Imaginemos una letra “T”, con su “techo” (la línea horizontal) y su “palito de sostén” (la línea vertical).
Ahora pensemos que el “techo” de la “T” es lo que Horacio Rodríguez Larreta llama “perdurabilidad de los cambios” (cuánto más ancho es el techo de la “T”, más duran los cambios) y el “palito de sostén” es la “profundidad de los cambios”.
Larreta dice que los cambios deben ser profundos pero al mismo tiempo duraderos y que para que eso sea posible la base de sustentación debe ser amplia (como si el “techo de la T” fuera muy ancho).
Esa amplitud (la anchura del techo) se logra por lo que el jefe de gobierno llama “sumar”, esto es, incorporar e incorporar gente para que lo que el futuro Ejecutivo envíe al Congreso como proyectos de cambios sean votados y duren.
El razonamiento no está mal y tiene su sentido. El problema es que, a mi juicio, Larreta olvida que los conceptos de “perdurabilidad en el tiempo” (el ancho del “techo de la T”) y de “profundidad de los cambios” (“el palito de sostén de la T”) no son necesariamente contradictorios pero sí son inversamente proporcionales.
¿Qué quiere decir esto? Pues muy sencillo: que a mayor perdurabilidad de los cambios en el tiempo, menos profundos van a ser los cambios (a más metros de ancho en el “techo de la T”, menos metros de profundidad en el “palito de sostén” de la T).
¿Y de dónde saco yo esto? De lo que es la práctica normal del toma y daca político. Nadie se va a sumar al “techo de la T” para hacerlo más ancho sin pedirte a cambio que el “palito de sostén de la T” (la profundidad de los cambios) sea más corto.
El jefe de gobierno debe saber esto. Vamos de nuevo: los que se sumen al “techo de la T” no lo harán gratis, le pedirán algo a cambio. Eso que le pedirán será que el “palito de la T” (la profundidad del cambio) sea más “corto” (menos cambios) que los que Larreta quizás desee.
Menem ofrece un ejemplo muy claro de esta inversión de proporcionalidades.
Estaba claro que a mediados de los ‘90 todavía faltaba mucha profundidad en los cambios que se venían haciendo. Menem dijo que él era el único que podía continuar esos cambios para hacerlos más profundos. Es más, estoy seguro que Menem supuso que si lograba llegar a las profundidades necesarias, entonces los cambios se transformarían en permanentes: un razonamiento parecido pero al revés de lo de Larreta: Menem se jugaba a lograr la perdurabilidad de las reformas porque su profundidad fuera tal que ya no fuera posible volver atrás.
El problema se planteó cuando el presidente también necesitó que su “techo de la T” fuera ancho en el Congreso para que éste primero declarara la necesidad de la reforma y luego una Asamblea Constituyente le regalara la reelección.
Al quedar preso de esa dependencia (de que su “techo de la T” fuera ancho) también quedó esclavo de lo que esos que se sumarán a ese “techo” le exigieran.
Y el precio que le cobraron esos a los que Menem tuvo que “sumar” para conseguir su objetivo fue, justamente, nada más y nada menos, que el aborto del proceso de reformas.
El presidente en aquel momento los “sumó” igual porque creyó que, luego, con el poder de haber sido reelegido, podría traicionarlos y llevar adelante, de todos modos, su proyecto de profundizar las reformas tal como tenía pensado.
No creo que sea necesario recordar aquí cómo terminó toda aquella especulación: Menem fue reelecto (o sea el operativo “suma”, “hacer ancho el techo de la T”, funcionó) pero los cambios se detuvieron.
Al detenerse fundamentalmente el proceso de reforma del Estado, la Convertibilidad no resistió y todo voló por los aires, en una crisis que 22 años después la Argentina sigue pagando.
Conclusión: la teoría de Larreta no solo suena razonable sino que tiene apelativo: resignar brusquedad (profundidad, amplitud) de las reformas a cambio de que las reformas duren.
Pero en la práctica la pregunta se reduce a saber cuánta profundidad del “palito de sostén de la T” (los cambios, las reformas) me van a pedir que corte los que se sumen para hacer más ancho “el techo de la T”.
Si los que se suman para que el “techo de la T” sea bien ancho me piden tanto que el “palito de sostén de la T” queda reducido a unos pocos centímetros, entonces la táctica no sirve. Y no sirve porque a menos profundidad de los cambios más chances de que las cosas en la Argentina continúen como están hoy.
Este es el intríngulis que debe resolver el jefe de gobierno y candidato a presidente. Y también el intríngulis que, en gran medida, debe resolver la sociedad: arriesgarse una vez en la vida a encarar un cambio tan profundo cuya propia profundidad lo haga irreversible o conformarse con un cambio pusilánime para que lo que dure sea la miseria a la que el país se acostumbró aunque crea que, con esas costumbres, el futuro quizás no sea opulento, pero sí más tranquilo.
Este problema es el meollo de la cuestión. Y no se resuelve sumando en firma no sistémica. Lo qué hay que hacer es aplicar lis sistemas de toma de decisiones colectivas de Democracia Certera descripto en mi libro.
Cambiar el reglamento y con ello el sistema de votación . Luego podes llevar adelante cualquier cambio porque siempre tendrás quorum
Despues de tantos malos gobierno valoro
a Doña Petrona y a Lita de Lazzari lo
Unico q sirve es buscar precios bajos
Para los q no somos casta ni ensobrados