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Hay para todos

Los resultados de la elección de legisladores para la Ciudad de Buenos Aires ha dejado varios costados para el análisis.

En primer lugar, ahora, con los resultados puestos, recordar que el comicio era para eso: elegir legisladores locales. No era una elección nacional, ni un referéndum sobre la política del gobierno federal, ni sobre su programa económico, ni nada parecido.

Todas las fuerzas sin embargo se encargaron de enviar, durante la campaña, señales en el sentido contrario. EL peronismo, siempre destituyente cuando no está en el poder y el “rey de la democracia” cuando lo ejerce, buscó hacer pasar otra vez (parece mentira que una jugada tan burda pueda ser repetida hasta el cansancio por este conjunto de delincuentes y parte de la gente siga comprando el embuste) la famosa táctica del Caballo de Troya, es decir, “disfrazar” a la Armada de Brancaleone de toda la vida detrás de la cara de una figura relativamente potable y entrenada para parecerlo, con el claro objetivo de vender gato por libre y, una vez en el poder, sacarse la caretra. Desde allí pretendió imponer la imagen de que la votación ponía bajo una especie de plebiscito la gestión de Milei.

La derrota de Leandro Santoro es, por consiguiente, un hecho alentador y sin dudas para festejar por todos aquellos que creemos que el componente delincuencial del peronismo es inherente al ADN del movimiento creado por Perón y que nunca cambiará.

De hecho, en la lista del candidato kirchnerista aparecía en un lugar relevante (de hecho entró a la futura Legislatura) el “Pitu” Salvatierra un confeso delincuente y ladrón de bancos.

Entonces, más allá de las divisiones en el campo democrático de la política argentina (el peronismo no lo integra, porque es un movimiento totalitario) es saludable que los embusteros de siempre hayan perdido la elección.

El señor Santoro ha tenido el descaro de decir que “si la crueldad se puso de moda, no cuenten con nosotros” ¿Si la crueldad se puso de moda? ¿Pero qué dice este inconsciente? Crueldad es haber mandado a medio país debajo de la línea de la pobreza en 20 años; haber destruido la mente de dos generaciones de argentinos y haber inventado un discurso divisor y odioso con el que no trepidan en seguir insistiendo. Eso es crueldad, Santoro. Crueldad es haberse robado miles de millones de dólares de los bolsillos más pobres de la Argentina, mientras veían como esas personas -a las que ustedes engañaban escandalosamente- cagaban en un balde. Eso sí que es crueldad. Intentar revertir la destrucción que el movimiento que usted representa le ocasionó al país sumiéndolo en el barro de la miseria a la cual poco menos que identificaban con una condición por la que debía sentirse orgullo, es una terea titánica que, justamente por la magnitud del daño, no tiene garantía de éxito, máxime cuando mercenarios como usted se siguen prestando a trabajar con la mafia conducida por Cristina Fernández de Kirchner.

La elección le plantea un interrogante serio y profundo al PRO. El partido que hace 20 años gobierna la ciudad y que la transformó de ser un basural atrasado a algo que se parece a lo que uno puede ver en una urbe de características similares en el mundo, perdió por primera vez en el distrito que lo enorgullecía y que lo vio nacer.

En lo personal siento pena por Silvia Lospennato, una demócrata convencida que se jugó por el cambio en la Cámara de Diputados cuando había que defender los proyectos que conformaban la infantería legal básica del nuevo presidente. Aceptó bajar al barro político en el que se convirtió la ciudad solo por su lealtad con Mauricio Macri.

Estoy convencido que el presidente Macri le hizo un favor enorme al país cuando estuvo al frente de su administración. Pero como alguna vez me dijo un amigo “tener razón a destiempo es lo mismo que estar equivocado”. Si bien no es exactamente así (porque la verdad siempre seguirá siendo verdad aunque la diga uno solo) la crueldad de la frase refleja cómo una persona bien intencionada pero que no cae en el momento exacto en que los astros se combinan para ayudarla, puede perder su estrella aun cuando años después otros intenten implementar las mismas líneas de ideas pero ahora acompañados por una ola intangible que hace coincidir el intento con la oportunidad: es cuando uno tiene razón y, además, el tiempo parece haberse sincronizado con él.

