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Sobre la crueldad

Es raro que en dos días seguidos haga referencia a un mismo tema en estas columnas. Pero lo que dijo el señor Santoro luego de perder las elecciones del domingo tratando de hacer demagogia barata y de victimizarse (una marca registrada del kirchnerismo) pretendiendo trasmitir la idea de que “la sociedad ha endosado la crueldad” y de que, entonces, “como ellos son buenos y solidarios tienen que aceptar perder porque la gente es una mierda que acepta ser sometida a crueldades” es de un nivel de cinismo que, insisto, más  allá de que lo mencioné ayer, vuelvo hoy sobre el tema para ampliarlo y acercarle a este señor algunos recordatorios.

Santoro textualmente dijo: “Si la crueldad se puso de moda, no cuenten con nosotros”. ¿Qué se encierra en esa frase? De nuevo: algo así como “perdimos porque nosotros somos buenos y hoy la gente ha puesto de moda la maldad… Entonces, sigan ustedes con los malos: nosotros nos vamos a mantener en la candidez de la bondad”

¡Pero hay que tener cara para ser tan cínico, eh! 

Ese dato confirma una vez más otra de las cuestiones que siempre fue evidente en el kirchnerismo y que, lamentablemente, en muchas ocasiones, una porción importante del electorado decidió creer: que los “fronting” (que esa banda de delincuentes utiliza para esconder detrás de su “buena cara” toda la acorralada de reos que integran el peronismo), son realmente diferentes, democráticos, moderados y “distintos”.

Algo parecido (da nauseas el solo recordarlo) sucedió con Alberto Fernández, el afable “profesor de la Universidad”, el dialoguista, el simpático  deambulador por cuanto set de televisión se haya creado en la Argentina, el crítico de los extremismos de Cristina Kirchner, que terminó siendo igual o peor que toda la runfla de delincuentes que su apacible apariencia pretendía ocultar.

Pero volvamos al simpatico de turno, al señor Santoro, que apunta a la sociedad dando a entender que le dio la espalda porque esta eligiendo un camino de “crueldad” que él no comparte.

A ver, Santoro, crueldad es haber engañado en la cara a la gente más pobre del país: haberla estafado con el verso del “Estado Presente” que sirvió para que tus socios (que te están usando ahora como un forro) le robaran la comida de la boca a los mas necesitados; que esa gente no tenga hoy cloacas, baños, calles de asfalto en el frente de sus casas y sistemas hidráulicos que eviten que las tape el agua cada vez que llueve… Eso es crueldad, Santoro: haberse llevado la guita con la que se podría haber hecho todo eso; haber dilapidado uno de los períodos de condiciones internacionales más favorables para la Argentina de los últimos 40 años y haberse robado ese dinero para los bolsillos personales de la familia Kirchner y de sus secuaces o dilapidarlo en demagogias baratas, típicas del peronismo, que te regala los pan dulces y las zapatillas mas caras del mundo porque lo hace al precio de gastar el dinero que podría utilizar en convertirte en un ser pensante e independiente, que se forma para buscar su propia felicidad en la vida…

Eso sí que es cruel, Santoro, muy cruel…

Porque la banda a la que te asociaste -seguramente porque viste una veta por la que creías que llegarías adonde tu partido de origen no te habría dejado llegar (lo que te convierte de alguna manera en un mercenario)- es eso, Santoro, una organización criminal que copó el Estado para saquearlo sin que le importara el sufrimiento de la gente que, al mismo tiempo, usaba para mantener el poder y en la que se cagaba sistemáticamente arruinándoles el futuro para siempre; todo eso sin que les importe nada: eso es crueldad, Santoro.

Que la gente haya elegido a alguien que descarnadamente haya contado la verdad de la milanesa y también haya sido “cruelmente” franco en lo que había que hacer para intentar (digo “intentar” porque no hay ninguna garantía de éxito, dada la magnitud del daño que tus socios provocaron) dar vuelta la situación no quiere decir que la gente haya privilegiado la “crueldad”. Lo que la gente hizo (o muchos millones al menos) es sacarse la venda de los ojos y dejar de creerle a un conjunto de rufianes que los meaba en la cara y que mientras hablaba de los pobres los condenaba a la miseria del barro y de la escasez, esa que a simple vista se ve si te tomas un colectivo y te vas a La Matanza que, hacia el único lugar que “avanzó”, es hacia la ignorancia, la dependencia y la indignidad.

Además, Santoro, si lo que hoy hay que hacer para intentar (de vuelta: intentar, porque la profundidad de la destrucción que ustedes provocaron no permite asegurar que, se haga lo que se haga, la Argentina se convierta en un país normal) solucionar los millones de problemas que causaron, vos lo consideras “cruel”, pues entérate de que el draconismo con el que hubo que enfrentar la situación también es una consecuencia de las ineptitudes y corrupciones de ustedes.

Quizás si el latrocinio no hubiera sido tan grande (hoy, Santoro, hablando de crueldades, 1 de cada 2 niños sufre de desnutrición en la Argentina, con las consecuencias cerebrales que ello proyecta para el futuro) las herramientas que se habrían necesitado poner en práctica a lo mejor no hubieran sido extremas como fueron las que el presidente Milei encaró desde el primer día.

Pero el desastre era tan grande que si aquí no se actuaba rápido las consecuencias hubieran sido calamitosas. Aun así, no hay otro gobierno que haya aumentado el gasto de soporte social como lo ha hecho el ministerio de capital humano de Petovello. Y, en el camino, eliminó a otros socios criminales de ustedes (que también, seguramente, estaban ocultos para volver detrás de TU Caballo de Troya) que cometieron con los pobres las crueldades más repugnantes de las que se tenga que memoria, como obligarlos a ir a convertir la Ciudad de Buenos Aires en un pandemonium bajo la amenaza de sacarles de la boca el plato de comida que se pagaba con los impuestos de los ciudadanos argentinos, cuya parte del león se la quedaba en el bolsillo la banda que te puso al frente de su nueva y más reciente simulación.

Así que, Santoro, no te presentes como un inmaculado que jamás transará con la crueldad aun cuando la crueldad haya sido, según vos, lo que se volvió popular. Eso es una nueva mentira, un embuste, un sarcasmo irónico que no hace más que confirmar tu pequeñez.

Acostúmbrate a la idea de que, si aquí hay crueles, esos son ustedes no solo por haber condenado a la miseria a millones que no estarían allí si ustedes no los hubieran estafado (y a los que usaron cruelmente como carne de cañón) sino por intentar engañar sistemáticamente a aquellos a los que luego iban a robar, presentándoles en las elecciones, caras “potables” que no eran otra cosa más que mascarones de proa, para tapar toda la mierda que siempre fueron.

En 2019 el mascarón fue el impresentable de Fernandez. En 2025, para las elecciones de la Ciudad, fuiste vos. Dos impostores cuyo trabajo consistió y consiste en venderle a la gente gato por liebre. Eso también es crueldad, Santoro.

Por Carlos Mira

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