
Este comentario se escribe antes de que abran los mercados hoy lunes 8 de septiembre.
Esta fecha había sido anunciada como un día que podía parecerse al 12 de agosto de 2019, cuando la fórmula Fernández-Kirchner vencía en las PASO de ese año a la del presidente Macri.
Ese 12 de agosto todo estalló por el aire: el dólar, el riesgo país, la remarcación de precios (por ende la pobreza), la imagen internacional de la Argentina.
En la previa también se rumoreaba un “empate técnico” entre el perokirchnerismo y Cambiemos, tal como pasó en la previa de las elecciones de ayer. Pero la realidad fue muy diferente.
El partido del presidente creyó que podía plantearle al peronismo un duelo de guapos. Desdeñó el “republicanismo”, a los ñoños, a los “meados”, a los “viejos”, a los educados… O al menos una parte del partido del presidente. El problema es que esa parte del partido del presidente lo lidera su hermana.
El asesor estrella Santiago Caputo, hace meses que venía advirtiendo sobre la necesidad de no alejarse de los gobernadores y de no facilitar escisiones tipo “Somos” o “Hechos” en la provincia de Buenos Aires.
La terquedad tenía antecedentes: en 2023 un simple acuerdo con el PRO -que bajara a Carolina Píparo de la candidatura a gobernadora- habría dejado en el llano a Kicillof y al el peronismo en Buenos Aires. Grindetti habría sido el Gobernador.
Ahora se abre un período en donde los aspectos psicológicos van a jugar un papel importante de aquí al 26 de octubre.
El resultado de ayer pone en serio riesgo el equilibrio económico y el desasosiego económico debilita aún más la posición del gobierno.
La rea Kirchner en el balcón de su prisión (entre paréntesis, ¿es ese un hecho normal para alguien que está preso?) soñando de antemano, quizás, con un indulto de un futuro gobierno de cuño propio, ahuyenta a las mejores mentes y a los bolsillos más dispuestos a emprender, todo lo cual, obviamente, es funcional a la profundización de la miseria.
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia había 300 villas miseria y asentamientos urbanos sin servicios en el país. Hoy hay 6000. En ese tiempo el kirchnerismo gobernó 16 de los 20 años transcurridos entre 2003 y 2023.La ciudadana de la provincia de Buenos Aires votó eso. Y lo hizo libremente.
En algunas secciones rurales el presidente fue castigado porque su discurso de alivianar el peso del Estado en los bolsillos privados no se cumplió. La política económica empeoró los términos de rentabilidad de los sectores productivos y de los generadores de dólares. Y lo hizo porque no aplicó los principios de la libertad económica: abrochó un acuerdo que le dio espalda financiera para surfear el tema cambiario pero no desarmó el estatismo que le habría permitido anclar unos primeros pilotes verdaderos de libertad de comercio y emprendedurismo real.
No se aprovechó la ola del 2023 para desarticular las cadenas del socialismo económico y todo terminó confundiéndose con la simple y mecánica figura de la motosierra, cuando lo que quizás se debería haber utilizado habría sido un bisturí.
El presidente primero reconoció la derrota, luego dijo iban a identificar los errores cometidos y que los iban a reparar. Al lado de eso dijo que el rumbo económico no solo se ratificaba sino que se iba a profundizar.
Allí empiezan las preguntas: ¿Contra qué votó la gente ayer? ¿Contra los modos iracundos del presidente o contra la política económica? ¿Contra las puteadas o contra el torniquete al gasto público?
Detrás del gasto público siempre ha habido recipiendarios privados ¿Se podía aspirar a cortar el gasto sin dejar un tendal de ciudadanos “enojados”?
Esos ciudadanos quizás en algún momento creyeron que podía cortarse el gasto (digamos, groseramente, aplicar la motosierra) sin que ellos fueran afectados. Obviamente no estaban obligados a entender los vericuetos de la economía política, pero está claro que no puede bajarse el gasto público que genera inflación sin cortar lo que recibían individuos concretos que se quejaban de la inflación.
