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La Argentina enferma de ideología

Dos temas se agolparon contra la realidad argentina de las últimas horas. Los dos chocan contra el mismo mal: la improvisación y el ideologismo.

Por un lado el presidente presenta su gira europea con si fuera un esfuerzo para concitar apoyos del sensible mundo político y espiritual por oposición al frío mundo financiero que le estaría presentando a la Argentina una cara de perro en su presunta intención de conseguir un acuerdo con los organismos internacionales.

En ese marco, Fernández se pavonea con las palabras de apoyo que derraman sobre sus oídos quienes gobiernan Portugal, España, Francia, Italia y hasta el propio Papa Francisco (más allá de cierta frialdad del pontífice luego de que el gobierno fisgoneara y aprobara la ley del aborto).

Todos le prepararon un camino de rosas en la previa de su reunión de hoy con la Directora Gerente Kristalina Georgieva (que también, dicho sea de paso, ha mostrado siempre una vocación de diálogo y de acuerdo).

Sin embargo, esta imagen que el presidente se empeña en transmitir es completamente falsa.

En efecto, no estamos aquí frente a un deudor con absoluta voluntad pagadora que inicia, con su presidente, una gira internacional para conseguir apoyos para el plan de pagos que está proponiendo. No.

Aquí quien tiene una actitud dura frente a la negociación, que casi preferiría que no haya acuerdo y que todo volara por los aíres, no es el frío mercado financiero internacional sino la Sra. de Kirchner y su tropa del Instituto Patria.

El presidente si quiere iniciar una gira para ablandar a quienes se oponen a un acuerdo debería, simplemente, tomar un taxi que lo lleve a las instalaciones del centro ideológico del kirchnerismo que funciona en la calle Riobamba y centrar allí sus esfuerzos para cambiar el rumbo.

Si la intención fuera realmente “ablandar” a los duros para alcanzar un acuerdo, Fernández debería reunirse con su vicepresidente; ni  con Macron, ni con Georgieva, ni con el papa.

Las huestes del castrochavismo argento tienen identificada a la vinculación argentina con los mercados internacionales como el anatema a aplastar. Todo lo que signifique la continuidad de un -aunque sea- liviano nexo entre la Argentina y el mundo debe ser destruido. Por eso detonar el acuerdo con el Fondo y con el Club de Paris es una prioridad para la comandante del El Calafate.

La propia Sra Fernández fue la que se deshizo en sarcasmos cuando la revista científica internacional The Lancet fue la primera en publicar una artículo respaldatorio de la eficacia de la vacuna Sputnik V.

El ideologismo hueco de la señora creyó encontrar, aquella vez, una joya en una publicación occidental que reivindicaba su triunfo socialista. 

Fue ella, entonces, la que se arrogó el mérito de haber traído esa vacuna por su vínculo con la autocracia de Putin.

Ahora, la misma revista publicó una nota de un grupo de científicos que le hicieron notar varias inconsistencias en los trabajos de fase III del Instituto  ruso Gamaleya.

Se trata de guarismos que no cierran un adecuado marco de sustento para el fármaco, más allá, incluso de que en los países en que está siendo aplicado parecería estar produciendo buenos resultados.

El Gamaleya dio una respuesta sorprendente a esta duda: dijo que esos números estaban efectivamente confundidos por un “error de tipeo”.

Francamente no recuerdo cuándo fue la última vez que escuché esa frase. Pero debe hacer más de 35 años.

Que una cuestión seria como la planteada a nivel científico reciba como toda respuesta una admisión de la falla y una imputación de la misma a un “error de tipeo” creo que es poco serio.

Para ser franco, la reputación de la vacuna Sputnik V había mejorado mucho en términos de concepto social medio, desde que se empezó a hablar de ella a mediados de 2020 hasta ahora.

Pero cuestiones como esta -sumadas al hecho que no se sabe mucho sobre la llegada de la segunda dosis de esa vacuna para quienes ya recibieron la primera, y una serie de interrogantes que se abren para el caso de que esos vacunados no la reciban nunca- han hecho que nuevamente este fármaco esté en el centro de los interrogantes.

Habría que preguntarle ahora a la comandante si no quiere gastarse alguno de sus célebres sarcasmos, a ver qué tiene para decir.

Otra de las dudas que aparecieron frente a la inseguridad de la segunda dosis, es si los vacunados solamente con la primera pueden desarrollar nuevas resistencias a futuras vacunas, o cuándo se los puede considerar libres de los “efluvios” de la Sputnik como para vacunarse con otra marca.

Pero bueno, son todas cuestiones que tienen un solo denominador común: el ideologismo de izquierda barreta de la Argentina que no reconoce ni el límite sanitario para hacer política de cuarta, jugando al filo de la muerte de la gente.

Por Carlos Mira

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