Por Jorge Kersman, especial para The Post
El ombliguismo argentino, viene de lejos. Ya Alfonso Reyes lo mencionaba en los años 20 del siglo pasado, a pesar del respeto que le inspiraban algunos intelectuales como Lugones, Bioy y otros. Ortega también unos años después. Soberbia y superficialidad.
En estos días un amigo, gran cirujano, gran médico, publicó una modesta contribución: una foto del presidente Fernández con amigotes, ninguno de ellos portando tapabocas. Al pie se lee la recomendación/obligación de usar dicho implemento.
Para qué…!!! Le saltaron innumerables “amigos” en Facebook con las acusaciones usuales.
El ombliguismo, nuevamente.
Nadie sabe, en el mundo, cuál es la mejor política ante la pandemia. Distintos gobiernos ensayan, cambian, implementan cuarentenas, las dejan de lado, las parcializan. Todo el mundo prueba, mira qué hacen los otros países, aprende, CAMBIA según lo que resulte.
Salvo los argentinos.
El argentino SABE que “esta política” (la que sea que implemente Fernández esa semana), es la mejor del mundo. Si no – dice ufano – miren a Brasil. Lo de Brasil, se ha convertido en una expliqueta para todo uso. (Sino, si Brasil se arreglara quedaría Trump a quien siempre se le pueden achacar desastres).
Pero está Uruguay (ni un día de cuarentena obligatoria, 21 muertos) (multiplicar por 7 para hacerlo comparable con Argentina teniendo en cuenta población y área).
Como tantos, yo tampoco sé, y al final, dentro de algunos años, la humanidad habrá aprendido (las conclusiones se gestionarán en Universidades y Think Tanks de Europa, Estados Unidos, y las usarán todos, los anti imperialistas incluidos, claro). Quizás Fernández queda en el pelotón del medio con su ochentena (un preclaro líder seguro que no).
El punto es que nadie sabe. Y sin embargo, el argentino (80%?) ufano, se contenta con “Brasil” y deja de pensar y cuestionarse.
Este funcionamiento, que aplica al manejo del virus, es el de siempre, con estas anteojeras, con estas respuestas fáciles, se maneja siempre: en economía no le hables en difícil, en política, vamos con la fácil, la de Bergoglio, Grabois. Qué otra cosa acaso es la facilidad con que Cristina “le dio la excusa” a millones que no la hubieran votado, pero votaron al Alberto? El argentino es de pensamiento fácil.
Así le va, claro.