Ayer fue el día del periodista, así que se me dio por transformar esta columna en un ejercicio de la pregunta.
Después de todo, eso es lo que hacemos los periodistas: preguntar.
Y lo primero que me viene a la mente cómo socrática pregunta genérica es ¿cómo hace el peronismo? ¿Cómo hace para mantenerse en el arte del engaño tanto tiempo? ¿Cómo es posible que, incluso frente al desenmascaramiento público que de él y sus acciones han hecho varios, salga de todos modos indemne y continue con su camino de embustes y con sus éxitos electorales?
¿Cómo es posible, por ejemplo, que que haya mantenido al país en vilo más de dos meses -con el invalorable apoyo de una izquierda tan inútil como jurásica- argumentando la muerte de Santiago Maldonado incluso luego de que la justicia, a través de una pericia forense de la que participaron 55 de los mejores peritos del país (incluidos los de su propia familia), determinara que el artesano murió ahogado solo, abandonado incluso por sus propios compañeros?
Una operación burda que incluyó a Cristina Fernández con cara de circunstancia en una iglesia de la que tampoco se la llevó de arriba porque una señora (solo una) tuvo el tino de preguntarle si no le daba vergüenza estar allí después de lo que había robado.
Una operación hecha a todas luces detrás de la plata y de la denigaración de todo gobierno que no sea peronista.
¿Cómo es posible que el peronismo salga indemne y no haya un escándalo, aunque sea similar, por lo que fue la desaparición y posterior asesinato en Tucumán de Luis Espinoza, muerto por las fuerzas policiales del gobierno de Manzur y arrojado como un animal en un barranco en Catamarca? ¿Cómo es posible que logren gambetear la responsabilidad por la muerte por ahorcamiento en una celda de San Luis de una mujer y de un adolescente que habían desafiado la cuarentena?
¿Se imaginan lo que habría ocurrido si eso hubiese sucedido bajo un gobierno no-peronista?
Pero las incomprensibles preguntas continúan.
¿Cómo es posible que el peronismo se pueda dar el lujo de no dar explicaciones (aunque es el primero en pedirlas desaforadamente en las escasísimas ocasiones en que no es gobierno) sobre la muerte de un joven detenido y torturado que terminó muriendo en una cárcel de Santiago del Estero?
¿Y cómo es posible que nadie le pida explicaciones claras sobre lo que ocurrió en Chaco, cuando las autoridades, torturaron, secuestraron y violaron a miembros de la comunidad Qom en un allanamiento completamente ilegal?
¿Cómo es posible que todo el mundo soslaye el hecho de que el comienzo de la caída en picada del desarrollo argentino coincide, sugestivamente, con el nacimiento político del peronismo?
¿Cómo es posible que nadie pida cuentas por la aparición, desarrollo y auge de las villas miseria que sin dudas surgieron en el gran Buenos Aires con el peronismo y crecieron 300 veces durante la década “ganada” del kirchnerismo?
¿Cómo es posible que el propio contador de los Kirchner cuente con lujo de detalles cómo robaban la plata del pueblo, como la escondían en las propiedades de los Kirchner, cómo la lavaban y que aún tengan cara de presentarse como los salvadores de los pobres?
¿Cómo la hija del entonces matrimonio presidencial tenía casi 5 millones de dólares en la caja de seguridad de un banco sin haber trabajado ni un solo día?
Era la herencia del padre, responde su madre. ¿Y cómo hizo el padre para ganar semejante fortuna cuando no se le conoce otro trabajo que el de ser funcionario público toda su vida?
El presidente de los Estados Unidos gana 450 mil dólares por año. Quiere decir que debería acumular 8 años en la presidencia para -sin gastar un solo dólar- alcanzar la cifra que Florencia Kirchner tenía en una caja.
¿Cómo es posible que el peronismo que gobernó la nación durante veinticinco de los 37 años de democracia culpe a todos los demás del estado del país? ¿Y como es posible que lo haga en provincias o intendencias en donde gobernó siempre, en donde nunca hubo otro gobierno, como en La Matanza, por ejemplo?
¿Cómo es posible que al peronismo se le permita tener dirigentes gremiales que duran 25 o 30 años en sus cargos, que son sucedidos por sus hijos (como si se tratara de la realeza) y que hacen gala de una riqueza grosera que ninguno de sus representados verá siquiera de cerca nunca?
¿Cómo es posible que sus gobernadores duren décadas en sus cargos y nadie reclame en nombre de la alternancia?
¿Cómo es posible que al peronismo se le permita trasladar permanentemente a la sociedad sus rencillas internas, muchas veces bañando de sangre a todos, dirimimiendo a los tiros sus disputas por la calle?
¿Cómo es posible que nadie le pida cuentas por la violencia en la que muchas veces ha sumido al país? ¿Cómo nadie le pregunta por la enorme división que produjo en el país con amigos a los que se les da todo de un lado y con enemigos a los que se les niega hasta la Justicia por el otro?
¿ Cómo se le permiten los cultos a la personalidad, los desbordes, el espionaje, la fuerza bruta, el barrabravismo?
El peronismo es un fenómeno inexplicable. Ni siquiera los que han querido estudiarlo han podido comprender las metamorfosis que experimenta y la naturaleza aluvional de su formación.
Las preguntas podrían continuar hasta el infinito. Nadie entiende cómo no tienen respuesta; cómo el país se banca semejante impostura.
Pero una sociedad que es la única en el mundo capaz de entregarle al Universo el raro ejemplo de haber pasado del desarrollo al subdesarrollo debe encontrar las respuestas.
Salvo, claro está, que la respuesta sea ella misma. Que en su inmadurez, su inexplicable resentimiento y su inagotable capacidad para vivir en el borde de la legalidad, sean la mejor explicación del fenómeno político que al mismo tiempo la cautiva y la hunde.