Elisa Carrió lleva un sello que la distingue: siempre se ha vuelto sobre los antiguos aliados con los que elaboró y construyó un proyecto político.
Obviamente la gran pregunta que muchos se hacen es qué ocurrirá ahora con Cambiemos, sin dudas el proyecto más exitoso que Carrió protagonizó desde que está en política, a tal punto que ganó el gobierno.
La diputada lanzó ahora una durísima acusación contra el jefe de la policía bonaerense, Comisario Pablo Bressi, a quien involucró con las actividades narcotraficantes de Mameluco Villalba, un delincuente que lleva casi más tiempo en la cárcel que en libertad.
Según Carrió hace cinco meses que viene advirtiéndole a Vidal sobre Bressi y, siempre según la diputada, la gobernadora no de da por enterada. Para mas datos, la relación de Villalba con Bressi se habría construido en Moron, la jurisdicción original de la gobernadora.
Desde el lado de Vidal aseguran que se le pidieron a Carrió pruebas para poder actuar y que esas evidencias nunca llegaron, como dando a entender que, de haberlas tenido, desde La Plata se habrían tomado medidas.
Es más, Vidal dijo que nadie que tenga vínculos con el narcotráfico seguirá en su administración si esa ligazón se probara, incluido, claro está, el jefe de la policía.
Pero más allá de estos tironeos lo que aquí salta a la vista es la relación política dentro de Cambiemos y la capacidad de daño que Carrió suele implicar cuando sale a la luz pública con sus denuncias.
Según la diputada, ella no hizo pública esta denuncia gasta ahora justamente para proteger a Vidal, pero que, llegado este punto, no podía esperar más.
Muy en su interior la diputada debe creer que Macri llegó a la presidencia por ella, y el presidente debe estar convencido de que Carrió pudo mostrar por primera vez una coalición exitosa electoralmente gracias a él.
Nadie sabe cómo se procesará ese choque de vanidades. Para más, en la provincia de Buenos Aires, la gobernadora muestra una notoria tendencia a tender puentes al peronismo de Massa de cuyo frente acaba de incorporar a Joaquin de la Torre como ministro de producción de la provincia.
Esa sociedad tampoco debe caerle en gracia a Carrió, que siempre puso al peronismo -en cualquiera de sus versiones- en la vereda del pecado.
El único punto es que el presidente comparte en general esa visión, la cual fue, sin dudas, la que lo hizo mantener firme en no aliarse con el ex intendente de Tigre para las elecciones generales del año pasado.
Si él aluvión Carrió insiste con sus posturas puristas es posible que produzca una ruptura en Cambiemos. De ambos lados ya hay señales, sino de hartazgo, de incomodidad.
Si ese es el caso la pregunta del millón es, sin dudas, cómo repercutirá eso en las elecciones de medio término del año que viene, para cuyo cierre de listas apenas faltan diez meses.