a complicar mucho.
Un gran interrogante que se abre aquí es si el presidente está dispuesto a dejarse ayudar. Me consta que hay muchas personas con la voluntad desinteresada de hacerlo. Pero yo me permito dudar no solo de que lo logren sino de que el presidente lo permita.
Hay muchos elementos que demuestran que el presidente Milei confía en muy pocas personas. Ignoro si su círculo mas íntimo lo ha convencido de que, en realidad, quien se presenta para ayudarlo en realidad se quiere quedar con los laureles de su eventual éxito. Pero me parece entrever que el presidente o los más cercanos a él están próximos a creer eso.
Milei se ha propuesto objetivos bien ambiciosos y, si bien creo que es de las personas que aun logrando esos objetivos no va a estar todo el día esperando que se lo reconozcan, sí quiere que no haya duda sobre la paternidad del éxito. Él podrá irse a su casa incluso sin querer participar más en política. Pero odiaría confirmar que la gente le asigna el mérito de una eventual mejora de la Argentina no exclusivamente a él sino también a otros.
En eso Milei es un celoso de su trabajo y pretende quedar en la historia como el que dio vuelta al país como una media, contra todo y contra todos.
La mismísima idea del “león” o de esas caricaturas de comics que lo presentan como un guerrero solitario poco menos que “contra el mundo”, trasmiten esta idea de la exclusividad que el presidente reclama.
Ese es un problema para el propio éxito del presidente. Por más paradójico que resulte, la estrategia que lo dejaría contento a Milei (ganar solo y con todo en contra) es el principal obstáculo para que pueda ganar.
Si esas disyuntivas -que descansan en los pliegues más profundos de la psiquis humana- no son encaradas de alguna manera, los tiempos que siguen no serán calmos y la posibilidad de que se confirme el regreso de los walking dead cobrará más firmeza conforme el tiempo pase.
Sería el final más triste de la historia para el guerrero que quiso ganar solo y terminó logrando que perdieran todos. La bohemia épica expresada por temas icónicos como “My Way” o “All by Myself” puede tener un encanto poético estremecedor y hasta conseguir éxitos prácticos en la vida privada.
Pero en la vida pública el partido es diferente y, la mayoría de las veces, esas patriadas solitarias, por más emoción que produzcan, terminan perdiéndose en historias más cercanas a las del Quijote que a la de los estadistas que logran cambiar de verdad el rumbo de un país.


igualmente el futuro para cualquier argentino de bien que piense en progresar y no vivir del estado o de la politica es muy negro …