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Sobre la hegemonía

¿Es Javier Milei un presidente hegemónico? O, mejor dicho, ¿es Milei un presidente que busque la hegemonía?

Voy a dar una respuesta personal rápida a esta pregunta: No, no lo es.

Si por “hegemonía” entendemos lo que el peronismo nos acostumbró a entender (esto es, la construcción de una matriz que permita conservar el poder poco menos que para siempre) tengo muy claro que Javier Milei no quiere eso: no quiere perpetuarse en el poder.

Es más, pese a lo imposible de la meta (que todo lo que se propone hacer pudiera hacerlo en 4 años) si él pudiera ponerle un tilde a cada ítem de lo que repetidamente llama “job description” hacia mediados de 2027, me animaría a afirmar que se iría satisfecho a su casa y no se presentaría a la reelección.

El presidente siente un profundo rechazo por el Estado por lo que se propone transformarlo en algo muy diferente a lo que se convirtió en los últimos 90 años y, por supuesto, una vez que lo consiga, lo que quiere es salir de ese corset gris e in-espontáneo para volver a la creatividad del sector privado cuanto antes.

Esto es lo que percibo y lo que me atrevería a asegurar.

Obviamente, al lado de esto, no se me escapa que el nivel de poder político que se necesita acumular para restaurar el orden constitucional original -revertido desde 1946 para acá- es absolutamente enorme.

Hacer implosionar las columnas de los cimientos populistas construidos por el peronismo en casi 100 años (recordemos que Perón comenzó a conspirar desde el ejército contra el diseño arquitectónico de la Construcción de 1853/60 mucho antes de llegar al poder) es un trabajo de una dimensión tan enorme que no se hace con el empujuncito de un  simple scrum: aquí hay que armar una base de sustentación social que haga que lo hegemónico (entendiendo por eso la perdurabilidad en el tiempo) no sea una persona ni un partido sino el sistema político y económico organizado por la Constitución. Eso es lo que hay que transformar en perdurable o “hegemónico”, si ustedes quieren.

Yo entiendo que, dada la profundidad sociológica de la mentalidad que consiguió instalar el peronismo, el entramado que es necesario armar para reemplazarlo pueda resultar semejante al intento de construir otra hegemonía personal o partidaria, algo como “el mismo perro con distinto collar”.

Yo admito eso. Es más, no descarto que, al lado del presidente, haya, en efecto, personajes pensando en un esquema como ese.

Pero no creo -sinceramente- que Javier Milei reivindique o busque la hegemonía de su persona o la perpetuación en el poder.

De modo que cuando surge la pregunta sobre si Milei es o no un presidente hegemónico, yo respondería con otra pregunta: ¿vos me los estás preguntando con la mentalidad peronista que ha dominado la Argentina del último siglo? Si es así, te digo que no.

Milei encarna todo lo opuesto al sentido original de la palabra “hegemonía”. Lo suyo consiste en desarmar el poder del Estado para devolver esos círculos de soberanía de decisión a los ciudadanos.

Milei quiere que el Estado tenga menos poder, no más. En esa línea, si seguimos la tradicional confusión que ha tenido la Argentina en cuanto a no diferenciar al “Estado” del “gobierno” y al “gobierno” del ”presidente”, por carácter transitivo, lo que Milei está tratando de construir es un esquema político, social y económico en donde él (y todos los que lo sigan a él) tengan menos poder, no más, que es, precisamente lo que buscaban los constituyentes: la construcción de una Argentina con un gobierno limitado, la antítesis de la “hegemonía”, tal como el peronismo nos acostumbró a naturalizar.

La física indica que para mover una fuerza se necesita otra fuerza mayor de sentido opuesto. Esa fuerza es la que Milei se propone construir y cuyos mecanismos de construcción pueden resultar a primera vista parecidos a los que se usan para conformar una fuerza hegemónica.

Pero si el presidente es sincero en su propuesta (y yo creo que lo es) es muy diferente construir una fuerza para restablecer la hegemonía del sistema de la Constitución que construir una fuerza para instaurar la hegemonía de una persona o de un partido.

El éxito sociológico del peronismo nos ha metido su lógica de pensamiento en el hipotálamo de nuestro cerebro y, bajo esa lógica, yo entiendo que se nos haga difícil procesar la idea de que lo hegemónico sea un sistema y no una persona o un partido.

