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Dios, el destino y la oposición

El jefe de gabinete Juan Manzur contó ayer una historia que no hace más que confirmar el nivel de desorientación, de controversia y de profundos desacuerdos que hay en la coalición de gobierno para enfrentar el momento que vive el país y al cual ellos mismos lo han llevado.

Manzur dijo que una señora le había dicho “Que Dios lo ayude” y que él le iba a responder públicamente en ese acto (en donde el gobierno estaba anunciado su brillante idea de la jubilación anticipada) diciendo que “sí, ojalá Dios nos ayude, porque necesitamos esa ayuda para cumplir lo que el pueblo se merece”

Más allá de las convicciones religiosas de Manzur -que, dicho sea de paso, vienen a confirmar la espectacular maleabilidad del peronismo que recurre a un católico maronita practicante para sacar las papas del fuego al que lo llevó su prédica abortista, de igualdad de género, de lenguaje inclusivo y de documentos no-binarios, mientras la gente se moría de hambre- resulta alarmante que el jefe de gabinete de ministros al que supuestamente el gobierno recurrió para dar vuelta la catástrofe electoral del 12 de septiembre no tenga más recursos que encomendarse a Dios para que las cosas mejoren.

Ya habíamos tenido algunas versiones del esoterismo peronista antes de las PASO cuando Tolosa Paz se había encomendado a los astros para saber de antemano la suerte de los países, quizás sin prestarle mucha atención a lo que su propio padre (aparentemente un astrólogo experto) predecía en base a esas artes hace algunos años cuando pronosticó que Cristina Fernández terminaría presa.

Pero esta suerte de combinación mística a la que apeló Manzur con el esoterismo de la principal candidata en la provincia de Buenos Aires, llama la atención e inmediatamente levanta el interrogante acerca de en manos de quiénes estamos.

Lo cierto es que el nivel de perplejidad en el que quedó atrapado el gobierno kirchnerista desde el sablazo de las primarias es francamente estremecedor y si estas son las señales que van a enviar a los tomadores de decisión como para traer tranquilidad a los mercados, el país está en el horno.

Y este debería ser también un mensaje para la oposición. La Argentina está esperando, por una vez en la vida, un gobierno razonable con un programa lógico y sustentable que le permita volver a tener moneda, aniquilar la inflación, aumentar la productividad de la economía, generar trabajo genuino, mejorar los salarios, atraer inversiones en el campo de las tecnologías de la innovación, mejorar los niveles educativos, sacar a la gente de las villas miseria, entregar un horizonte donde se pueda hacer cálculo económico, y vivir en paz, pudiendo caminar tranquilo por la calle.

Ese listado de deseos se consigue con la liberación de las energías del país que hoy están atadas por una legislación regulatoria asfixiante y por una estructura fiscal que roba el fruto lícito del trabajo.

El electorado ha identificado en JXC a una coalición política capaz de ganarles al kirchnerismo pero no se sabe aún si tiene la convicción de votar por ellos porque no confía en que tenga ese programa.

Por lo tanto la primera prioridad de esa agrupación sería entregar un conjunto cerrado de medidas concretas que se alejen del misticismo y de las alegorías astrológicas del FDT y, en cambio, trasmitan a la sociedad la seguridad que, de ganar bancas en el Congreso primero y eventualmente el gobierno después, en 2023, están los diseños preparados y los equipos listos para poner en ejecución de modo urgente un plan inmediato de medidas que saquen a la Argentina de la dirección de postración y decadencia a la que quedó sometida desde que el peronismo secuestró la libertad de los ciudadanos hace más de siete décadas.

La oposición debería ser clara en el sentido de que viene a devolverle al ciudadano esa soberanía individual para decidir sobre su vida que nunca debió haber perdido. La vida libre está relacionada con la capacidad de elegir. Esa capacidad es la que debe ser restaurada en el país.

Ese mensaje, recibido por la sociedad, debería agregarle a la convicción que ésta tiene de que JXC le puede ganar al kirchnerismo, la idea de que no solo puede ganarle sino que cuenta con un programa serio y ordenado para recuperar la prosperidad.

Producido el veredicto electoral los jueces deberían tomar nota para hacer dos cosas. En primer lugar acelerar las causas que hagan pagar a los corruptos las cuentas pendientes que tienen con la Argentina. La idea de que puedan salirse con la suya luego de haber robado miles de millones no puede sostenerse un minuto más.

