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¿Hasta cuándo?

Los días pasan y la delincuente condenada a seis años de prisión sigue hablando. No hay nadie que tenga lo que hay que tener para detener este atropello -no ya a la igualdad ante la ley- sino al sentido común.

La rea parece estar en un Airbnb en lugar de en una celda. La sociedad ha sido bastante condescendiente (ignoramos las razones de por qué) con ella al permitirle estar en su domicilio para cumplir su condena.

Pero eso no transforma su privación de la libertad en una tribuna política mejorada.

Así como la ministra de seguridad nacional, Patrica Bullrich, llegó a su puesto con el objetivo claro de terminar con el libertinaje kirchnerista según el cual los capo mafias  detenidos seguían dirigiendo sus operaciones criminales desde la cárcel a través de sus teléfonos, ese mismo criterio debería ser aplicado a la condenada Kirchner, prohibiéndole el uso del teléfono y el acceso a redes sociales, tal como ocurre con cualquier preso común. Lo contrario, repetimos, no es solo una violación al principio de igualdad ante la ley (porque de este modo Kirchner accedería a derechos que otros presos tienen legítimamente prohibidos) sino una contradicción grosera con el sentido común, toda vez que, desde el punto de vista político, parecería que su situación de detención han mejorado su condición antes que sumar puntos al objetivo de ponerla en su lugar.

Si el juez Gorini, que tiene a su cargo vigilar las condiciones de detención de la delincuente (lo que técnicamente se llama “juez de ejecución de sentencia”), no está preparado para cumplir con su deber como corresponde y hacer que Kirchner cumpla con el ostracismo que se ganó gracias a las múltiples estafas que perfeccionó sobre los bolsillos argentinos, bueno, que lo reemplacen.

Pero continuar por este camino, en donde todos los días despertamos con un nuevo bando revolucionario de la condenada emitido desde la cárcel y haciendo uso de comodidades que debería tener legalmente impedidas, es hacerle el juego a quien no tuvo empacho en robarle la comida de la boca a los más pobres y sigue especulando sobre su demagogia como si nada hubiera ocurrido.

En ese sentido convendría, por lo menos desde el punto de vista periodístico, ser claro en la forma en que se habla cuando de encuadrar el delito que Kirchner cometió se trata. En efecto, yo sé que técnicamente el tipo penal afectado es el de “defraudación pública en perjuicio del Estado”. 

Sin embargo, esa denominación tiende a difuminar y a oscurecer el verdadero crimen cometido por esta delincuente. El camuflaje de “delito cometido contra el Estado” tiene la virtualidad de esconder -convenientemente- a la verdadera víctima del crimen.

El “Estado” a los ojos de la sociedad es una entelequia sin nombre ni apellido y bajo cuyas sombras se pierden los nombres tanto de los responsables de los delitos como de aquellos que sufren las consecuencias.

Lo que los Kirchner hicieron fue ROBAR  el dinero a los argentinos: esto es, los recursos generados por el trabajo de los ciudadanos eran retirados de sus bolsillos por la vía de exacciones legalmente legítimas (impuestos, tasas y otras contribuciones) pero que, en lugar de aplicarlos al mejoramiento de la vida de los contribuyentes (generando mejor infraestructura, mejor salud pública, mejor educación, mejor nivel de vida) fueron DESVIADOS a sus propios bolsillos por una compleja trama de corrupción fríamente calculada desde incluso antes de asumir el poder.

Nestor Kirchner -el mastermind detrás de toda esta maquinaria- mandó a su propio secuaz preferido, Lázaro Báez, a constituir una sociedad anónima (Austral Construcciones) tan solo un par de semanas antes de asumir la presidencia en 2003 con el claro objetivo de empezar a canalizar contratos de obra pública a su favor para ROBARSE los fondos que el Estado transfería para, supuestamente, llevar a cabo las obras licitadas.

El mecanismo incluía ese obvio desvío de fondos y también la aceptación de sobreprecios estrafalarios que, de por sí, ya le hacían pagar a las arcas públicas precios completamente ajenos a la media del mercado.

Cuando, en todas estas frases, reemplazamos las palabras “Estado”, “Tesoro Público”, “arcas públicas”, etcétera, etcétera, por la palabra “pueblo” (paradójicamente tan cara a la demagogia de esta gente), “argentinos” o “sociedad”, entonces empezamos a tener una idea más aproximada de quiénes fueron las víctimas reales de los Kirchner: LA GENTE DE CARNE Y HUESO, NO EL “ESTADO”.

Por el respeto que mereceríamos todos nosotros, que trabajamos duramente solo para ver cómo nuestro dinero se escurría como agua entre los dedos e iba a parar a manos de estos innombrables que eran poligrillos y hoy son megamillonarios, el juez debería tener un poco de consideración y, si no lo quiere hacer para respetar el principio de igualdad ante la ley o el simple sentido común, que lo haga para reparar la ofensa que tuvieron que soportar millones de personas a las que se atropelló, se destrató y, como si todo eso fuera poco, se esquilmó durante los años del kirchnerismo. 

No es mucho lo que se le pide. Simplemente un poco de justicia. No puede ser que quien ROBÓ impunemente goce de beneficios de los que están privados otros en su misma condición. No puede ser que utilice esos medios para seguir mintiendo, tergiversando los hechos e, incluso, incitando a la violencia callejera en un claro acto subversivo de impredecibles consecuencias.

El kirchnerismo ha sido y sigue siendo un maestro para dar vuelta las cosas y acusar a los demás de lo que no son otra cosa más que sus propias creaciones. Lo ha hecho desde acusar a los demás de insultar cuando ellos han sido los reyes de la prepotencia chabacana, o de ser “insensibles”, cuando fueron ellos los que no dudaron en sacarle la comida de la boca a los más pobres para llevarse esa plata a sus propias cuentas.

Y eso fue posible porque se lo permitieron.

Es hora de que alguien con las pelotas bien puestas frene tanto descaro y tanto atropello legal. Que no se lo permita más. Esa bolilla cayó hoy en cabeza del juez Gorini. Él sabrá si quiere honrar la suerte que tuvo o si prefiere esquivarla como ha hecho hasta ahora.

Por Carlos Mira

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5 thoughts on “¿Hasta cuándo?

  1. raúl

    Nuestras leyes penales son vergonzosamente benévolas con los delincuentes como la condenada, y muchos jueces son eunucos.
    Muchos periodistas, en vez de ensañarse día tras día con los defectos y errores de Milei, que los tiene, deberían fijar su posición ante tanta impunidad de esta basura de persona que es la susodicha condenada.

  2. Jorge Jose Bacigalupo

    Una vez mas muchas gracias Sr. Periodista.

    Ud. lo dice con nombre y apellido: Juez de Ejecucion Penal Dr. Gorini, quien interpreta la ley como se le canta el culo, y permite que la condenada, se cague en todos y cada uno de nosotros.

  3. Carlos

    Coincido Dr Mira deberiamos tener la Salud Publica como la Sueca si no se
    Hubieran DESVIADOS los fondos a los
    Bolsillos de los Kirchneristas.
    Aca sobreviviendo en el congourbano
    Bonaerense
    Lo saluda atte.

  4. José Luis

    Totalmente de acuerdo con lo escrito en su artículo

  5. Eduardo

    Sin eufemismos el delito debería ser “Jefa de una banda que ROBÓ al PUEBLO” .
    Y después se dicen Nac & Pop. Defensores de los desposeídos. Realmente no hay calificativos para todos y cada uno de los integrantes de la BANDA.
    Tampoco los ecuentro para este juez de ejecución penal que la trata con obsecuencia suprema.

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