
Para quien escribe una columna diaria, como es mi caso, el primer deseo que uno se propone es no cansar al lector, no aburrirlo con columnas repetidas en donde siempre se diga lo mismo.
Pero hay ocasiones en que no queda más remedio que repetir lo que uno mismo ya dijo porque las circunstancias que se convierten en noticia, vuelven, paradójicamente, a presentarse con una pátina de novedad como si lo que estuviese ocurriendo fuera una originalidad.
Este es el caso del fallo conocido ayer en EEUU en donde el juzgado interviniente en el caso por la ilegal confiscación de YPF, intimó al país a entregar el control accionario de la compañía a quienes ganaron el juicio que se sustanció ante la justicia competente de la jueza Loreta Preska.
¿Y por qué comentar esta noticia significaría repetirnos? Pues porque hace años que desde estas columnas decimos que toda la operación, lejos de ser el trabajo de un infradotado, de un idiota o de un fracasado inservible, fue el cumplimiento de un encargo que Axel Kicillof recibió de los altos mandos de la banda de delincuentes que, en ese momento, estaba a cargo de gobernar los destinos del país.
En efecto, Kicillof no fue un pelotudo como se lo quiere presentar ahora sino un eslabón doloso de una maquinaria de corrupción cuyo objetivo era quedarse con la empresa.
Es más, creo que el presidente colocando al hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires en ese lugar de iletrado que no sabe sumar ni con un ábaco (lo cual sea probablemente cierto) le hace un enorme favor.
Kicillof fue el alfil que le entregó a quien quiera que fuese el juez del obvio futuro litigio, el argumento fundamental por el que ese juez (finalmente resultó ser una mujer, no un hombre) no tendría otra salida más que la condena al país.
Y para que la entrega de ese argumento quedara documentada, la nomenklatura de la banda mandó a su engranaje operativo de la ocasión (Kicillof) a decir frente a las cámaras de television que el Estado argentino iba a incumplir lo establecido en la ley y, de prepo, llevar adelante el proceso confiscatorio sin respetar las condiciones establecidas en el estatuto de la compañía.
Por esas disposiciones (que son la ley aplicable a cualquier movimiento patrimonial de la empresa) quien quisiera comprar más del 15% de sus acciones (el gobierno kirchnerista quería el control mayoritario del 51% del capital) debía extender la oferta a todos los accionistas para que estos tuvieran la oportunidad de vender lo que faltaba para completar incluso el 100% del capital accionario.
Kicillof dijo nada más y nada menos que por television que la Argentina no iba a cumplir con eso. Lo dijo exactamente de esta manera: “los tarados son los que creen que el Estado debe ser estúpido y comprar la empresa cumpliendo la ley”. Son diecinueve palabras y quince segundos de aire televisivo en donde quedó sellada la suerte del país en lo todo lo que se refiriese de allí en más a un litigio patrimonial por el control de YPF.
Esa movida no fue inocente. No fue la prepoteada de un ignorante que no distingue un tornillo de una pipa: esa movida, repito, fue pensada a propósito para generar todo lo que ocurrió después.
Por supuesto que el gobierno de ese entonces tenía instancias técnicas posteriores que podrían haber evitado lo que está ocurriendo hoy. Por ejemplo el secretario legal y técnico de la presidencia, Carlos Zannini podría haber advertido a la presidente Fernandez que no avanzara en el esquema “propuesto” por Kicillof. Pero, obviamente, Zannini era parte de la nomenklatura que había dado la orden.
El ojo a la empresa se lo había puesto Nestor Kirchner mucho antes de que todo esto sucediera.
Siendo él presidente le propuso a Repsol que una compañía “nacional” comprara el 20% de las acciones de YPF. Para eso le hizo constituir a una familia amiga (los Eskenazi) una empresa en España (con lo que el cuento de la “argentinización” de YPF -argumento que se utilizó para engañar a la gilada chauvinista- era completamente relativo) llamada Petersen Energía para que “comprara” ese porcentaje del capital.
Pongo entre comillas la palabra “comprara” porque la forma en que los Eskenazi entraron a YPF fue muy particular: nunca pusieron un peso y le pagaron a Repsol utilizando las propias utilidades de la compañía. Dada esta oscuridad nadie en el mercado argentino tuvo dudas de que, en realidad, quien estaba detrás de los Eskenazi era el propio Kirchner.
Con Kirchner muerto y con el segundo gobierno de su viuda embalado en una locura tras otra (tratado con Irán, ley de medios, democratización de la justicia, extinción de Fibertel, secuestro de un avión militar norteamericano en Ezeiza en donde el entonces canciller Timmerman se apersonó munido de unas pinzas para romper cajas con contenido secreto y sensible) se inicia el proceso de avasallamiento sobre Repsol utilizando como ariete a Axel Kicillof, conocido entonces por sus tendencias marxistas que venían como anillo al dedo para maquillar lo que no era otra cosa que el robo de una empresa con un ropaje ideológico que fuera útil para engañar a la monada nacionalista que compra el primer espejito de color que le vendan con tal de que aparezca envuelto en la bandera argentina o con un tatuaje de Maradona o el Che.
