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Las reglas del arte

Siempre hay visiones diferentes entre los que hacen las normas y los que tienen que lidiar con ellas: es el clásico choque de civilizaciones entre el Estado y sus funcionarios y la gente que tiene que trabajar y tomar decisiones.

En la Convención Anual de IDEA en Mar del Palta, el ministro de economía Luis Caputo describió un escenario de mejora notoria de las condiciones macro y uno de fuerte optimismo hacia el futuro.

Respeto del primero le pidió a su auditorio que imaginariamente cerrara los ojos y se situara en Noviembre de 2023 y que luego los abriera y tomara conciencia de los cambios a Octubre de 2024.

El ministro rápidamente indicó: “no hay déficit fiscal ni déficit cuasifiscal, no hay emisión monetaria en la Argentina, hay superávit comercial, de cuenta corriente y energético, no hay piquetes, se desregularon cosas y denunciaron abusos, vicios y curros. ¿Quién podría haber imaginado que esta iba a ser la situación diez meses después? Que hoy realmente alguien pueda criticar lo que se hizo, como mínimo suena sesgado”.

Es cierto. Creo que nadie puede negar que a nivel de lo que se llama “reglas del arte” el gobierno del presidente Milei se ha manejado con una ortodoxa profesionalidad que no solo no existía en el ¿gobierno? anterior sino que ese conjunto de malandras que se había apoltronado en el Estado se propuso, justamente, contravenir las “reglas del arte” y vanagloriarse por ello. Eso es innegable.

Que, aplicadas las reglas del arte, los efectos en la economía real -en términos de que el desmadre “se acomode”- sean desparejos es completamente lógico.

Sin embargo, según las crónicas de los periodistas que siguen la Convención, esa situación de disparidad en la actividad económica según sea el tipo de industria al que nos estemos refiriendo, se anota entre las críticas a la marcha del programa.

Pero, a ver, muchachos, ¿dónde vieron que las distintas actividades que conforman el mercado total de un país reaccionen frente a un conjunto de medidas de la misma manera?

Es obvio que la respuesta a lo que se está haciendo es despareja y diferente según el mercado al que nos estemos refiriendo. Precisamente, la aspiración de creer que todo es lo mismo y que todo da lo mismo, no importa a lo que te dediques y no importa lo que hagas, es lo que le ha hecho creer a los argentinos que se podía vivir permanentemente bajo el imperio de un colosal engaño.

Es más, si las “reglas del arte” en la economía se siguen aplicando y se mantienen en el tiempo, va a ser muy probable que actividades enteras que estaban “funcionando” en un contexto mentiroso y artificial dejen de funcionar e incluso desaparezcan.

La sensiblería demagógica y oportunista de la política argentina se ha aprovechado muchas veces de esas circunstancias en el pasado para rebelarse contra las “reglas del arte” aduciendo que una “ortodoxia fría e inhumana” estaba terminando con el trabajo y hasta con la mismísima felicidad de las personas. No, no es así. 

Lo que termina con el trabajo y con la felicidad de las personas es no entender la dinámica de la vida y de que hay que adaptarse a las circunstancias que hacen que las cuentas sigan dando “4” cuando lo que se hace es sumar “2+2”.

Lo que siempre va a estar bien es que si sumamos 2+2 el resultado sea 4: eso es lo que llamamos “respeto a las reglas del arte”. Si llegamos a un punto en nuestro trabajo en que las cuentas nos están dando “5” o “3” debemos entender que tenemos que cambiar algo de lo que estamos haciendo nosotros, no exigir que se cambien las “reglas del arte” y que se decida por decreto que ahora “2+2” no es “4” sino “5” o “3” según nos convenga o según coincida con nuestra actividad para que sigamos haciendo todo igual sin pasar por la “incomodidad” de adaptarnos.

El desbarajuste de 100 años de ir contra las “reglas del arte” produjo un acostumbramiento a que las cosas deban ser de determinada manera. Cuando llega un personaje que se aferra a la aplicación ortodoxa de las “reglas del arte” llegan los “si pero el repunte no es parejo” ¿Y qué esperaban?