Entonces viendo el escenario y aplicando nuestra lógica peronista (porque aunque no seamos peronistas, esa lógica penetró la racionalidad de todos) no me extraña que haya análisis que teman estar asistiendo a la construcción de otra hegemonía personal.

Sin embargo, con el alcance que tiene la visión personal de esta columna, me atrevería a llegar a esta otra conclusión más edificante: en todo caso la “hegemonía” que el presidente pretende construir está destinada a remover lo que hace posible que surjan hegemonías personales o partidarias, para pasar a dejar firme una arquitectura social en donde lo “hegemónico” sea el modelo de la Constitución.

¿Estaríamos satisfechos si lo “hegemónico” fuera el modelo de la Constitución? ¿O nuestro problema es, precisamente, ese modelo?

Porque si es así, dejémonos de disimulos y digamos que lo que podríamos llamar “personalidad nacional” no se lleva bien con las liberalidades de la Constitución y lo que nos molesta es que alguien busque adelgazar un Estado al que nos gusta ver robusto.

La Constitución organizó un Estado delgado. ¿Va eso con nosotros o no? Digámoslo de una vez. Porque no se puede andar fingiendo todo el tiempo.

Entonces, va de nuevo: si realmente queremos volver al esquema social diseñado por la Constitución en donde quien tiene el poder es el ciudadano y no el Estado (y mucho menos sus funcionarios) hay que construir un scrum social que remueva la anomalía que hace más o menos un siglo logró desplazar con éxito el modelo constitucional original.

¿Se necesita fuerza para eso? Sí, mucha fuerza. Mientras se construye, ¿puede esa fuerza tener contornos parecidos a lo que los argentinos entendemos por hegemonía? Sí, puede tenerlos.

Ojalá quienes analizan la realidad puedan distinguir esta fina línea que, sin embargo, separa, como si fuera un abismo, una concepción de la otra.

¿Podría construirse esa fuerza con mejores modos y con maneras más educadas? Seguro que sí. Pero lamentablemente, el peronismo también nos acostumbró a que si no planteas los partidos de una determinada manera, los perdes. Podes jugar lindo y tener todas las aspiraciones líricas de la vida. Pero si no metes el cuchillo peronista entre los dientes, vas a terminar con el cuchillo clavado por la espalda.

Por Carlos Mira

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3 thoughts on “Sobre la hegemonía

  1. Gustavo Lionel Rodríguez

    Brillante Carlos !!! Abrazo

  2. Hugo Alberto DÁngelo

    Carlos Mira, hace años que te sigo, has sido para mí como se decía de La Nación: “Tribuna de doctrina”, ahora, que trates de todas las formas justificar los execrables excesos de Milei no me entra en la cabeza, lo mío no está centrado en lo económico (donde no tengo mucho para disentir) sino en las formas, ES HORRIBLE, muy fácil se puede ser muy duro, convincente y atropellador sin descalificar, insultar y humillar, haces grandes esfuerzos, se nota, para no referirte a ello, voy a nombrar dos casos solamente, Cachanosky y López Murphy, excelentes personas, ninguno merece el destrato de Milei; el destrato al periodismo (injustificable de donde se lo mire) expresado por el mismo Milei y el ejército de troll convertidos en zombis festejado y promovido por él, todos con el cerebro lavado y que repiten solo estas dos palabras “si, amo”, nuestro presidente tiene delirios autocráticos muy notables, no dejará el poder cuando le llegue el final, estoy convencido que pretenderá cambiar leyes o constitución; su amiguito Trump ha dicho “no me siento obligado a cumplir la constitución de mi país”, y eso sin contar su intento de golpe de estado, Bolsonaro, otro amiguito de nuestro presi que intentó lo mismo, Orbán, con muchos puntos oscuros: amigo del genocida Putin. Ninguno de estos personajes brilla por su don de gente. Cuando le dedicarás unos párrafos a la bestia de Trump? Y a las pretensiones del presi de controlar la prensa e información? Cuanto falta para que veamos periodistas encarcelados? Me extraña mucho que hagas muti sobre todo esto. Aclaro que todo lo que digas del Peronismo cuenta con mi consentimiento, ha sido lo más execrable y vomitivo que nos ha sucedido.

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