Producido el estropicio, el inicio del litigio fue poco menos que inmediato. En el curso de la acción un fondo de inversion especulativo -el grupo Burford- compró gran parte de los derechos legales de los Eskenazi. Ese grupo fue el que a partir de allí impulsó la acción hasta conseguir el fallo de Preska.
La jueza nunca podría haber decidido otra cosa que lo que decidió porque el propio criminal había confesado el crimen por televisión. Lo que la jueza probablemente no sepa es que quienes gobernaban al “criminal” (que a los efectos de este juicio es la Argentina como país) querían justamente que se pronunciara este fallo porque detrás de los vencedores estaban ellos.
Si uno sigue el orden lógico de tres preguntas secuenciales la fruta cae madura por su propio peso: ¿Quién ganó el juicio? Burford. ¿Quién era Burford? Los Eskenazi. ¿Y quienes eran los Eskenazi? Los Kirchner.
Lo burdo del procedimiento es tan palmario que durante el gobierno de Mauricio Macri la Argentina presentó un recurso -que en el derecho procesal norteamericano se conoce como “discovery”- que, de aceptarse, permite abrir TODA la documentación y antecedentes de la empresa y así despejar el laberinto de truchadas detrás del cual se había camuflado la intención real de los propiciadores del fraude.
Sin embargo, antes de que el tribunal se pronunciara sobre su aceptación, Alberto Fernandez ganó el gobierno y una de sus primeras medidas, a través del Procurador del Tesoro (que no era otro que Carlos Zannini, el mismo que cuando era secretario legal y técnico no objetó la violación de los estatutos de YPF en el proceso de compra/confiscación), fue desistir de ese recurso en el juzgado de Preska, con lo que ese posible incidente de defensa quedó trunco.
En suma, no estamos aquí ante las consecuencias que nos trae el accionar de un pelotudo o de un ignorante. Interpretar los hechos así es hacerle un favor personal a Kicillof y no marcar el verdadero objetivo criminal de los Kirchner que no era otro que consumar otro robo al patrimonio argentino.
ESTA FUE UNA OPERACIÓN PENSADA PARA QUEDARSE CON YPF O PARA -EN EL PEOR DE LOS CASOS- IR A UN JUICIO CON DERROTA SEGURA EN DONDE QUIENES VAN A COBRAR LA INDEMNIZACIÓN NO SON OTROS QUE LOS TESTAFERROS DE LOS KIRCHNER, ES DECIR LOS KIRCHNER.
Por supuesto, que conocida la decision judicial de ayer, el tachín tachín de los corruptos -sabiendo cómo lo ayuda la envidia antinorteamericana argentina- salió a decir que este era el resultado de “la entrega de la soberanía argentina por parte del presidente Milei a los intereses de los EEUU”. Esas sí que son pelotudeces hechas a medida de los oídos de los pelotudos. SI alguien se quiso robar YPF fue Néstor Kirchner, no Milei.
La serie de simulaciones y violaciones legales que se cometieron a los fines de concretar esa ambición fue lo que nos trajo hasta aquí. Quienes hablan de “defensa de la soberanía” deberían preguntarle a Cristina Fernandez de Kirchner por qué el gobierno que ella integraba junto a Alberto Fernández mandó a desistir del recurso discovery, abortando así lo que habría servido para descubrir las maniobras y quizás lograr que la jueza Preska entendiera que la Argentina, como país, no había sido el criminal sino la víctima del crimen.
De modo que, por favor, dejemos de llamar a Kicillof “ignorante” o “pelotudo”: Kicillof fue un cómplice doloso, un ariete, un alfil, de la maniobra de una banda que se había propuesto robar la compañía más importante del país. Y dejemos de asociar a los Kirchner con la defensa de la soberanía porque ese es un cuento con el que intentan que el grito de una manada de ignorantes les salve la ropa.
Solo llamando las cosas por su nombre tendremos claro el diagnóstico de lo que nos pasa. Kicillof no es un pelotudo sino un engranaje más de una máquina corrupta; y los Kirchner no son los defensores de la argentinidad sino una banda de delincuentes cuyo único objetivo en la vida fue siempre el mismo: robar.
Hola Carlos totalmente de acuerdo con tu excelente nota pero según escuche anoche a Carlos Pagni hay una denuncia de la C.C desde el año 2008 sobre este tema y que “duerme” desde entonces en el juzgado a cargo del juez Ariel Lijo sin que el juez haya tomado alguna acción.
Coincido totalmente. Una banda de chorros que llegó al poder con la intención de quedarse con YPF.
Ni olvido ni perdón
Clarito como el agua el Editorial
CONDENADOS AL EXITO !!!
Me gustaria saber su.opinion sobre la
Ley de Promocion Industrial de T del Fuego o sobre las retenciones al campo
Ud sabe q un tractor en Brasil cuesta
Mucho + barato q en Arg y no tiene
Retenciones al campo Brasil
Es como el tango DESORIENTADO
Hoy q todas las contras se han dado
Ladrones! Con la jefa de la banda por fin presa