El Papa acaba de dar un mensaje intrigante frente a las próximas elecciones. Ha dicho: “Voten a conciencia, ya saben lo que pienso”
La verdad es que uno debería decir: “Perdón Papa Francisco, pero no sabemos lo que piensa”. Porque, efectivamente, más allá de que, naturalmente, todos deberíamos votar según nuestra propia conciencia y nuestro propio parecer, no sabemos lo que el Papa piensa de los candidatos o incluso de lo que han sido estos años en la Argentina.
O para mejor decir, el Papa ha entregado mensajes o, cuando menos, imágenes contradictorias desde que asumió en la silla de Pedro, en Roma.
Ese episodio, todos lo recordamos, fue una especie de cataclismo para el gobierno de la Sra. de Kirchner que ni siquiera pudo hablar de un Papa “argentino” cuando no le quedó más remedio que referirse al tema y esquivó la incomodidad hablando del “primer Papa latinoamericano”.
No era para menos: Jorge Bergoglio, como Cardenal Primado de la Argentina había cuestionado seriamente varias aristas del gobernó de los Kirchner, tanto de Néstor como de su esposa. El ex presidente lo había calificado como el jefe de la oposición y mando a vigilarlo y espiarlo por los servicios de inteligencia a tal punto que el hoy Papa tenía un equipo de música en su despacho de la Catedral metropolitana para escuchar música clásica, pero no solamente como parte de su descanso y relajación sino, fundamentalmente, como una manera de entorpecer la claridad de las escuchas a las que estaba seguro estaba siendo sometido mediante micrófonos ocultos en sus aposentos.
Luego, viendo el extraordinario impacto favorable que en la sociedad había tenido la decisión del conjunto de cardenales en Roma, la presidente completo un triple salto mortal en el aire y al cabo de semejante cabriola, terminó haciendo de Francisco poco menos que su confesor.
El Papa recibió siete veces a la presidente en encuentros a solas, uno de ellos –muy criticado- a solo días de las PASO, en el mes de agosto. Todos recordamos que, esa vez, se controvirtió la oportunidad, la equidistancia y la prescindencia de Francisco respecto del proceso electoral, toda vez que, conociendo el enorme ascendente que tiene en la sociedad, debería de haberse abstenido de conceder una audiencia privada a la líder de un partido de los que iban a competir en las elecciones, cuando esa misma conducta no la había repetido con los demás.
También es cierto que muchas fuentes diversas coincidieron en que el Santo Padre había hecho conocer su disgusto y su oposición a la candidatura a gobernador del jefe de gabinete, Aníbal Fernández. Muchos contaron que ese mensaje corrió como un reguero de pólvora por toda la provincia de la mano de curas de barrio que siguen teniendo un alto ascendiente sobre los creyentes y los fieles. Finalmente Aníbal no fue electo.
Todas estas sucesiones de imágenes muchas de ellas contradictorias, no permiten darle comprensión a la frase del Papa “ya saben lo que pienso”.
No caben dudas de que el Papa tiene un origen peronista y siempre ha mostrado simpatías por el movimiento creado por Perón. Pero también es cierto que Bergoglio es un demócrata preocupado por los altos índices de corrupción, por la penetración del narcotráfico y la increíble dejadez que el gobierno Kirchner ha mostrado en ese terreno. También es cierto que el Papa siente una profunda tristeza por advertir la división inútil, artificial y adrede que se ha trasmitido a la sociedad a partir de mensajes cargados de odio y de rencor.
Quien conoce a Francisco sabe que tiene el peor de los conceptos por esa ola de furia que los Kirchner le han impreso a sus mandatos. También es cierto que en algún momento el Papa dijo que tenía la seguridad de que su figura estaba siendo explotada políticamente.
Sin embargo, en lo que se refiere al gobierno y particularmente a la presidente, la siguió recibiendo incluso, como dijimos, en circunstancias que ponían en seria discusión su imparcialidad.
¿Para qué habrá usado Francisco aquellos encuentros?, ¿habrá querido sacar a la Sra. de Kirchner de aquellos giros de bronca y de sus típicas bocanadas de fuego?, ¿habrá querido convencerla de un camino de unión y de búsqueda de la paz interna?
Si así fue, el Papa logró poco. Es más la campaña política que precede a la segunda vuelta del domingo confirma la permanencia de un estilo arisco y belicoso de hacer política, para intentar conservar el poder a como dé lugar.
Todos sabemos que Francisco es un hombre de paz y verdad y que no podría respaldar la furia y la mentira, pero luego, muchas de sus conductas resultaron desconcertantes cuando tuvo que tratar con los furiosos y los mentirosos.
Dicen que los procederes de la Iglesia en general no pueden ser juzgados con los tiempos de los demás mortales. La Iglesia tiene más de 2000 años de diplomacia y de gestos que solo se comprenden con el paso de los años.
Desde ese punto de vista es posible que la “técnica” de conversión de Francisco difiera del apuro y la urgencia que muchos pensamos era necesaria. Pero ahora que inesperadamente decidió enviar un mensaje por las próximas elecciones, nos resulta muy difícil desentrañarlo en plenitud.