La suerte, como en todos los órdenes de la vida, juega un papel. Inexplicable a veces, pero presente siempre. La suerte no acompañó a Macri y quizás ahora deba plantearse cuál sería su mejor aporte a lo que él confiesa es su único desvelo: que la Argentina deje en el pasado el atraso, la miseria y el odio por lo que funciona y por el éxito.

¿En esa baraja está el naipe del paso al costado, la idea de correrse de todo lugar de influencia política y dejar que quienes tuvieron la suerte de tener las ideas y la alineación de los planetas lleven adelante lo que el Cosmos le impidió a él? Quizás debería pensarlo.

¿Serían veinte años de sacrificios tirados a la basura? La formación de un partido nuevo, el meterse en la suciedad de una actividad que le era ajena, el abandono de la comodidad de su holgura…

A veces en la política hay personas que deben jugar el papel de un mártir que se inmola en aras de un bien superior. Tal vez el presidente Macri deba llevar su pensamiento a ese lugar horrible en términos personales, pero que muchos verían como su última contribución a lo que él mismo define como su sueño.

La elección en la provincia de Buenos Aires (más la de octubre que la de junio) será crucial en ese sentido. Ese distrito (y fundamentalmente la parte copada por el peronismo y hundida en un océano de escasez conmovedor: el conurbano) debe ser arrebatado de la mano de los delincuentes y de los totalitarios que profesan, como dijo Churchill, “un terrorismo sangriento y devastador que practican en cada tierra que arruinan, y gracias al cual su régimen criminal puede mantenerse”.

Para eso es preciso que en la provincia haya una sólida unión entre el PRO y LLA, un alineamiento sin fisuras, alegre, a la luz del día, sin caras de culo, con renunciamientos y con una meta concreta: comenzar el camino de hacer desaparecer al peronismo de la faz de la Tierra. Si ese entendimiento requiriera una última entrega de Macri a la política, el expresidente debería hacerlo como su legado final a un  paso por la vida pública que la Historia le reconocerá en su momento.

El triunfo de Adorni debería ser tomado por el gobierno del presidente Milei con alegría pero con la humildad del magnánimo, del grande de verdad. Es obvio que, pese a lo que dijimos en el párrafo inicial de este comentario, el resultado de ayer conlleva un endoso enorme a su gestión por parte del cuarto distrito en importancia electoral del país. Pero los envalentonamientos son enemigos de los éxitos. Estar feliz, sí. Pero cantar victoria, nunca. Esto no está terminado. Apenas si recién comienza. El presidente ya tiene experiencia en saber cómo el señalamiento constante puede volverse en contra con la fuerza de un boomerang: el crudo invierno político que coincidió, paradójicamente, con el verano austral debería darle una pauta útil por la cual guiarse.

El país será mejor sin el peronismo. Como lo fue cuando el peronismo no existía. Toda acción que contribuya a ese fin debe ser encomiada y apoyada. Luego de que todos los sondeos anticiparan la victoria del kirchnerismo en la capital, verlo morder el polvo de la derrota una vez más es un hecho para destacar. Pero atención: las fuerzas de la democracia no pueden pelearse. Valores como Lospennato no pueden volver a sufrir una noche como la de ayer.

Para eso otros -que de grandes no tienen nada pero que se creyeron en su momento que ya eran el presidente puesto- también deberían bajarse de un caballo que solo usan para hacer daño.  

Por Carlos Mira

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2 thoughts on “Hay para todos

  1. Ricardo Vines

    Excelente y lucido comentario.
    Creo a MM no le queda otra alternativa que la fusión.
    Cualquier otra significará desaparecer.

  2. Beatriz Saameño

    Muy acertado tu comentario, y aunque duela, siempre apoyé a MM ,es necesario pensar en grande, el peronismo no puede seguir desgobernando la pcia de BsAs

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