Obviamente, como nos acostumbramos a decir ahora, digamos todo. Y decir todo significa que el ejecutor de las reglas del arte, debe aplicarlas TODAS y no solo algunas.

Pues bien, una de las “reglas del arte” que se está haciendo esperar es la baja generalizada de impuestos.

El tema es que, detrás de cada impuesto, hay un curro sectorial que se resiste a que se detenga el flujo de subsidios que lo sostiene. El gasto público siempre es “ingreso privado”. Entonces como para bajar impuestos hay que terminar con los gastos que esos impuestos fondean, nos encontramos frente al fenómeno del perro que se muerde la cola: pido que bajen los impuestos (incluso chicaneando con que eso es también aplicar las “reglas del arte”) pero cuando me dicen “muy bien, entonces tenemos que cortar estos gastos entre los cuales están estas prerrogativas que te benefician”, entonces salto como leche hervida.

Estas inconsistencias son las que se han acumulado durante 100 años de una política económica amañada que mal acostumbró a todo el mundo y que hizo que, según sea el “sombrero” desde el cual hablo, mis propias aseveraciones sean contradictorias.

Nada iba a ser fácil en el terreno minado dejado por 65 años de peronismo sobre el que vinieron a caer 20 de kirchnerismo. 

El gobierno no debería conformarse solo con mostrar unos números macro que satisfagan su propio ego. Es necesario que le de un marco filosófico a las “reglas del arte” para que estas no solo estén sustentadas por el sentido común sino por -lo que es más importante aún- por un plexo de ideas que le den la convicción de fondo del puerto de llegada al que se pretende arribar.

Solo así el ritmo y el progreso del programa se apoyará en unos cimientos duraderos y no solo en ecuaciones que, a pesar de ser satisfactorias, siempre estarán expuestas a los “peros” de generaciones de argentinos que se acostumbraron a que era posible transformar lo bueno en malo y lo malo en bueno.

Por Carlos Mira

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2 thoughts on “Las reglas del arte

  1. Manolo

    Muy buenas reflexiones Carlos. El sistema político de los últimos 40 años ha sido invadido por oportunistas de todo tipo. Vieron en las instituciones el mejor negocio de sus vidas. Ningún negocio en el mundo tiene la tasa de rendimiento que significa perpetuarse en el poder (nacional, provincial o municipal). Nunca les importó la opinión de los ciudadanos, solo sus propios privilegios presentes y jubilaciones futuras ( mi opinión es que cobren sus jubilaciones como el resto de las ciudadanos).
    Por eso crearon un mensaje demagógico para destruir los conceptos básicos de una economía sana. Sabiendo que la seguridad es más importante que la libertad para los ciudadanos argentinos los cautivaron con empleos públicos ineficiente, derechos para grupos afines (privilegios), ayuda a empresarios que no querían competir en un mercado cerrado y hechos de corrupción inadmisibles. Me parecía mentira cuando de joven leía 1984 – novela de George Orwel, o el Hombre Mediocre de José Ingenieros, que una sociedad pudiera llegar a eso. De hecho, la realidad argentina ha superado ese nivel de decadencia y sin sentido. Bueno ahora hay que soportar el cambio hacia una sociedad más ordenada pero para eso hay que tener amor a la libertad. Recordando a nuestros próceres como San Martin o Belgrano hemos aprendido que no tiene sentido de vivir sin libertad.

  2. Carlos

    Desde q se implemento me opuse con
    Firmeza a la “pesificacion asimetrica”
    Siempre pense q era un disparate los
    Responsables de esta deciam q era para
    Combatir “la Pobreza” y la multiplicaron
    Exponencialmente con su Hiperinflacion
    Instaurada. Espero q se aprendiera la leccion q un Pais tiene q tener “Moneda
    Reserva de Valor es el metro o la balanza
    Para la Sociedad en su conjunto
    Si Ud tiene fiebre no rompa el termometro
    Tome un antifebril
    Saludos !!!

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