Es posible que esos groseros palotes económicos sean completamente ignorados por la media de los argentinos que aún no entienden que lo que, aparentemente, te dan por un lado te lo sacan con creces por el otro.
Si el voto fue contra la iracundia, contra los modales, contra los tiros en los pies, contra las “innecesariedades”, hasta sería saludable y entendible. Pero si el voto fue en el sentido de “queremos que nos vuelvas a ‘regalar’ cosas como hace el peronismo”, la señal hacia el futuro no podría ser peor.
Al lado de Axel Kicillof en el escenario peronista de ayer había un caleidoscopio impresentable: desde Fernando Espinoza, abusador sexual, hasta Sergio Massa, uno de los responsables más conspicuos del peor gobierno desde 1810 hasta hoy, pasando por Baradel, Grabois -un sujeto que admitió que saldría armado a robar propiedad privada ajena- y Hugo Moyano, un patotero bloqueador serial de empresas dadoras de trabajo. Al lado de ellos, el discurso del gobernador parecía salido de la glosa de Churchill.
La referencia del gobernador al “trabajo por la provincia” la verdad que no se nota: la provincia se debate y se cuece en el mismo barro que el peronismo empezó a crear hacer 80 años.
Kicillof dijo que las urnas le dieron al presidente un mensaje: que no se puede desfinanciar la obra pública, la salud, a los discapacitados y a los jubilados. Kicillof dijo que las urnas le dijeron al presidente que no se puede gobernar con odio, con divisiones y violando la Constitución.
Pero resulta que la obra pública fue la herramienta utilizada por el kirchnerismo para robar miles de millones de dólares; resulta que cuando asumió Néstor Kirchner había 70000 discapacidades y hoy hay casi 2000000; resulta que cuando asumió Cristina Fernández se abrió el grifo para jubilar a 3000000 adicionales de personas… Y resulta que el que inventó la terminología de los “gorilas”, la “leña” el “cinco por uno” y el “hay que tenerle miedo a Dios y un poquito a mi” no fue otro que el peronismo.
Lo del gobernador ayer pareció el prólogo del discurso de un candidato a presidente: admitió venir de una “enorme decepción” cuando ellos fueron gobierno nacional y anticipó salir a buscar fuerzas de todos lados -peronistas y no peronistas- entre los que “luchan y resisten”, en lo que pareció ser una clara alusión a la peor izquierda, a la que rompe todo y difunde mensajes incendiarios.
Insistió en reclamarle a Milei que no “gobierne para los de afuera” apostando al típico y conocido chauvinismo nacionalista del peronismo.
Si la interpretación del voto que hace Kicillof es la correcta, de nuevo, el futuro no podría ser peor porque implicaría interpretar el voto de los bonaerenses en el sentido de un regreso inmediato al pasado ultra conocido por los argentinos.
Pero de algo podemos estar seguros: el peronismo no va a cometer el error del gobierno de torpedear a quienes intenten ayudarlo.
Ayer se vio claramente como todos parecen dispuestos a entregarse a las manos del vencedor Axel Kicillof. La especulación sobre una eventual discusión entre él y Cristina Kirchner a mi juicio solo debería interpretarse como la ilusión que tienen los que creen que el peronismo va a dividirse.
No participo de esa creencia. Y la primera que creo que está de acuerdo conmigo es la mismísima condenada que sabe que el camino más corto entre su calabozo Airbnb y su completa libertad empieza por instalar a un peronista en el gobierno, aún cuando ese peronista haya llegado allí, en parte, por enfrentarla a ella.


Transformar una elección municipal en un plebiscito nacional? Brillante estrategia! El kukarato ya sabemos como funciona hace 80 años. Se la dejaron servida. Es obvio que no quieren trabajar los que votan y seguir robando los políticos. Game over
Análisis muy sesgado x el antiperonismo del periodista
SIN PALABRAS , IMPECABLE !!!