En segundo lugar, especialmente la Corte Suprema, debería tomar nota de que la sociedad rechaza el colectivismo y, en consecuencia, debería comenzar a declarar la inconstitucionalidad de toda la legislación laboral, impositiva, administrativa, civil, comercial y societaria que ha maniatado el impulso emprendedor argentino y lo dejó sujeto al elefante estatal.

El pedido de ayuda a Dios es inverso del que muchos creen. Es uno el que debe ayudar a Dios para que Dios lo ayude a uno. La Providencia seguramente tendrá un gesto con la Argentina si los argentinos deciden tomar el sentido de su vida en sus manos. Y para eso es preciso sentar en los sillones del Estado a administradores que le regresen ese poder a los ciudadanos. Está claro que el peronismo y su versión aumentada y empeorada -el kirchnerismo-, llegaron a la escena política de la Argentina para retirarles esos derechos a los argentinos. A medida que el pueblo perdió derechos civiles ellos se hicieron más poderosos y más millonarios. No es necesario demasiado esfuerzo para demostrar lo evidente.

La mejor ayuda que Dios podría darnos es que los que tienen más posibilidades de ganar las elecciones dejen los mensajes confusos de lado y trasmitan sin duda alguna la idea de que ellos le volverán a poner a los argentinos su destino en sus manos.

Por Carlos Mira

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7 thoughts on “Dios, el destino y la oposición

  1. Blanca Rosa Martinez

    Lo sigo Sr. Mira, estoy en contra de todo esto desde hace muchísimos años. Mi única esperanza es q venga gente joven y con nuevas ideas.

  2. Hugo Alberto D'Angelo

    Carlos, los Juntos por el Cargo (nunca mejor puesto el apelativo) no sirven, son una bolsa de gatos que se pelean para mostrar quien es mas dirigista e intervencionista, no creen en la libertad el 99% de sus dirigentes, con contadisimas excepciones, López Murphy y listo, se acabó , no hay más, Tetaz se a convertido en dudoso, son dos solamente en un conjunto de hipócritas, todos, un nido de víboras socialistas, EL CARGO ES LO ÚNICO QUE LES IMPORTA DE VERDAD; Milei-Espert solución, no hay otra…VIVA LA LIBERTAD CARAJOOOO…

  3. Hugo Alberto D'Angelo

    Aclaro que tengo 69 años, ya no soy un joven que queda encandilado por una propuesta iconoclasta, (RAE, segunda acepción).

  4. José Antonio Salfity

    La historia Argentina 1810-2021, en cuatro actos: i) 1810-1860 (50 años): Caudillos, dictaduras, guerras intestinas. Atraso total. ii) 1860-1916 (56 años): Libertad, leyes vigentes, orden, trabajo productivo, inmigración, alfabetización, FFCC, duplicación del territorio, quinto país del mundo; iii) 1916-1943 (27 años): Mitad radicales socialoides, mitad conservadores atrasados y miopes. Ambos alfombraron la irrupción del fascismo vernáculo. iv) 1943-2021 (78 años): Mitad peronismo, un cuarto militares, un cuarto radicales: estatismo a ultranza, facilismo, demagogia, decadencia cultural, sociedad dividida. Segundo atraso total. Pregunto: ¿Seguiremos prolongando el Cuarto Acto, o inauguraremos el Quinto Acto con Libertad, Orden, Constitución vigente? Señoras y señores: Iniciar el Quinto Acto depende exclusivamente de todos -todos- nosotros.

  5. Anónimo

    👍👍👍 😁😁Iniciar el Quinto Acto sería una bendición tan gratificante!!!…que así sea…

  6. Hugo Alberto D'Angelo

    👍👍👍😁😁Iniciar el Quinto Acto sería una bendición tan gratificante!!!…que así sea …

  7. Oscar Mary

    Hola Carlos: contento de leerte nuevamente. Como dice un amigo mío, “así somos y así nos va”. Hasta que no dejemos de ser como somos, nos va a seguir yendo como nos va. Hasta que la gente no entienda que seguimos pateando la misma piedra desde hace tiempo y que, para peor, cada vez la pateamos con más fuerza, vamos a seguir quejándonos del dolor, cada vez más insoportable. El cambio que se requiere es cada vez más profundo y tenemos que aceptar que gratis no va a salir.

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