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Habló un verdadero oligarca

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El Sr Larroque, alias “El Cuervo”, además de ser un burro institucional que ignora que el Congreso no puede “autoconvocarse” a sesiones extraordinarias, porque esa es una facultad privativa del presidente, es un defensor de la más rancia oligarquía que pueda entronizarse en un país. Me refiero a la oligarquía de acomodados que reciben un ingreso del Estado que pagan todos los argentinos con sus impuestos y que es claramente desigual en términos de empleo y de oportunidades a otros millones de argentinos que no tienen esos privilegios oligárquicos y que deben salir a trabajar de verdad o a buscar trabajo genuino sin una superestructura que los proteja o les ponga coronita por servir a tal o cual proyecto de poder.

“El Cuervo” dijo que el presidente Macri busca el achicamiento del Estado por decidir el pase a disponibilidad de miles de agentes truchos metidos por la ventana, principalmente en los últimos meses del gobierno de Cristina en un verdadero festival orgiástico de nombramientos fuera de toda norma legal y ética, hechos a la vista de todo el mundo con el fin de plagar la administración de empleados militantes cuya función debería pasar por el entorpecimiento cotidiano de la tarea de gobierno.

Durante meses el gobierno K publicó decenas de páginas en el Boletín Oficial que llenaron de ñoquis varias dependencias públicas que ni siquiera tenían espacio físico para albergarlos. Esa sí que es una oligarquía, Larroque. Una oligarquía de la peor calaña porque surge del tratamiento desigualitario de argentinos que se benefician a costa de otros -que incluso son, paradójicamente, los que les pagan el sueldo- que desde ya no tienen esas prerrogativas.

Por supuesto que por encima de esa oligarquía existe una nomenklatura de mandamases a la que pertenece el Sr “Cuervo” y que se ha posicionado en los últimos años como una verdadera casta con atribuciones, poderes y riquezas completamente desiguales a la de otros argentinos que no han llegado a prenderse como una garrapata a los fondos del Tesoro Público.

Larroque dijo “Esta derecha oligárquica retoma lo propuesto por la dictadura: achicar el Estado”, sin advertir que quien achicó el Estado, por la vía de transformarlo en una corporación privada fondeada por los bolsillos de todos los argentinos, fueron ellos, destruyendo la institucionalidad y corrompiendo el funcionamiento de todas las áreas, como acaba de probar el rocambolesco episodio de la captura de los tres prófugos.

Un Estado desmantelado, inorgánico, sin pericia, sin personal idóneo que durante los años en que gobernaron los amigos del “Cuervo” fue una especie de botín personal que disfrutaban los que se declaraban soldados de Cristina pero que pagaban y sufrían todos los argentinos.

Sacar gente que viene a robar dinero público por la vía de explotar un conchabo militante no es achicar el Estado; achicar el Estado es tornarlo incompetente, incapaz, cómplice de delitos y fuente de enriquecimiento de personas que no pueden demostrar el origen genuino de sus fortunas. Eso sí es debilitar el Estado y generar, al mismo tiempo, el nacimiento de una oligarquía rancia y obscena que pavonea sus privilegios por delante de los ojos de aquellos que los pagan.

El Estado de la Ciudad de Buenos Aires, en términos de personal, es un poco más grande que el que encontró Macri al asumir la jefatura de gobierno por primera vez. Pero el verdadero “agrandamiento” del Estado local no es ese sino el mayor número de servicios que presta a sus vecinos, que es la unidad de medida que Larroque también debería usar para juzgar el “achicamiento” o “agrandamiento” del Estado nacional.

En diálogo con radio Del Plata consideró que en el país “está gobernando el poder económico” y planteó: “La destrucción del empleo en el sector publico genera un parámetro para que suceda lo mismo en el sector privado. Está habiendo persecución ideológica y una política que tiene que ver con despedir a mansalva a miles de trabajar (sic) para que los recursos que iban a la mesa de los trabajadores vayan a los bolsillos de los grupos concentrados de economía”.

Si eso fuera así, ¿por qué esos miles de agentes metidos por la ventana en los últimos meses de gestión de la jefa de “el Cuervo”, no fueron incorporándose gradualmente con el curso de los años a medida que surgían las supuestas necesidades? ¿Acaso el Sr “Cuervo” me quiere convencer de que de un día para el otro el Estado necesito de miles de brazos que tan solo meses atrás no necesitaba?

La frase “destrucción de empleo” para referirse a los casos de miles de ñoquis colados para molestar y complicar los números de la administración central, no puede negarse que es, cuando menos, ingeniosa. ¿Destrucción de “empleo”? ¿pero de qué “empleo” me habla, Larroque?

Esos no son “empleos”, son curros, son privilegios que caen en la cabeza de aquellos tocados por la varita mágica de un Rey Mago que no tiene otra cosa que hacer más que regalar los dineros públicos y tomar el Estado como si fuera de su propiedad.

Por lo demás, llama la atención la súbita preocupación del Sr “Cuervo” por el empleo privado, cuando el gobierno al que él pertenecía jamás esbozó esos desvelos. Es más, en los últimos cuatro años generaron tales condiciones económicas que no se creó un solo puesto de trabajo privado en la Argentina.

Y finalmente la referencia a los DNU del presidente, mueve directamente a la risa: el gobierno de los Kirchner gobernó a fuerza de DNU cuando no tenía las mayorías en el Congreso (Néstor es el puntero absoluto del campeonato en materia de DNU presidenciales desde 1994 hasta hoy) y luego gobernó tapándole la boca a todo el mundo, sacando leyes a libro cerrado cuando disfrutó de su mayoría automática.

Obviamente Larroque está muy lejos de conocer el significado del concepto de “autoridad moral” pero si lo tuviera se daría cuenta de que él y sus compañeros son los menos indicados para hablar del uso de los DNU o de insinuar siquiera algo que se parezca a una queja por el imperio de la prepotencia.

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